Amor y dependencia
El amor es uno de los sentimientos más hermosos que podemos albergar. Si nuestra madurez emocional nos lo permite, el amor se convierte en uno de los sentimientos más bonitos que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida. Pero si nuestra madurez emocional es escasa o está poco formada, podemos sucumbir a la dependencia creyendo que estamos amando a una persona determinada. Entre el amor y la dependencia emocional existe una línea muy fina que podemos sobrepasarla sin darnos cuenta de ello. Cuando se cae en la dependencia, la persona anulará irremediablemente su personalidad para conseguir la satisfacción del otro, cayendo en una relación tóxica y enfermiza que comenzará a destruir a la persona que lo padece desde el mismo momento que es dependiente del otro. Por ese motivo debemos saber distinguir entre el amor y dependencia.
Diferencias entre amor y dependencia
1-. La dependencia nace del egoísmo, el amor es entrega. Cuando amas no intentas manipular a la otra persona para que esté a tu lado y te complazca. Cuando amas solo piensas en hacer feliz a la otra persona y que su felicidad sea también la tuya. El amor maduro consiste en eso, en dar sin esperar recibir nada a cambio, porque amar ya es algo gratificante por sí mismo.
La dependencia emocional se centra al contrario en el deseo de complacer a la otra persona esperando obtener algo a cambio. Para ello se cae en el control inmaduro y egoísta con tal de poder conseguir aquello que la persona que crea tal dependencia anhela, y sin dudarlo practicará la manipulación.
2-. El amor es libertad, y la dependencia es nudo que ahoga. Dentro de un amor sano y maduro, cada miembro es capaz de crecer dentro de la relación, amoldándose a la voluntad de ambos y el proyecto vital en común. Ello implica que cada uno debe de ser capaz de ser uno mismo dentro de la relación. La confianza mutua es un hecho liberador, permitiendo que ambas personas puedan expresar todo su potencial. Cada uno tendrá sus metas y anhelos que la otra persona animara a que los alcance.
La dependencia suele ser una losa demasiado pesada, ya que la persona que la desarrolla quiere que su pareja cada vez esté más tiempo a su lado, controlándola y obligando a que se entregue en cuerpo y alma a la relación, olvidando sus propios sueños y proyectos. Esta clase de relaciones acaban ahogando a la persona víctima de la dependencia del otro, y sacando a flote lo peor de cada uno.
3-. El amor maduro es duradero, la dependencia no dura nada. El amor sano y maduro se desarrolla y crece con los años. Sus raíces se hacen más sólidas y crecen nuevas ramas. Esto no quiere decir que no puedan existir discusiones o desencuentros, sino que existirá siempre la capacidad de superarlos juntos. En esta clase de relaciones, las personas están juntas porque se quieren, no porque se necesitan.
La dependencia emocional, en cambio, lleva a intentar constantemente llenar esa sensación de vacío, que padece la persona que la lleva a cabo. Las personas dependientes suelen ir de relación en relación. No les interesa la persona en sí, sino intentar llenar las carencias afectivas que padecen. Son personas incapaces de estar solas.
Las relaciones dependientes son altamente dañinas
La dependencia emocional genera inevitablemente infelicidad. La persona dependiente siempre querrá más y más de la otra persona. La otra persona que conforma la relación se sentirá cada vez más agobiada y frustrada, llevando la relación a un punto sin salida y sacando lo peor de cada uno a flote. Estas relaciones acaban siempre finalizando causando graves heridas emocionales.
Debemos estar alerta para no caer en este tipo de relaciones, y poder revertir la situación, construyendo una relación madura y sana, donde cada persona pueda crecer y complementarse con el otro de un modo sano, dentro de una madurez emocional.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online