Agresión sexual, la violación como castigo

Los miserables actos de una agresión sexual llevan mucho tiempo en el punto de mira de psicólogos, psiquiatras y criminólogos, que intenta responder a preguntas tales como: ¿cuál es el perfil psicológico del violador? ¿Qué secuelas ocasiona una agresión sexual a la víctima? ¿Por qué ocurren estos infames actos de violencia sexual?

Aunque se piense lo contrario, este problema es poco tratado y estudiado por los expertos. Posiblemente por la complejidad que conlleva entender por qué una persona, o un grupo de personas llevan a cabo en este tipo de violencia sexual. La violación en grupo constituye la formación de una unión con personalidades dispares que actúan de modo conjunto para lleva a cabo un acto tan horrible. Por ello es complicado poder realizar un estudio factible sobre el tema, y conseguir resultados fiables. Por ese motivo no existen muchas referencias académicas ni de investigación acerca de este tema.

Intentaré en este artículo aclarar algunos puntos referentes a esta temática, y poder arrojar algo de conocimiento acerca de todo lo que conlleva a tan brutales actos, siempre desde un punto de vista profesional y alejado de sensacionalismo.

Cuando se sufre una agresión sexual

Quien sufre una agresión sexual, siente como toda su existencia cambia. Es un hecho difícil de gestionar, y afecta inevitablemente todos los aspectos de su vida. Es un acto terrible que destroza emocionalmente a quien la padece principalmente y a todo su entorno.

Tenemos que pensar que cualquier persona puede convertirse en víctima. Nadie está a salvo de esta clase de salvajes. Por ese motivo no debemos abandonar a su suerte a las víctimas, sino darles todo nuestro apoyo y ayuda, y hacer pagar legal y socialmente a los agresores su delito. Es abominable que un sector de nuestra sociedad culpabilice a la víctima. Nadie merece ser agredido. No existen excusas que justifiquen ninguna agresión sexual. Ni la forma de vestir, ni la actitud, ni las compañías con motivos para ser víctimas de una agresión. Centrémonos en proteger a quien puede ser o es víctima de una violación, y dejemos de buscar motivos. No existen excusas para justificar tal brutales actos.

Los daños físicos y psicológicos de la víctima deben ser tratados adecuadamente. Si bien es cierto que las heridas físicas se sanan rápidamente, las psicológicas necesitan de mucho tiempo y esfuerzo para poder dejar a un lado todo ese dolor. En esos tratamientos deben involucrarse tanto la persona afectada, como todo su entorno. Es importante saber cómo podemos ayudar y como puede ayudar los demás a la víctima de una agresión sexual.

Perfil psicológico del violador

Es indudable que existe una gran diversidad de variables que influyen a la hora de cometer tan atroces actos. De igual modo no podemos hablar de un único perfil de violador, y es posible localizar una serie de variables que son comunes entre todos los tipos de agresores sexuales:

  • Su personalidad no tiene por qué ser extraña. Tendemos a pensar que como la mayor parte de las personas no cometen violaciones, los agresores sexuales deben ser gente poco común, con peculiaridades diferentes al resto de la población. Pero no es así. La gran mayoría de violaciones son cometidas por personas con un perfil que están dentro de la “normalidad”. Muchos de ellos tienen una vida ordenada y normal.
  • Su satisfacción es el poder, no el sexo. Es la característica más común de la mayor parte de los violadores. Su objetivo principal no es obtener gratificación sexual, sino sentirse poderosos doblegando a su víctima. Se sienten atraídos por la idea de ejercer dominación, es decir, que las otras personas le obedezcan.
  • Buscan victimas que consideran más débiles. Los agresores buscan victimas que sean más débiles físicamente que él con tal de poder someterlas con más facilidad. Todo está vinculado a poder ejercer su poder, y si se topan con menos resistencia mejor.
  • Se sienten frustrados e inferiores. Son personas incapaces, con pocas habilidades personales y sociales, que expresan su frustración con explosiones de ira. Tienen la necesidad de someter a los demás para sentirse por encima de los demás.
  • No sienten empatía. Suelen ser personas incapaces de ponerse en el lugar de los demás. No tienen en cuenta los sentimientos y las necesidades de los demás. Solamente tienen la necesidad de alcanzar sus objetivos y sus cubrir todas sus necesidades personales. No les importa los daños que puedan infligir en sus víctimas. Las trataran como objetos que les ayuda a conseguir aquello que anhelan.
  • Son incapaces de pensar en las consecuencias de sus actos. Diversos estudios dictan que los agresores sexuales, en su mayoría, cometen sus agresiones sin valorar sus consecuencias. Es decir, sin pensar si serían detenidos o juzgados. Es algo que no les importa en el momento de cometer la violación.
  • Pueden haber sido víctima de abusos. Muchas personas que cometen delitos sexuales han sido víctima de la misma violencia en edades tempranas. La víctima se convierte en agresor en muchas ocasiones. Su desarrollo sexual no ha sido el adecuado y se basa en el sometimiento. Por ello repiten los mismos patrones.
  • Creen tener el derecho de hacer lo que hacen. Muchas veces por razones culturales, sociales, o personales, el agresor cree tener todo el derecho de cometer la agresiones.
  • No son enfermos mentales. Saben muy bien distinguir entre el bien y el mal. Saben que hacen daño a sus víctimas, pero no les importa siempre que ellos consigan su gratificación psicológica. Es cierto que pueden haber casos de violaciones durante estados psicóticos, maníacos o realizados por personas con discapacidad intelectual. Pero normalmente los agresores suelen tener rasgos psicopáticos, y estos perfiles saben muy bien lo que hacen. No son enfermos mentales. Los violadores suelen ser imputables judicialmente.
  • Culpabilizan a sus víctimas. Evaden su responsabilidad cargando contra su víctima, ya sea porque crea “que iba provocando” o cualquier otra triste excusa que pueda justificar para él sus actos.

