Decir Estoy bien, cuando no es así

Cuando decimos Estoy bien pero no es así

De forma cotidiana, cuando alguien nos pregunta si estamos bien, solemos contestar, de forma automática y casi sin pensar, que estamos bien. Lo mismo ocurre cuando se lo preguntamos a alguien. Esa persona nos dirá que está bien. Pero como todos sabemos, aunque son preguntas que requieren una apertura emocional, solemos contestar con un estoy bien con tal de finalizar esa cuestión. En ello se esconde nuestra necesidad por esconder todo aquello que nos está doliendo en nuestro interior. Por ese motivo, cuando decir estoy bien, y quizás no sea así.

A todos, en cierta medida, nos cuesta abrirnos a los demás de un modo sincero y sin tapujos. Instemos siempre enmascarar nuestro dolor. Primero, porque de ese modo no tenemos que revivir todo aquello que nos hace daño, y segundo, por evitar las opiniones y juicios de los demás. Estos dos principales factores para esconder nuestro dolor emocional, nos perjudican a la hora de expresar aquello que realmente sentimos, y nos empuja a un cierto aislamiento emocional.

Es lógico que no nos abramos emocionalmente con todo el mundo. Eso no seria ni normal ni sano. Pero no debemos construir un muro que nos aísle de las personas más cercanas y queridas. Con esas personas debemos aprender a abrirnos, y explicarles todo lo que sentimos y experimentamos. Nos conoces y saben cómo pueden apoyarnos. Por ese motivo, no debemos esconder nuestras emociones y sentimientos con las personas más cercanas y queridas. Cuando alguien cercano nos pregunte si estamos bien, debemos contestarle la verdad. De nada sirve esconder nuestro verdadero estado emocional.

Normalmente, cuando decimos estoy bien, sin añadir nada más, es porque realmente necesitamos ayuda. Es paradójico que las personas que más apoyo y ayuda necesitan son aquellas que más escondidas tienen sus emociones. Tenemos que aprender a compartir nuestros sentimientos con aquellas personas que siempre están a nuestro lado. No tenemos porque llevar esa carga solos. Si conseguimos expresar nuestras emociones conseguiremos afrontarlas mejor, además de tener la ayuda que tanto podemos llegar a necesitar. De nada sirve intentar mirar para otro lado, e intentar ocultar nuestro dolor. Compartir nuestras emociones nos ayudará a verbalizarlas y a superarlas.

El problema de no expresar nuestras emociones

Cuando somos totalmente incapaces de verbalizar aquello que sentimos, esos sentimientos se hacen los dueños de nosotros. Ser incapaz de exteriorizar todo nuestro dolor o nuestra alegría nos aísla irremediablemente de los demás, y nos aísla a nosotros mismos. Es como construir muros entre nosotros y los demás, cuando tenemos que compartir nuestras experiencias, nuestras vivencias y nuestras emociones con esas personas que siempre están a nuestro lado.

Nosotros seguro que somos capaces de escuchar a los demás, y comprender todo aquello que les sucede. Conocemos sus sentimientos y emociones, porque nosotros también las hemos vivido y sentido. Por tanto, igual que somos capaces de escuchar y comprender a los demás, tenemos que dejar que los demás nos comprendan, y conozcan todo lo que pasa en nuestro interior. No hay nada de malo en compartir nuestras emociones. Al revés, es un hecho liberador y terapéutico.

Decir estoy bien, cuando no es así, es intentar engañar a los demás y engañarnos a nosotros mismos. Es una gran trampa donde quien pierde somos nosotros mismos. Las personas más cercanas deben saber cómo estamos. Al saber nuestro estado, sabrán cómo actuar y cómo pueden ayudarnos. Competir nuestras emociones nos libera y nos ayuda.

Cuando el “decir Estoy Bien” se hace una verdadera carga

Como ya he apuntado, querer esconder nuestras emociones a los demás, es intentar esconderlas a nosotros mismos. Pero no podemos escapar de nuestro dolor y nuestro sufrimiento. Vayamos donde vayamos, y hagamos lo que hagamos, siempre nos acompañará. Solamente podremos librarnos de esa carga emocional, cuando seamos capaces de verbalizar nuestras emociones, ya que, en ese preciso momento, sabremos exactamente qué nos pasa, y la clase de ayuda que necesitaremos para poder gestionar todo lo que estamos experimentando en nuestro interior.

Todos hemos experimentado esa desagradable sensación de no saber cómo y con quien compartir ese dolor que estamos soportando en silencio. Es como si cargáramos una pesada losa encima de nuestros hombros. Es una sensación de agobio y de angustia que no nos deja respirar. Solo nos liberamos de ello cuando somos capaces de verbalizar nuestras emociones, y poder compartir con las personas que nos quieren nuestras heridas más profundas.

El decir estoy bien cuando no es cierto, solo nos producirá más dolor, porque no habremos conseguido liberarnos de esa pesada carga que supone unas emociones no expresadas. No nos merecemos tener esa pesada carga encima de nuestros hombros. Si no estás bien, te animo a que primero, lo verbalices para ti mismo, y luego lo compartas con esas personas que más te quieren. Gracias a ello, podrás dar los primeros pasos para afrontar todo aquello que consigue hacerte daño.

¿Cómo expresar mis emociones?

Antes de poder verbalizar o expresar tus emociones, debes hacer todo un ejercicio de análisis. Debes comprender qué te ocurre y por qué te ocurre. Ello requiere de un profundo análisis interno. Un verdadero ejercicio de reflexión. Seguro que conseguirás averiguar qué te pasa, al fin y al cabo, nadie te conoce mejor que tú mismo.

Una vez hayas identificado qué te pasa y sus causas, debes poder verbalizarlas. En primer término, contigo mismo, y más tarde con los demás. Cuando hablo de los demás, me refiero a las personas más cercanas y queridas, como puede ser la pareja, la familia, o los amigos más cercanos. Ellos no te juzgarán, sino que seguro te ofrecerán su mano para que puedas apoyarte. Hazlo, es el mejor apoyo que puedes obtener.

Liberarte de esa pesada carga hará que tu mente pueda centrarse en las posibles soluciones y no en el dolor. El apoyo es necesario para poder resolver cualquier problemática que estés sufriendo. Además de que los problemas no suelen desaparecer por si solos, si los intentas resolver solo, te costará muchísimo más, y el porcentaje de éxito será mucho menor.

Por último, decir, que existen problemas que quizás las personas cercanas no pueden ayudarte, o que te cueste mucho poder compartirlo con ellas, lo ideal en estos casos es la ayuda profesional. Un psicólogo siempre te escuchará, analizará aquello que te ocurre, y juntos podréis conseguir alcanzar los objetivos terapéuticos que os propongáis. Así que, ante cualquier problemática que no sepas gestionar por ti mismo, buscar siempre ayuda a los demás. No te conformes con decir, estoy bien, cuando no es así, no cargues con esa carga. Comparte aquello que sientes y libérate. ¡Adelante!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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