Cuando no nos queremos
Es mucho más sencillo centrarse en todo lo malo que hay en nosotros, que centrarnos en todo lo bueno. Tenemos la facultad de encontrarnos defectos escondidos, y de castigarnos constantemente por todo aquello que hacemos mal, o vemos mal en nosotros. Podemos llegar a ser nuestros peores jueces. Nadie va a ser tan implacable con nosotros que nosotros mismos. Y esto pasa, cuando no nos queremos.
Ahora vete a un espejo. Mira fijamente a la persona que tienes delante. Ella será tu peor enemigo. Nadie te va a hacer tanto daño como esa persona. Es decir, tú. Cuesta muchísimo acallar las voces que te hostigan y remarcan todos tus defectos, pero tenemos que entender que ningún defecto nos define. Nos define aquello que somos capaces de hacer y superar.
Si bien, todos tenemos defectos, y estos forman parte de nosotros, no debemos centrar nuestra atención en ellos. Cierto es que todo lo que podamos mejorar, tenemos la obligación con nosotros mismos de hacerlo, pero nuestra vida no debe nunca girar alrededor de nuestros defectos.
Cuando no nos queremos, debemos aprender a conocernos mejor. A sacar a la luz todo lo bueno que tenemos a nuestro interior. Porque todos tenemos millones de virtudes que ofrecer y ofrecernos, y es por ello, que debemos fomentar esas maravillas que escondemos en lo más profundo de nuestro ser. Tenemos que volver a aprender a aceptarnos y a querernos tal y como somos. Porque no podemos ser otra persona, ni nos podemos comparar con nadie. Nuestra obligación es ser nosotros mismos ante todo, y ante todos.
Cuando las heridas del alma nos dominan
Una persona que no se acepta ni se quiere tal y como es, es una persona herida. Una persona que ha sufrido durante toda su vida, o buen parte de ella, las críticas más feroces y no constructivas, de las personas de su entorno. Esos juicios, en según que edades, y dependiendo de la maduración emocional, hacen mella en nuestra autoestima. Las heridas del alma están presente cuando no nos queremos.
Escuchar de los seres queridos que no valemos para según que cosas, que fallamos en esto o en lo otro, o que somos de cierta manera, hace que al final nos creamos esas críticas, y nos centremos permanentemente en ellas. Si alguien nos remarca siempre que hay algo malo en nosotros, al final nos volvemos en eso que otros critican.
Las heridas emocionales son más dolorosas y difíciles de tratar que las físicas. Estas son fácilmente detectables y diagnosticables. Son sencillas de tratar mediante alguna cura médica. Pero las heridas del alma se alojan para siempre en nuestro interior, afectándonos en todos los ámbitos de nuestra vida. Limitan nuestras relaciones, nuestro modo de actuar y pensar, y en definitiva nos limita vivir en plenitud. Solo pueden ser tratadas mediante psicoterapia. La terapia psicológica es efectiva a la hora de valorarnos, y de aceptarnos tal y como somos, además de enseñarnos a centrarnos en todo lo bueno que hay en nosotros.
Características de una persona que no se quiere
Entre las características más comunes de las personas que no se quieren, ni se aceptan, ni se quieren tal y como son, encontramos:
- Son personas indecisas. Su falta de seguridad en si mismos les impide tomar decisiones.
- Se sienten incapaces. Creen que nada les saldrá bien, y que no tienen capacidad para hacer según qué cosas.
- No se valoran. Se centran en sus defectos, y se fustigan por ellos constantemente.
- No soportan los cambios. Les aterra y les angustia enfrentarse a algo nuevo que no controlan.
- Suelen padecer ansiedad. Perciben todo como un posible peligro. Y ese miedo les hace llegar a padecer ataques de pánico.
- Su postura es pasiva. Son personas que dejan que los demás tomen decisiones, ya que les aterra tomar la iniciativa y errar.
- Suelen aislarse. El contacto con los demás, y su miedo al qué dirán, les hace aislarse, y no relacionarse.
- Son personas tímidas. Les aterra ser el centro de atención y que puedan juzgarles. Por lo tanto, se sienten más cómodas tomando un papel secundario.
- Tienden al hermetismo. No suelen compartir sus sentimientos ni ideas con los demás. Les angustia ser juzgados por ellos. Así que, nunca verbalizarán que les ocurre.