Cuando las violaciones son en grupo

Comúnmente creemos que la satisfacción sexual es el motivo principal que empuja a los violadores a cometer una agresión sexual. Pero no es del todo cierto, ya que suelen darse diversos factores psicológicos que están implicados, como por ejemplo la necesidad de control, y de sentirse poderoso doblegando a su víctima. Repasemos los principales motivos que nos puede explicar por qué se producen tales agresiones sexuales grupales:

  • Demostrar que pueden controlar a otra persona. Que tienen el poder.
  • Castigar a la víctima. Los agresores pueden llevar a cabo sus agresiones porque creen que su víctima merece lo que está ocurriendo por motivos dispares, como por ejemplo una infidelidad, o por portar una indumentaria que ellos creen que no es la correcta, etc. Creen que su víctima han infringido alguna norma social.
  • Intentar aparentar ser más duro y fuerte que los demás. Muchas delas violaciones en grupo suceden durante fiestas, eventos deportivos o actividades de ocio, y se llevan a cabo de la siguiente manera: Primero el hombre más atractivo o carismático se gana la confianza de su víctima. Mediante la ingesta de alcohol o drogas, acrecentar la vulnerabilidad de la víctima. Y por último con ayuda de sus compañeros, cometen conjuntamente la violación.

Factores psicológicos en el agresor sexual grupal

Qué sucede en la mente de los agresores sexuales grupales que les empuja y les permite cometer tan atroces actos de violencia irracional. En sus agresiones se dan los siguientes factores psicológicos:

  • Formar parte de un grupo. Un conjunto de personas que crea un vínculo emocional fuerte conforma un grupo donde los individuos dejan de pensar por sí mismos, y se dejan llevar por la consciencia grupal. Es decir, cada persona que conforma el grupo deja de pensar por sí mismo y recapacitar sobre sus acciones, así como las repercusiones de las mismas, para cavar actuando conforme las exigencias del grupo al que pertenecen.
  • Cada individuo deja de percibir que son responsables de sus acciones, y su sensación de culpa se ven diluida, pudiendo echar la culpa de todo el mal que hacen al propio funcionamiento del grupo.
  • Hay un refuerzo mutuo. Durante la ejecución de las agresiones, todos se animan mutuamente. De ese modo se olvidan de las consecuencias de sus acciones y del daño que provocan.

Existen dos tipos de agresores en estos grupos

  • El cabecilla. Es el sujeto que ejerce su influencia al resto de miembros del grupo. Suele ser la persona más carismática, o la más fuerte. Son personas que son capaces de manipular y dar órdenes al resto. Buscan la víctima y decide cómo cometer las agresiones.
  • Los participantes. Suelen ser personas con baja autoestima, y con problemas de personalidad. Son personas emocionalmente vulnerables, que pueden ser manipulador con facilitar. Necesitan la guía de un líder. Su papel es más sumiso que el cabecilla, y simplemente se dejan llevar.

