Adicción a la comida ¿Cómo reconocerla?
Las adicciones, así como los trastornos alimentarios han inspirado miles y miles de artículos. Son temas muy recurrentes de los cuales tenemos todos unos ciertos conocimientos. Todos hemos escuchado hablar de las adicciones a estupefacientes, por ejemplo. Todos hemos oído hablar de la bulimia o la anorexia. Pero el tema de la adicción a la comida ha sido tratado a menudo de forma superficial, siendo poco atractivo para los articulistas y los expertos. En este artículo intentaremos desentrañar el porqué se produce tal adicción a la comida.
A las personas adictas a la comida se les trata muy a menudo, y por desconocimiento, como glotones. Pero la realidad va más allá de la simple glotonería. Quien come de forma impulsiva intenta llenar un vacío emocional a través de la comida. La persona adicta siempre elegirá comida hipercalórica porque el exceso de azúcar y de calorías proporciona un cierto bienestar momentáneo. Es un bienestar ficticio, porque acto seguido surgen los remordimientos y sentimientos de culpa.
Todo este comportamiento adictivo también tiene un factor biológico. Diversos estudios neurológicos han demostrado que la persona propensa a sufrir adicción por comer o por la comida, tiene unos niveles bajos de dopamina en determinadas áreas del cerebro, igual que personas que sufren otros tipos de adicciones, como por ejemplo la adicción a la cocaína.
¿Cuáles son las funciones principales de la dopamina? Las funciones principales de la dopamina en nuestro organismo son las de proporcionar energía mental, mejorar la atención, control de los impulsos, motivación y determinación.
Está comprobado que los alimentos denominados de “confort”, es decir, aquello que nos produce bienestar, aumentan nuestros niveles de dopamina, endorfinas y opioides, dando lugar a efectos sedantes y placenteros, como por ejemplo: los hidratos de carbono refinados.
Las personas adictas a la comida, como ya hemos mencionado antes, intentan por medio de la ingesta aumentar sus niveles de dopamina de forma instintiva. Intentan encontrar un bienestar emocional. Pero como hemos citado, es un bienestar que solamente es efectivo durante un breve periodo de tiempo. Después surgen los remordimientos. Surgen en la mente del adicto pensamientos tales como falta de autocontrol, sentimientos de fracaso y vergüenza.
Un día malo para un adicto a la comida desemboca en una ingesta descontrolada de productos hipercalóricos. Es un hambre que no se sacia. Y cuando se consigue parar, la persona vuelve a encontrarse con el malestar psicológico y emocional que le ha empujado a comer de forma compulsiva. El estrés, la depresión, o la ansiedad, pueden ser desencadenantes de este tipo de adicciones.
Las personas adictivas poseen una autoestima baja. Las personas de su alrededor, debido a la falta de información, creen que comen por glotonería, sin ni siquiera sospechar que existe un problema emocional detrás de estas conductas. Por ello, la persona adicta a la comida recibirá incomprensión y reproches que hará que aumente su sentimiento de culpa. Aparte de sentirse culpable por realizar tales actos incontrolados, la persona adicta debe librar una dura batalla contra las opiniones y juicios de los demás.
¿Cómo afrontar la adicción a la comida?
Cuando tenemos una adicción es porque desarrollamos un comportamiento o una conducta que no podemos controlar. Cuando se tiene una adicción es fundamental recibir ayuda. Aceptar el problema es fundamental, así como pedir la ayuda que necesites, tanto de las personas que te rodean como ayuda profesional. La terapia psicológica es totalmente beneficiosa a la hora de superar una adicción.
El segundo paso es convencer a nuestro inconsciente de lo necesario que es llevar una dieta adecuada. Debemos ajustar la dieta a la vida y no la vida a la dieta. Seguir una dieta realista que no suponga un cambio brusco de hábitos, pero que nos permita mejorar nuestra salud supondrá una gran mejora tanto física como emocionalmente.
Conclusión
Cuando nos encontremos con una persona que pueda ser adicta a la comida, no la juzguemos a ligera. Es una adicción como otra cualquiera, como lo es la adicción al tabaco, al alcohol o al juego. Son conductas que no pueden controlar. Hay que ayudar y no convertirnos en jueces. Bastante culpable se sienten cada vez que no puede controlar la ingesta de comida. Si eres adicto o adicta, busca ayuda, e igualmente no te juzgues severamente. Cambiar de hábitos es duro y cuesta tiempo y mucho esfuerzo conseguirlo. Si recaes alguna vez, no te martirices. Has caído, no hay más, sacúdete el polvo y vuelve a empezar. Todo se puede afrontar…
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online