Las trampas de la dependencia emocional
Una de las trampas de la dependencia emocional más comunes, es la resistencia al cambio. Es decir, a abandonar el tipo de vida basado en la necesidad, y de ese modo, volver a ser personas emocionalmente independientes. No podemos depender eternamente de los demás, y debemos reconciliarnos con nosotros mismos. Para poder dejar de ser personas emocionalmente dependientes, tenemos que dejar atrás esa necesidad y el miedo a quedarnos solos.
Debemos tener en cuenta que la dependencia emocional nace por un apego patológico e insano hacia los demás. Normalmente, la dependencia se centra en una sola persona, pero lo cierto es que es una forma de relacionarse, que la persona ha ejecutado a lo largo de su existencia.
Otra de las trampas de la dependencia emocional que tenemos que tener en cuenta, son los sentimientos. Las relaciones basadas en la dependencia se alejan del amor, es una necesidad promovida por las carencias emocionales de las personas que la padecen. Normalmente, este tipo de dependencias se producen dentro de las parejas, en las que uno de los miembros que la conforman, suelen idealizar a la otra persona, creyendo que, su propia felicidad depende de la continuidad de la relación, y de la presencia de su pareja. Por otro lado, la dependencia emocional actúa como un pañuelo que nos ciega, y que nos permiten prolongar la situación de dependencia en la cual nos podemos encontrar cómodos, pero es una de las trampas de la dependencia emocional más incisiva, que llegará a destruirnos lentamente.
La persona dependiente desde la infancia, ha desarrollado una forma de relacionarse basado en la dependencia y en el miedo. Es un modo de ser y de comportarse, destinado a aliviar el miedo al rechazo, y a quedarse solo. Esos miedos son los que nos empujan a apoyarnos a toda costa en los demás. Y buscaremos cualquier tipo de motivos para prolongar ese tipo de relaciones de necesidad, donde vemos saciadas nuestras carencias afectivas y emocionales.
Quien caiga en las trampas de la dependencia emocional, llegará a ningunearse a si mismo, y a no creerse lo suficientemente fuerte emocionalmente, como para ser lo suficientemente autónomos, y necesitarán siempre, sentirse arropados por los demás. Este tipo de necesidad, les lleva a buscar a personas que les ayude a cubrir ese vacío del cual emana su miedo a la soledad.
Las parejas de las personas emocionalmente dependientes, pueden llegar a faltarles el respeto, a serles infieles, a tratarles mal, sin embargo, se verán incapaces de romper esos lazos tan tóxicos. Es un dolor que puede aplacar las carencias afectivas, es por ello que pueden dejar que les dañen con tal de no quedarse solas, porque la soledad les aterra. De ese modo, no serán capaces por si mismos a dar el paso, ni cambiarán su actitud de dependencia, y buscarán cualquier tipo de motivos para mantener las relaciones que tanto necesitan, aunque sean totalmente tóxicas. Son las trampas de la dependencia emocional.
Hasta que la persona dependiente no logre identificar qué tipo de carencias sufre, y por qué lleva la vida que lleva, no buscará ayuda profesional. Mientras que ello no pase, la persona creará mil motivos, para seguir aferrados a la persona que tanto daño les hace.
Principales trampas emocionales
Respecto a la dependencia emocional, las trampas que nacen de estas pueden ser tantas como personas dependientes existan. Es decir, cada persona puede crear sus propias trampas emocionales que más se amolden a sus necesidades personales. En este sentido, existen tantas verbalizaciones tóxicas y dañinas para justificar la propia dependencia, que sería imposible describirlas todas. Por ese motivo, en este artículo, se describirán las más comunes. Y estas son:
- Creer que todo puede cambiar. Esta es una de las trampas de la dependencia emocional más comunes y clásicas. Para poder dejar de pensar que la persona que tenemos al lado, no es ni de lejos, la persona adecuada para nosotros, nos decimos que cambiará, que quizás necesite tiempo para darse cuenta de lo que valemos, y todo lo que la aportamos. Pero como ya sabemos, eso es una trampa, porque una persona no cambiará porque si. Dándole la espalda a la realidad, lo único que conseguimos es prolongar nuestro sufrimiento, y hacer más grande nuestras heridas. Es mucho más sano, asumir que la otra persona no cambiará, y que la aceptamos tal y como es, o seguir nuestro camino sin ella. Al final se trata de una decisión, y esta puede cambiarlo todo.