Secuelas psicológicas de una agresión sexual

La persona que ha sufrido una agresión sexual contempla como le han arrebatado su parte más íntima y privada: su sexualidad. Esa parte de ella que comparte con quien quiere. La agresión puede darse de mil maneras diferentes, y todo ello afecta a la víctima de maneras muy distintas.

Cuando una persona es agredida sexualmente, existe en un primer momento una fase de shock. Es un momento tan intenso que la persona puede llegar a sentirse confundido, aterrada y desorientada. Se crea un bloqueo que ayuda a la víctima a protegerse del mundo exterior, y sobre todo de apaliar el daño emocional sufrido.

Después existe otra fase en la cual la victima va tomando consciencia de todo lo ocurrido. Todo surge a medida que es atendida por la policía y los profesionales sanitarios. Poco a poco su mente va recordando lo ocurrido, y se va racionalizando el dolor que sufre en ese momento. Será capaz de reconstruir todo lo que ha pasado, y lo revivirá constantemente en su cabeza. Lo positivo es que puedan verbalizar todo lo que han sufrido, con todo detalle. Y ese grado de revisión llevará un tiempo y un tratamiento adecuado.

Una vez ocurrido todo el curso legal y médico, las victimas se enfrentan a una última fase en la cual llegan a padecer el conocido como trastorno de estrés post-traumático. Y se manifiesta del siguiente modo:

  • Las victimas reviven constantemente la agresión que han sufrido. Todo ello sustentado por recuerdos involuntarios e imágenes que regresan a su mente.
  • Sufren inevitables aumentos de los niveles de ansiedad. Están siempre en estado de alerta como respuesta adaptativa a lo ocurrido, y por ello se activa todas las alarmas, sufriendo continuos ataques de pánico o ansiedad.
  • Evitación de situaciones o lugares asociados a la agresión que han padecido.
  • Aparecen ciertas alteraciones emocionales y físicas, como por ejemplo trastornos del sueño, irritabilidad, falta de concentración, apatía, o un estado anímico bajo, entre otros.

Toda esta sintomatología debe ser tratada profesionalmente. Si el estrés post-traumático no se trata de forma correcta, se convierte en un trastorno crónico que pueden llevar a la víctima al autoaislamiento, e incluso al propio suicidio.

Secuelas en familiares y entorno social

Cuando se produce una agresión sexual, ésta no sólo afecta a la víctima, sino también a sus familiares, a su pareja si la tiene, y a todo su entorno social. Por ello, cuando se realiza una terapia para reparar los daños de dicha agresión, también debe participar el núcleo más cercano a la víctima. En esas sesiones se pueden tratar de forma abierta todas las inquietudes, desde los sentimientos de culpabilidad hasta cómo poder ayudar a la propia víctima.

En estas sesiones es imprescindible que la pareja de victima (si tiene pareja) participe en ellas. De ese modo sabrá cómo se siente su pareja y cómo puede ayudarla en su recuperación emocional, psicológica y afectiva.

Sobretodo debemos hacer hincapié en que el tratamiento debe ser íntimo y respetuoso con las necesidades de la propia víctima, apoyándonos en la ayuda familiar y de su entorno más cercano.

A modo de reflexión

La violación es siempre un delito. Da igual a qué clase de persona se la ha agredido sexualmente. No importa su condición social, sus pensamientos, su modo de vestir, su poder económico, etc. Toda violación es un delito, y debe ser castigado con toda la dureza que se posible.

No valen excusas ni justificaciones. Quien hagas daño a otra persona debe ser castigado legalmente y repudiado socialmente. No debemos proteger a quien daña, sino a las víctimas. Ya que éstas últimas no han elegido lo ocurrido, en cambio el agresor sí. Él buscó una víctima, y decidió atacarla, dañándola tanto física como psicológicamente. Por tanto merece todo el castigo que sea posible. Nadie tiene el derecho a dañar a los demás. ¡Nadie!

Nos falta mucho camino en materia de educación, ya que sólo educando podemos prevenir estos miserables actos, y sobretodo no culpabilizar a las víctimas. Necesitamos programas de detección y prevención efectivos. Necesitamos leyes más severas. Y sobre todo, necesitamos programas terapéuticos y de apoyo total a las víctimas de cualquier agresión. Sólo así podremos tratar la problemática con la contundencia y efectividad que requiere. Entre todos tenemos que acabar con cualquier tipo de agresión, y entre ellas de la agresión sexual.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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