Cuando el perdón no es suficiente
Hay situaciones que a veces se nos escapan de nuestro control, y acabamos haciendo daño a otra persona, y a veces otra persona nos daña a nosotros. Si alguien daña a una persona, debe pedirle perdón. Pero este no debe de ser un perdón protocolario, sino que debe ser un acto de conciencia del daño que se ha hecho, y de la voluntad firme de reparar el dolor causado. Es cuando el perdón no es suficiente, y debe estar acompañado de actos dirigidos a la reparación de todo el sufrimiento causado.
A menudo, el dolor causado es tan grande que no basta con pedir perdón. No importa la causa, si ha sido una palabra mal dicha, o un mal gesto, o quizás un juicio o un reproche mal ejecutado, puede hacer que la otra persona se sienta profundamente dolida, y no le baste que le pidas perdón. Hay veces que eso no es suficiente, y se requiere de tiempo, y un esfuerzo sincero de reparar el daño que esa persona ha podido hacer.
Todos sabemos el daño que hemos podido hacer, y la necesidad que tenemos todos de sentirnos perdonados, pero debemos entender que a veces decir perdón no basta, y esas palabras deben de ir con actos que respalden nuestro perdón. Cada persona tiene su proceso para perdonar, y debemos respetarlo. Si a la persona que le hemos hecho daño necesita su tiempo y su espacio para procesar lo ocurrido, y lograr perdonarnos, debemos respetar esa voluntad.
Cuando el perdón no es suficiente, tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para reparar el daño que hemos podido causarle a la otra persona. Pero si aun así no conseguimos su perdón, por lo menos debemos tener la certeza que hemos hecho todo lo posible para obtenerlo. Tampoco podemos estar siempre lamentándonos de nuestros errores. Si esa persona es incapaz de perdonarnos, deberemos continuar nuestro camino sin ella. No podemos vivir bajo el reproche y la culpa para siempre. El perdón es necesario, y si esa persona no logra perdonarnos, es la señal para alejarnos, y seguir con nuestras vidas.
Pedir perdón no elimina el dolor
Perdonar no significa olvidar. Es imposible olvidar todo aquello que nos ocurre y que nos deja huella. Pero aunque no se pueda olvidar lo ocurrido, se puede gestionar de manera constructiva y sana. Dejar que el dolor y el sufrimiento que alguien nos ha causado se apodere de nosotros, nos destruirá por completo, y hará que aparezcan en nuestras vidas, emociones tan dañinas como el rencor o la rabia. Tenemos que aprender a perdonar, sabiendo que los demás fallan como lo hacemos nosotros. No podemos exigir a los demás lo que nosotros no somos capaces de llevar a cabo.
Debemos comprender que el perdón tiene que ver más acerca de nosotros, que de los demás. Es decir, las personas incapaces de perdonar es porque no se han perdonado a si mismos. Una persona que vive en ese rencor permanente nunca podrá aceptar los errores de los demás, y por ello será capaz de asumir el perdón. Al no perdonar queremos castigar a la persona que nos hizo daño, pero lo que hacemos realmente es dañarnos a nosotros mismos. Nadie debe vivir bajo el rencor, ya que eso nos convertirá en la sombra de quienes fuimos, y jamás nos ayudará a la hora de vivir de forma plena y feliz.
Es cierto que pedir perdón no elimina el dolor causado, pero es un comienzo para poder seguir adelante. No podemos caer en el error de vivir siempre bajo ese dolor, y regocijarnos en él. Si alguien nos ha hecho daño, debemos aprender de ello y seguir adelante. Sin rencores. Porque al perdonarlo nos estamos perdonando a nosotros mismos. Lo mismo ocurre si nos encontramos en la situación de que la otra persona no nos perdona. Nosotros hemos cometido un fallo, lo asumimos y pedimos perdón. Si ese perdón es sincero debería bastar, pero si esa persona no es capaz de pasar página, deberíamos alejarnos de ella, porque solo hará que aumentar el dolor en ambas partes. Es decir, el rencor en la parte que ha recibido ese daño, y los sentimientos de culpa en quien ha producido ese dolor. No es sano continuar con una relación, sea de la naturaleza que sea (amistad, familiar, sentimental, etc.), donde no hay lugar para el perdón.
