Las heridas que produce la humillación
Hay heridas que nos rompen el alma, y cuando alguien atenta contra todo aquello que somos, ese dolor y el eco que produce, retumba para siempre en las víctimas de este tipo de agresión. Alguien que ha crecido bajo humillaciones constantes, se ha desarrollado bajo un sufrimiento incalculable. Y eso es así porque cuando somos pequeños no sabemos como gestionar cualquier maltrato, y no tenemos herramientas para afrontar nuestro dolor. Por todo ello, si hemos sido víctimas, o si un día lo llegamos a ser, debemos saber cómo afrontar la humillación.
Un niño que ha sido humillado se convertirá en un adulto herido. Esas heridas son persistentes y acompañarán a la víctima durante toda su vida, o por lo menos hasta que no las trate de un modo terapéutico. Quien ha recibido esa clase de maltrato, lo puede incluso normalizar, porque es todo lo que ha vivido, y no conoce el calor, ni la protección, ni el amor de las personas más cercanas y queridas. Por tanto, puede buscar relaciones donde la otra persona le humille, y en cierta medida, le confirme que se merece ese trato. El dolor nos lleva a menudo por caminos equivocados.
Es muy complicado aceptar para una víctima, que ha sido humillada por las personas más cercanas y queridas para ella. Todos necesitamos los cuidados, el cariño y la protección de los demás, más aún cuando somos pequeños y no tenemos las herramientas para desenvolvernos por nosotros mismos. Así que, si en esas edades las víctimas reciben humillaciones por parte de quien está a su lado, al final normalizarán esos malos tratos, y su autoestima se verá dañada para siempre. Si de las personas en las que más confías y quieres, solamente recibes un trato inadecuado, creerás que si te humillan es porque te lo mereces. Es una herida emocional que estará ligado a la víctima hasta que no se le trate psicológicamente. Porque la terapia es la única vía efectiva para tratar esta clase de heridas del alma.
Las heridas emocionales de la infancia
La inmensa mayoría de las heridas emocionales que arrastramos a lo largo de nuestra vida, tiene su origen en la infancia. En esas edades tempranas no sabemos como podemos gestionar todo aquello que nos ocurre, y es por ello, que nos es imposible poder afrontar un maltrato como es la humillación. Las víctimas de este trato denigrante no son capaces de aceptar que su malestar emocional es causa de todas las agresiones recibidas, porque para ellos, eso en su momento era un trato normal, por parte de las personas que le rodeaban.
Las heridas emocionales de la infancia son realmente persistentes. Las víctimas de cualquier maltrato, como son las humillaciones, desarrollan una autoestima enferma y dañada, percibiéndose como personas no válidas, y se merecen que los demás les humillen. Además, aprenderán a reaccionar de un modo determinado, y cuando se les presente situaciones o personas que le recuerden todo lo sufrido, reaccionará de igual modo, y reviviendo el mismo dolor. Por todo ello, debemos aprender cómo afrontar la humillación.
Origen de las heridas producidas por la humillación
Tenemos que entender que cuando somos pequeños no tenemos recursos para desenvolvernos, ni gestionar todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Dependemos totalmente de nuestros mayores, y buscamos en ellos las atenciones, el cariño, y la protección que necesitamos en esas edades. Pero cuando a un niño se le empieza a criticar por todo, a reprochar o a humillar, entonces ese niño se desarrollará bajo ese maltrato. Y no hay nada más doloroso que ser maltratado por las personas que más tienen que amarnos, como son nuestros progenitores.
Si un niño se hace pipi en la cama, o se mancha la ropa a menudo, o no es tan bueno en algo como otro niño, se le reprocha y se le humilla, eso le generará una serie de heridas emocionales que le harán cuestionarse toda su valía. Un niño acepta la opinión de sus mayores como algo verdadero, y crecerá creyéndose que es cierto todas esas opiniones y críticas hacia él. Un niño que ha sido maltratado se convertirá en un adulto herido, y todo lo que haga estará condicionado a esas vivencias, pudiendo desarrollar una personalidad tóxica, que le afectará tanto a él como a toda persona de su alrededor. Por todo ello, es necesario aprender cómo afrontar la humillación.