- Creer que es una relación de amor. A veces llegamos a la conclusión, que en el amor, todo vale. Creemos que el amor justifica todo, aunque nos llegue a doler. Pero el amor jamás puede subyugarse al dolor, porque sí es así, este carece de todo sentido. La persona emocionalmente dependiente, quizás logre justificar los golpes, pero no podrá esconder el dolor. Porque aguantar la manipulación, las faltas de respeto, y los ninguneos, no justifica ningún amor. Ello es propio de la necesidad.
- No tener en cuenta todos los malos momentos. Todas y cada una de las parejas tiene momentos muy buenos, y otros que no lo son tanto. Es una realidad. La principal cuestión es plantease si los momentos malos superan en frecuencia e intensidad, a todos los buenos momentos dentro de la pareja. Si existen los desprecios, las humillaciones, y las discusiones, ello solapa todo lo positivo que pueda proporcionarte tu relación de pareja. En esos momentos es necesario plantearse si continuar con esa relación tóxica, o no.
- Creer que debemos esperar a los cambios. Es una de las trampas de la dependencia emocional perfectas para no poner fin a una relación. Va muy unida a la afirmación de «algún día tiene que cambiar». Es una trampa emocional que parte del deseo de que las cosas vayan bien, haciendo que nos anclemos en la ilusión de un futuro mejor que tiene que llegar. Por ese motivo se crea la falta necesidad de esperar, ya que desprenderse de la persona a la cual dependemos emocionalmente, es terriblemente costoso, emocional y psicológicamente. Quizás puede que la pareja haya hecho algunos cambios, pero al final quien es como es, siempre volverá a su esencia. No podemos huir de todo aquello que somos. Por ese motivo, debemos tomar las decisiones que más nos beneficien emocionalmente. Si dependemos de una persona, y eso nos hace daño, debemos poner fin a esa clase de relación tóxica, y efectuar el correspondiente duelo.
- Ser incapaz de tomar una decisión. El momento para dejar una relación, sea del tipo que sea, nunca es el idóneo, al igual que no existe una forma perfecta para romper con nuestra pareja. La clave está en hacerlo cuanto antes mejor. No debemos esperar el momento perfecto, porque siempre encontraremos un buen motivo para prolongar la ruptura. Este tipo de asuntos hay que tratarlos de forma directa y sin titubeos. Claro está que tenemos que evitar hacer daño a la otra persona, pero con una comunicación asertiva, podremos afrontar una ruptura de un modo más constructivo. Debemos pensar si las trampas de la dependencia emocional, son realmente motivos verdaderos para postergar tu deseo de seguir con tu camino, y dejar atrás esas relaciones que tanto te dañan.
Dejar atrás la dependencia emocional
Desprenderse de todas aquellas trampas emocionales que prolongan nuestra dependencia jamás es sencillo. Son muchas las ataduras emocionales que tenemos. Dejarlas atrás supone un enorme paso, lleno de incertidumbre y miedo. Pero no podemos vivir para siempre subyugados a los demás. Tenemos que tener en cuenta nuestras necesidades, sueños y metas. Nos tenemos que cuidar más de lo que lo hacemos. Para ello es importante centrarnos en nosotros. Es importante fomentar una buena autoestima.
Relacionarnos con los demás está muy bien, pero aún es más importante, relacionarnos con nosotros mismos. SI nos queremos y nos aceptamos, los demás también lo hará. Realmente somos quien enseñamos a los demás a cómo tratarnos. Si nos tratamos con amor y respeto, los demás también lo harán.
No contemples una relación como un regalo, sino como una fuente de mejora personal, y como método para compartir un camino común con otra persona. Una relación sana no se basa en ceder y en contentar a la otra persona, sino en compartir libremente. Quizás sea hora de replantearte tu modo de relacionarte con los demás, y contigo mismo. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online
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