Duelo congelado o retardado
A lo largo de nuestras vidas experimentamos pérdidas. Perdemos trabajos, se rompen relaciones, y personas queridas fallecen. Toda pérdida nos lleva a padecer un dolor profundo e intenso. Todo ese dolor se procesa a través del duelo. Gracias a este proceso, llegamos a la aceptación, que como su propio nombre indica, es el momento en el cual aceptamos dicha pérdida y podemos afrontarla de un modo sano y constructivo. Pero hay personas que no son capaces de realizar ese proceso de duelo, y su dolor permanece de manera crónica, afectando todos los ámbitos de su vida. Es el conocido como duelo congelado o retardado.
El duelo congelado o retardado está basado en la resistencia de la propia persona que lo padece, de asumir y de afrontar su pérdida. Es tanto el dolor que llega a padecer, que le limita a la hora de tener la capacidad de intentar superar su pérdida. Por culpa de ello, se puede llegar a padecer psicopatologías asociadas, tan graves como la ansiedad o la depresión, o emociones tan negativas como la apatía o la ira. Todo ello llega a limitar la vida de quien padece este tipo de duelo patológico.
Si es cierto que toda pérdida es dolorosa, las personas que padecen este tipo de duelo, son incapaces de gestionar todo ese dolor. Suelen ser perdonas emocionalmente inmaduras, que no saben cómo afrontar todo lo que están sufriendo y sintiendo. Es volcarse totalmente en el dolor, y vivir en ello. De ese modo pueden evitar hacer frente a todo lo que están emocionalmente experimentando.
Pero como en toda patología, no se puede mirar hacia otro lado. Todo daño, todo dolor, necesita de su tratamiento. Para ello es esencial aceptar lo ocurrido, y tomar las decisiones oportunas que nos lleven a afrontar nuestra pérdida. Prolongar ese tratamiento solo intensifica nuestro dolor, y empeora las cosas. Por ese motivo, debemos responsabilizarnos de nosotros mismos, y de nuestra recuperación. Para un duelo congelado o retardado es necesario la ayuda o el apoyo psicológico.
Características de este tipo de duelo patológico
Ante una pérdida hay personas que intentan evitar el dolor que padecen, congelándolo. Se niegan a afrontar lo ocurrido, y se dejan abrazar por un sufrimiento tan intenso que les paraliza, y nos les deja vivir con plenitud. No podemos seguir con nuestras vidas cuando intentamos escapar de aquello que no hemos afrontado. Es una tarea inútil y estéril.
Cuando estamos ante una pérdida, debemos gestionarla de algún modo. Normalmente, nos enfrentamos a un proceso de duelo que nos sirve para llegar a aceptar nuestra pérdida. Una vez aceptada podemos afrontarla adecuadamente. Es un proceso que más o menos dura un año, dependiendo de cada persona. Pero cuando ese proceso no se inicia o se interrumpe, ese daño, ese sufrimiento, se queda instalado en nuestro interior, afectándonos de tal forma, que seremos incapaces de mantener una normalidad es nuestras vidas. Ese dolor se volverá crónico si no lo tratamos. Además, llegaremos a padecer una serie incontable de emociones negativas y psicopatologías asociadas, como por ejemplo la depresión, la distimia, la ansiedad, o el estrés patológico.
Intentar huir de nuestro dolor solo hace que suframos más dolor. Una pérdida es una experiencia tremendamente traumática, pero debe ser tratada. No podemos dejarnos llevar por ese dolor, ya que por mucho que queramos, nos afectará de un modo grave y conciso. No podemos mirar hacia otro lado.
El duelo congelado o retardado se nutre de la inmadurez emocional. Quien lo padece no tiene las herramientas emocionales ni psicológicas para afrontar todo el dolor que están experimentando. Una persona que no sepa cómo gestionar su pérdida está destinada a vivir bajo el yugo de su propio dolor, y ello hará que su calidad de vida y su autoestima se vea seriamente dañada. La mejor decisión, en estos casos, es pedir ayuda psicológica.
Síntomas del duelo congelado o retardado
Tenemos que entender el duelo congelado o retardado como una voluntad de evitar el dolor por una pérdida. Es un nocivo mecanismo de defensa que tiene como consecuencia una sintomatología muy característica. Y estos síntomas son:
- Percepción distorsionada de los problemas y posibles soluciones.
- Pensamientos negativos o catastrofistas.
- Irritabilidad.
- Alteraciones del sueño.
- Aparición de psicopatologías tales como la ansiedad y la depresión.
- Trastornos en el apetito.
- Alteraciones psicosomáticas como problemas en la piel, temblores, dolores de cabeza, alergias o agotamiento extremo.
- Dificultades para relacionarse. Tendencia al aislamiento.
- Visión negativa del futuro.
- Incapacidad de disfrutar del presente, y de aquello antes si disfrutaba de ello.
- Angustia emocional.
Cómo superar este tipo de duelo patológico
El duelo congelado o retardado solo hace que el dolor y sus consecuencias perduren en el tiempo. Pero como ya he dicho, todo lo que nos hace daño debe ser tratado. No se puede evitar. Al final todo ese sufrimiento sale a flote, por muy profundo que lo queramos enterrar. Todo lo que no afrontamos siempre vuelve.
Lo cierto es que nadie está preparado para afrontar una pérdida. Ya sea el fallecimiento de un ser querido, la ruptura de nuestra relación sentimental, o perder un trabajo, toda pérdida lleva cierto grado de sufrimiento. No podemos evitarlo, y debemos aprender a gestionar las despedidas. No es fácil, y se requiere de todo un proceso emocional y psicológico llamado duelo. Pero al final tendremos las herramientas para poder aceptar la pérdida y afrontar nuestro dolor correctamente. Cuando ello no es posible, y no somos capaces de gestionar un acontecimiento tan traumático, debemos plantearnos la ayuda psicológica.
Si no somos capaces de realizar un proceso de duelo de forma correcta, debemos pedir ayuda profesional. Es esencial saber cómo debemos reaccionar ante la pérdida, además de sentirnos apoyados y arropados. Jamás debemos intentar huir de nuestros problemas ni de nuestro dolor. Tenemos que afrontarlo lo mejor que podamos, y si eso no es suficiente demos tener la responsabilidad con nosotros mismos de buscar la ayuda más adecuada. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online
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