Cómo se manifiesta estas heridas
Una persona que ha sufrido la humillación como forma de maltrato, presenta una serie de señales que indican todo lo que está sufriendo, y cuanto es su gran dolor. Gracias a ello, podemos identificar a las víctimas de este tipo de agresiones, y si has sido víctima, podrás reconocer cada una de estas señales. Y estas son:
- Tener una autoestima baja. Las personas que han sido humilladas suelen desarrollar una percepción negativa acerca de si mismos y de su valía. Son incapaces de aceptarse, y creen que el maltrato que han padecido se lo merecen.
- Sentirse avergonzado de uno mismo. Una persona con una autoestima tan dañada, no se valorará ni se querrá lo suficiente para saber como frenar las humillaciones de los demás. Se sentirá tan avergonzada de ella misma, que se dejará humillar por toda persona que quiera maltratarle de esa forma.
- Sus relaciones serán tóxicas. Normalmente, las personas heridas buscan a personas que le reafirmen todo aquello que sienten acerca de ellas. Es decir, las personas que han sido humilladas buscarán a personas que las humillen. De ese modo, tendrá la aprobación de lo que cree que es ella misma y de lo que vale.
- Ser crítico consigo mismo. Tenemos que entender que son personas que siempre han recibido reproches y críticas agresivas, por las personas más cercanas y queridas. Por tanto, no soportan errar o fallar, porque eso les hace revivir el dolor de cuando le recordaban lo imperfecto que es.
- Su personalidad es dependiente. Como su percepción acerca de ellos mismo es negativa, y siempre le han remarcado todo lo malo que hay en ellos, buscarán siempre la aprobación y la aceptación de los demás. Para conseguir eso, estarán dispuestos a hacer lo que sea para tenerlo, incluso someterse a los demás.
- Hipersensibilidad. Al ser personas heridas, cualquier comentario, o cualquier gesto de los demás que lo perciba como un ataque, le hará ofenderse. No soportan las críticas, ni tan siquiera que les pueda llevar la contraria. Son personas muy sensibles.
- Estado de ánimo bajo. Su sufrimiento y su dolor siempre ha sido muy elevado para esta clase de víctimas. Es muy común que su estado anímico sea muy bajo, y ello les lleve a sufrir episodios depresivos graves e intensos.
- Padecimiento de ansiedad. Cuando alguien percibe todo como algo negativo y hostil, comenzará a padecer un gran nivel de estrés. Ese estrés prolongado en el tiempo dará paso a la temida ansiedad. Las personas emocionalmente heridas suelen padecer cuadros ansiosos, y percibirán todo como un ataque hacia ellos.
Cómo afrontar la humillación
Para que una persona sepa cómo afrontar la humillación como herida emocional, debe en un primero lugar, identificar qué le ocurre, y de ese modo, aceptar su dolor. Sin duda, poder reconocer el propio sufrimiento, y que lo causa, es realmente difícil. Pero como ocurre con cualquier herida del alma, al no sentirnos bien, aunque no sabemos el porqué, debemos buscar ayuda. Quizás de ese modo, nos sea más sencillo tomar consciencia de nuestro dolor.
Aceptar que las personas más queridas y cercanas han sido capaces de hacernos tanto daño, y con sus humillaciones han apagado todo lo que somos, que eso dificulta el hecho de buscar ayuda terapéutica para poder sanar esas heridas. La terapia, sin duda, nos ayuda a reconstruir todo lo que somos, y volver a sentirnos bien. Así que, en estos casos, no podemos buscar atajos, ni intentar mirar hacia otro lado. Si nuestro pasado nos sigue haciendo daño, debemos afrontarlo. Es el único modo de sanar todas las heridas de nuestra alma. Debemos apostar por nosotros, y superar todo ese dolor que no nos deja avanzar. Para ello es necesario apostar por la terapia. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online
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