Estrés y depresión

Estrés y depresión

El estrés normalmente siempre se relaciona con la ansiedad. Cuando uno está sometido a grandes niveles de estrés durante un tiempo prolongado, se desarrolla irremediablemente, un cuadro de ansiedad. Pero lo cierto es que el estrés y depresión están estrechamente relacionados.

Cuando estamos expuestos a un estrés intensivo, podemos también desarrollar un cuadro depresivo. Ante las adversidades, hay personas que caen en una profunda tristeza desencadenada por una preocupación constante, la angustia y el cansancio mental. Todos esos factores unen al estrés y depresión.

Debemos pensar que el estrés es un estado de alerta fruto de situaciones que nos sobrepasan y merman nuestra salud, tanto física como mentalmente. Al estar expuestos a situaciones muy adversas nos podemos ver sometidos a un nivel de exigencia patológica, y ello hace que nuestro estado anímico se vea seriamente dañado.

Ante una situación de gran estrés podemos caer en el desánimo, el bloqueo, o la falta de energías. Todo ello por estar ante situaciones que no podemos gestionar adecuadamente, sintiéndonos totalmente perdidos.

Cuando no podemos controlar nuestro estrés, esa situación puede dañar seriamente nuestro estado de ánimo, como he apuntado, pudiendo caer en un trastorno depresivo. Además, podemos ver afectado todos los ámbitos de nuestra vida (relaciones, trabajo, estudios, etc.), y ver dañada de igual modo nuestra autoestima.

Diversos estudios han apuntado que cuando nuestro organismo está expuesto a grandes niveles de estrés, ello afecta a la segregación de la dopamina, la hormona encargada de regular nuestro estado de ánimo. Cuando existe un parón repentino de dicha hormona, nuestro estado anímico decae hasta llegar a desarrollar un cuadro depresivo. Es uno de los motivos principales para afirmar que existe una relación directa entre en estrés y depresión.

Las exigencias como productoras de estrés

Todos tenemos ciertos deberes y obligaciones que realizar a lo largo del día. A veces nos exigimos más tareas de las que podemos abarcar. Cuando no somos capaces de llegar a todo, nos frustramos, y caemos en un estrés enfermizo. Queremos hacer más de lo que podemos, y ello solo hace que nuestro cuerpo y nuestra mente se resienta.

Además de las exigencias, existen multitud de adversidades que nos pueden surgir, y de las que no tenemos ningún tipo de control. Es por ese motivo, que es fundamental que al menos rebajemos nuestras exigencias diarias, porque eso sí podemos controlarlo, y de ese modo, disminuiremos nuestros niveles de estrés.

Los efectos del estrés en la dopamina

Como ya he apuntado anteriormente, cuando estamos expuestos a altos índices de estrés, nuestro organismo deja de segregar dopamina. Esta hormona nos ayuda a regular nuestro estado de ánimo. Por tanto, cuando hay un déficit de esta hormona, caemos irremediablemente en una depresión

Siempre es positivo tener algo de estrés en nuestras vidas. Nos permite estar activos y en estado de alerta. El problema es cuando este estrés se prolonga en el tiempo. El estrés y depresión se ven unidos en ese momento, en el cual no somos capaces de gestionar la situación que nos está afectando.

Debemos pensar que cuando estamos ante una situación que nos genera estrés, la dopamina es liberada por nuestro organismo para aportarnos la energía que necesitamos, y de ese modo poder afrontar el día a día de un modo más eficiente. Pero cuando ese estrés se mantiene en el tiempo de manera intensa, surgen los verdaderos problemas. Cuando nuestro cerebro no recibe la suficiente dopamina, caemos en la desmotivación, el desánimo, en el mal humor y en la más profunda apatía.

Si es cierto que la relación entre el estrés y depresión es una realidad, también debo señalar que es solamente un desencadenante más. Desarrollar un estado depresivo también depende de factores como nuestra predisposición genética o nuestra actitud ante la adversidad, entre otros.

Sea como sea, el estrés, sin duda, genera cambios en nuestra mente y en nuestro organismo. Si bien estamos diseñados para soportar cierto grado de estrés, cuando este es demasiado elevado, surgen ciertas patologías, y entre ellas, la depresión. Por ese motivo, debemos hacer todo lo posible por no caer en un estrés patológico.

Eliminar el estrés para superar la depresión

Para poder eliminar el estrés de tu vida y de ese modo mejorar tu estado de ánimo, puedes seguir las siguientes estrategias:

  • Simplifica. No intentes hacer las cosas de un modo complicado. No des tantas vueltas a las cosas, y haz aquello que puedas hacer. No busques la perfección, simplemente actúa.
  • Sé optimista. Es esencial para reducir el estrés y depresión, tener una buena actitud. Cuando encaramos la vida con optimismo tenemos más energías para afrontar cada situación. Mejoraremos con ello nuestro estado anímico y nuestra autoestima.
  • Mejora tu autoestima. Quiérete tal y como eres. Identifica como sueles afrontar las situaciones, y mejora todo aquello que puedas mejorar. No seas exigente contigo mismo, y deja que todo fluya.
  • Ten hábitos saludables. Es esencial para no caer en el estrés y depresión que tengamos unos buenos hábitos. Cuida tu mente y tu cuerpo. Vigila tu alimentación y tu higiene de sueño. Ello te ayudará a tener un estado de ánimo propicio para afrontar cualquier situación.
  • Planifica tu día a día. Tener una buena organización es esencial para no caer en el estrés. Sabrás qué hacer en cada momento y evitarás que las tareas se acumulen.
  • Pide ayuda. Cuando el estrés esté afectando a tu vida, pide ayuda profesional. Tener un apoyo terapéutico es primordial para mantener un buen estado de ánimo. Si estás en una situación que no puedes afrontar por ti mismo, busca el apoyo que necesitas.
  • Desconecta. Cada día busca un momento y un lugar solo para ti. Un lugar que te permita desconectar y estar contigo mismo. Es la mejor opción para cuidar de tu salud física y mental, y alejar el estrés.
  • Haz actividades positivas. Haz todo aquello que te permita sentirte bien, y pueda reducir tus niveles de estrés diarios, como pintar, dibujar, o hacer deporte, por poner algunos ejemplos.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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