- Dependen de los demás. Cuando no nos queremos. Se suelen sentir no válidos para desenvolverse por ellos mismos, y siempre buscarán a personas como punto de apoyo, creándose relaciones de necesidad. Es decir, de dependencia emocional.
- Suelen sentirse culpables. Si algo sale mal, aceptan las culpas de todo, aunque no la tengan.
- Les aterra las críticas. Su alma está tan dañada, que no soportarán las críticas, opiniones o juicios de los demás, aunque sean de forma constructiva. Sus heridas no le permitirá aceptar lo que los demás tienen que decirle.
- Se dan por vencidas. Aceptan las derrotas sin cuestionarlas, aunque les haga daño.
- Se comparan con los demás. Su visión de los demás siempre será de superioridad con respecto a ellos. Siempre se sentirán inferiores al resto de personas.
- No se preocupan por su bienestar. Mirarán antes por el bienestar de los demás que por el de ellos. Creerán que no son dignos de todo lo bueno que les pase. Se convierte así en sus peores enemigos.
- Se creen personas poco interesantes. Opinan que son personas llenas de defectos, y que no hay nada bueno que puedan ofrecer a los demás.
- Odiarán su físico. Las personas con una baja autoestima no estarán contentos con su físico. Sacarán todos sus defectos a flote, como por ejemplo, el peso, la estatua, o cualquier otro aspecto de su físico. Todo ello es fruto de su percepción negativa de si mismo, no de la realidad.
- Son personas pesimistas. Cuando no nos queremos, percibimos todo nuestro mundo como algo negativo y hostil. Por la tanto, no aceptamos todo lo positivo y bueno que nos ofrece la vida.
- Mala impresión. Son personas que creen que proyectan una mala impresión a los demás. Y eso les limita y les angustia hasta niveles totalmente patológicos.
- No se esfuerzan. Cuando no creemos en nosotros mismos, no nos esforzamos por nada, ya que creeremos que jamás lograremos aquello que queremos, es decir, que nunca alcanzaremos nuestras metas.
- Su estado de ánimo es bajo. Tener esa percepción negativa acerca de uno mismo, hace mella en nuestro estado de ánimo. Las personas con autoestima suelen sufrir episodios de depresión.
Los trastornos asociados cuando no nos queremos
Las personas con una baja autoestima y una mala concepción de si mismas, suelen experimentar ciertos trastornos asociados a esa realidad. Uno de ellos es la depresión. Es normal sufrir alteraciones en el estado de ánimo cuando no nos sentimos bien con nosotros mismos. Ello nos lleva a sufrir emociones tales como la tristeza, la apatía, o la angustia. Son emociones tan negativas que nos llevarán a un estado depresivo tal, que nos hará falta la ayuda profesional para poder salir de ese abismo emocional.
Otro de los trastornos más comunes que podemos llegar a padecer cuando no nos queremos, es la ansiedad. Intentar controlarlo todo, y tener miedo de todo, puede hacer que nuestro nivel de estrés se eleve sin remedio, y cuando ese estado se prolonga en el tiempo, aparece la temida ansiedad mediante un ataque de pánico. Cuando aparece es para quedarse, y la ayuda terapéutica se será fundamental para revertir ese estado ansioso.
Una baja autoestima acarrea una serie de trastornos. Los más comunes son la ansiedad y la depresión. Pero lo cierto es que también afecta a todos los ámbitos de la vida de la persona que la padece, como en el ámbito laboral, familiar, social o académico, entre otros. Una autoestima dañada también afecta a las relaciones interpersonales, y al modo de afrontar la vida diaria. Es algo grave que no debemos menospreciar. Es una problemática que requiere de intervención terapéutica.
Cómo aprender a querernos
Para poder mejorar la autoestima, y volver a aceptarnos tal y como somos, necesitamos de ayuda profesional. La terapia es el único método efectivo para poder cambiar nuestro modo de percibirnos. Gracias a las estrategias terapéuticas que nos puede aportar la psicoterapia, podemos volver a aprender a querernos de nuevo. Así que, si no eres capaz de valorarte ni quererte, te animo a que busques la ayuda profesional más adecuada para ti, y tomes la decisión de realizar los cambios que necesitas. Vale la pena el esfuerzo. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online