El síndrome del impostor
Cuando estamos ante un reto nuevo, lo normal es sentirnos inseguros. Nos estamos enfrentando a una situación que no controlamos, y ello siempre nos genera un gran estado de ansiedad. Normalmente debido a nuestra maduración emocional, sabemos cómo gestionar esa inseguridad inicial, pero existe un grupo de personas, que son totalmente incapaces de obtener la confianza necesaria en sí mismos para desarrollar cualquier actividad, llegando a percibirse a ella misma, como una persona poco experta o ineficaz. Es el conocido como el síndrome del impostor.
Todos nos formamos en algo. Unos son expertos en una cosa, y otros en otra. Esos conocimientos son obtenidos tanto a nivel académico como por experiencia personal. Pero cuando tenemos que exponer todo lo que sabemos, nos asusta quedar como personas poco preparadas o no aptas para ello. Esto es fruto de la falta de confianza sobre uno mismo, y el miedo a ser juzgados por los demás.
El perfil de quien padece el síndrome del impostor suele coincidir con una persona con una autoestima baja, incapaz de valorarse y quererse a si misma. Llegan a pensar que todo lo que han conseguido ha sido fruto de la suerte, y no del conocimiento y el esfuerzo que han aplicado para conseguir aquello que saben hacer.
Es tal la inseguridad que padecen este tipo de personas, que cuando tienen que mostrar sus aptitudes, sienten que están engañando a los demás. Muchas de las personas que se dedican a prestar sus servicios, hasta ganar la suficiente confianza en si mismos, suelen padecer este tipo de síndrome. Llegan a pensar incluso que están estafando a sus clientes, ya que le están pagando y quizás no puedan cumplir las expectativas. Este hecho les aterra, y les impide desarrollar todo su potencial de manera natural y correcta.
¿Por qué aparece este síndrome?
El síndrome del impostor aparece en personas totalmente inseguras y con una autoestima baja. Suelen ser personas que han sufrido experiencias muy negativas, donde se han sentido poco valorados y fuertemente juzgados desde su infancia. Realmente la inseguridad condiciona nuestra forma de pensar, actuar y sentir.
Cuando hemos sido duramente juzgados por los demás, o hemos obtenido de las personas más cercanas opiniones poco constructivas, ello nos afecta en el carácter, llegando a desarrollar una percepción alterada de nosotros mismos, creyéndonos poco fiables y competentes, más aún si nos comparamos con los demás.
Una persona con la autoestima totalmente dañada, será incapaz de darse la importancia que merece, ni realzar sus virtudes. Siempre se estarán juzgando a ellos mismos, siendo implacables con sus propios defectos y fracasos. Son el fruto de una maduración emocional inadecuada.
Las personas que han estado sometidas a tanta presión, llegan a desarrollar un modo de actuar y pensar totalmente rígida. Son incapaces de improvisar, o reflexionar acerca de sus propias emociones y sentimientos. Su máxima preocupación es estar a la altura de los que “supuestamente se espera de ellos”.
Si la autoestima es baja y existe una falta total de confianza acerca de uno mismo, ello nos hace vulnerables a la presión, a las críticas y a las opiniones de los demás. Este hecho nos afectará a la hora de relacionarnos, de actuar, y de pensar. Sobre todo, esta falta de confianza se verá con más claridad en los ambientes laborales, donde la persona está más expuesta a las valoraciones de los demás, y donde más presión emocional se puede dar.
Por último, remarcar que, las personas que sufren el síndrome del impostor, suelen ser personas tremendamente perfeccionistas y exigentes consigo mismas. No aceptar los fallos o los errores. La rigidez emocional es total en estas personas, impidiéndoles gestionar adecuadamente sus miedos.
El hecho de tener esa autoexigencia tan elevada, hace que sus niveles de ansiedad sean proporcionales, es decir, totalmente elevados, pudiéndole llevar a padecer episodios de ansiedad si este nivel de estrés se prolonga en el tiempo. Por ese motivo, es esencial tratar esa inseguridad y baja autoestima, no solo para superar el síndrome del impostor, sino para mejorar la salud psicológica y emocional.
Cómo superar el síndrome del impostor
El síndrome del impostor se nutre de la inseguridad y del perfeccionismo. La persona que lo padece nunca cree estar a la altura de las circunstancias. Se considera un auténtico impostor. Es por ello que cree no merecerse sus logros y éxitos. Sentirse incompetente daña enormemente la autoestima de quien se percibe así.
Realmente quien padece este síndrome teme al fracaso, y teme a ser juzgado por sus defectos o sus fallos. Nunca cree que será lo suficientemente bueno para ser considerado como tal. Pero solo es una falta de confianza en sí mismos, ya que poseen las capacidades y los conocimientos para hacer aquello que desempeñan.
Para superar este síndrome es esencial hacer las paces con nuestro pasado. Las opiniones o los juicios de los demás no tienen por qué determinarnos. Somos mucho más que eso. Por ese motivo es necesario volver a reconstruir la autoestima, y ganar la confianza necesaria para no tener miedo a mostrar sus conocimientos y aptitudes.
Las experiencias negativas del pasado se pueden superar. Si ellas han determinado como nos percibimos a nosotros mismos, debemos realizar todo un ejercicio de reflexión y autoconocimiento para poder cambiar esa percepción errónea y dañina. Para todo ello es necesario la ayuda psicológica, ya que difícilmente podremos gestionarlo por nosotros mismos.
Una vez obtenido las herramientas y estrategias que nos ayuden a gestionar nuestra confianza acerca de nosotros mismos, podremos aceptarnos tal y como somos, y podremos disfrutar de todos nuestros éxitos y logros. Siendo emocionalmente fuertes, gestionaremos mejor las críticas, y aceptaremos los elogios. Una autoestima sana hace que caminemos de un modo más firme.
Y por último, para romper con la inseguridad, debemos aferrarnos a cada pequeño logro que consigamos. Cada paso cuenta. Así que disfruta del camino, y no te detengas por el miedo a fracasar. No permitas que los miedos te paralicen y se adueñen de ti. Eres una persona valiosa, con muchísimo que ofrecer. Así que, ¡adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online