¿Por qué hay veces que no se acepta el perdón?
Todos cometemos errores sin duda, y a veces con nuestras palabras o nuestros gestos y actitudes podemos dañar a alguien querido. En esos momentos lo único que nos queda es pedir perdón, e intentar por todos los medios reparar el daño que hemos hecho, o al menos intentar que nunca se repita. Pero cuando el perdón no es suficiente, la persona que ha sido dañada requiere de hechos o acciones que le hagan validar nuestro perdón. ¿Y esto por qué ocurre? Pues cabe decir que, puede ocurrir por las siguientes razones:
- A veces el perdón no es suficiente porque la persona dañada cree que ese perdón no es real, y solo atiende a un convencionalismo, o quizás por una obligación moral, en vez de ser un hecho sentido y convincente.
- La otra causa es porque la víctima siente que ese perdón carece de la voluntad de cambiar algo, si no de que todo vuelva a ser como siempre. Y eso puede llevar a pedir un perdón forzado.
El perdón al final son palabras, y es por ello que debe ir acompañado de la voluntad firme de reparar el daño que se ha causado a esa persona. Por ese motivo, si cometemos el error de herir a alguien, debemos saber pedir perdón, asumiendo nuestra culpa y nuestra responsabilidad. Al final, el perdón debe venir de una reflexión previa, y una identificación del daño causado. Solamente de esa manera podemos actuar del modo correcto, pidiendo un perdón sincero y consecuente.
Cómo debemos pedir disculpas
Pedir perdón es siempre el primer paso para reparar el daño que le hemos hecho a otra persona. Normalmente, responsabilizarnos de nuestros errores, y pedir disculpas es siempre reconfortante, además de aliviarnos. Pero cuando el perdón no es suficiente, debemos acompañar a nuestras palabras de actos que confirmen nuestro arrepentimiento. Hay veces que el dolor es tan grande que es necesario de la afirmación de que tenemos la voluntad de reparar el daño causado, y no repetir las conductas que lo ha originado.
Para que nuestra petición de perdón sea más efectiva y constructiva, deberemos seguir las siguientes recomendaciones:
- Nuestro perdón debe ser reflexivo. Es decir, debemos antes de nada identificar el dolor que hemos causado a la otra persona, y sus causas. De ese modo podemos pedirle perdón, y argumentar lo arrepentido que nos sentimos, y lo dispuestos que estamos para reparar ese daño.
- Tenemos que comprender por completo el dolor que hemos causado, y qué hemos hecho para hacérselo a la otra persona. Es siempre positivo analizar nuestra actitud, y los errores que hemos podido cometer.
- Debemos ponernos en el lugar del otro. La empatía es fundamental a la hora de pedir perdón. Tenemos que saber que siente la otra persona para ponernos en su lugar, y comprender el daño que le hemos hecho. De ese modo podemos reparar de un modo más sincero y constructivo el dolor que le hemos causado.
- Poder consensuar como podemos reparar el dolor que hemos causado con la otra persona, es un gran paso para poder hacer todo lo posible para que pueda pasar página. Además, tenemos que mostrar la certeza de que hemos aprendido de nuestros errores, y ese tipo de conductas no volverán a darse.
Pedir perdón siempre es positivo. Muestra que somos consciente de nuestros errores y del daño que hemos podido ocasionar a alguien. Pero quizás la clave estaría en cuidar nuestras relaciones, y el modo de comportarnos, porque así nos evitaríamos tener que pedir perdón. Todos tenemos derecho a equivocarnos, así que pedir disculpas es un acto que todos deberíamos interiorizar. Si la otra persona es incapaz de perdonarnos, lo más constructivo es respetarle su postura, y seguir por nuestro camino. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online