No debemos echar la culpa a los demás
A lo largo de nuestras vidas, vivimos multitud de experiencia. Algunas son buenas y constructivas, y otras de carácter más negativo. Pero todo aquello que hacemos forma parte de nuestras decisiones, y estas están siempre tomadas libremente. Por ello debemos responsabilizarnos de todas nuestras acciones, y no debemos echar la culpa a los demás.
Es cierto que, existen cosas que escapan de nuestro control, como por ejemplo, las acciones y sentimientos de los demás. Cada uno es dueño de sí mismo y de todo aquello que hace. De todo aquello que tenemos un control personal y total, somos responsables. Todo lo que parte de una decisión libre, es responsabilidad nuestra, y no debemos echar la culpa a los demás. Tenemos que responsabilizarnos de nosotros mismos, y de todo aquello que nace de nosotros.
Existen personas incapaces de soportar el peso de la culpa, e intentan no responsabilizarse de sus actos por todos los medios posibles. Son esa clase de personas que jamás aceptan las culpas, y se la echan a los demás con tal de esquivar las posibles consecuencias de sus errores. Suelen ser personas con muy baja autoestima, y sobre todo un grado de maduración emocional tan bajo, que son incapaces de soportar sus responsabilidades.
Hay multitud de cosas que no podemos controlar, y no sirve de nada intentar manipular algo o alguien. Eso solo nos aportará dolor, angustia y trastornos relacionados como la ansiedad. No podemos controlarlo todo, ni debemos intentarlo. Por tanto, solo debemos centrarnos en nosotros y en todas esas cosas que podemos controlar, y todo lo que esté bajo nuestro control, es nuestra responsabilidad. No debemos echar la culpa a los demás cuando nos equivocamos, o cuando algo no sale cómo esperábamos. Somos dueños de nuestras acciones, y por ello, tenemos que ser consecuentes con las consecuencias de nuestros actos, y de nuestras palabras.
Echar la culpa a los demás es solo una excusa
A veces tenemos que tomar ciertas decisiones que son extremadamente difíciles. Aunque tengamos la total libertad para actuar cómo queramos, existen ciertas decisiones que son altamente transcendentales para nosotros y todo aquello que nos rodea. Ante ello podemos equivocarnos o acertar, todo dependerá del camino que tomemos. Pero al final, todo dependerá de nosotros y de nuestras capacidades, y de nada sirve echarle la culpa a los demás.
Cuando echamos la culpa a los demás de nuestras propias responsabilidades y decisiones, es porque intentamos por todos los medios de quitarnos de encima, la pesada carga que significa la responsabilidad, y de ese modo nos excusamos acerca de nuestras malas decisiones. Todo lo que sale de nosotros dependerá de nosotros, y de nada sirve intentar pasarle a los demás esa carga. Es nuestra y debemos aceptar la responsabilidad que nuestras decisiones acarrean.
No podemos escudarnos en los demás. Si algo no nos sale bien, debemos averiguar el porqué. Tenemos que aprender de nuestros errores, y sacar de ellos las lecciones necesarias, para no volver a repetirlos. No sirve de nada intentar echar la culpa de todo lo malo que nos ocurre a los demás. Es cierto que los demás pueden dañarnos, pueden salpicarnos con sus acciones, pero somos nosotros quien permitimos si algo nos daña o no. Tenemos la capacidad de no dejar que las actuaciones o acciones de los demás puedan hundirnos.
Así que, si algo nos sale mal, no debemos caer en la trampa de echarle la culpa de ello a los demás, a cualquier circunstancia, o incluso a la suerte. A veces las cosas salen mal por nuestra propia culpa, y otras por la razón que sea. Cuando pasamos por un fracaso o una adversidad, debemos aprender de ello, sacando todas lecciones que de ello podemos sacar. Es la forma más constructiva de afrontar las adversidades. De nada sirve tomar una actitud negativa y lastimera. Debemos tener la maduración emocional suficiente para afrontar todo aquello que nos daña o nos perturba. Por ese motivo, no caigas en la trampa de excusarte en los demás. Afronta todo aquello que debas afrontar, y aprende de todas tus caídas.
¿Podemos controlarlo todo?
Quizás por inercia, todos intentamos tenerlo todo bajo control. Ello nos aporta seguridad y confianza. Pero la vida siempre da unos giros inesperados que lleva al traste todo ese trabajo previo. No se puede controlar nada. No podemos controlar a nadie. Las cosas y aquello que depende de los demás, no se pueden controlar. Por tanto, solamente podemos controlar aquello que hacemos, ni siquiera nuestros sentimientos. Así que, es inútil querer controlarlo todo.
Intentar controlarlo todo es algo imposible, como ya he indicado. Intentar que todo esté bajo nuestro control, solo hará que nuestro nivel de ansiedad se eleve de forma patológica. Los cambios, aquello que hacen los demás, o la aparición de adversidades, es algo que escapa de nuestro control. Así que, emplear toda nuestra energía en mantener un cierto control de las cosas y de las personas que nos rodean, es tan hercúlea como estéril. No se puede controlar nada que no sea lo que nosotros hacemos.
De ese modo, no debemos echar la culpa a los demás de nuestros sufrimientos y angustias. Las demás personas actúan como quieren actuar, y ello escapa de nuestro control. Lo que sí que podemos controlar, es cómo nos afecta aquello que hace los demás. Eso sí que podemos decidirlo, y tomar medidas al respecto.
Debemos responsabilizarnos, no echar la culpa
Por muy mal que nos vayan las cosas. Por mucho que suframos en un momento determinado, no debemos echar la culpa a los demás. Todo está en nuestra mano. Quizás no podemos controlar las vicisitudes propias de la vida, o aquello que nos demás hacen contra nosotros. Cada quien toma sus decisiones. Pero sí que puedes controlar cómo te afectan las adversidades o las relaciones tóxicas que mantienes.
No quiero decir que seamos insensibles a todo lo malo que nos pueda suceder, sino que afrontemos la oscuridad de la mejor manera posible, y con el mejor ánimo que podamos tener. Y si no somos capaces de gestionar todo ese dolor y todo ese sufrimiento, tenemos que tener la responsabilidad suficiente para buscar la ayuda más adecuada. Porque al final, somos nuestra responsabilidad, y nuestro bienestar depende de nosotros.
Si algo te va mal, no le eches la culpa a los demás. Responsabilízate, y toma las decisiones que debas tomar. Nadie puede vivir por ti, ni tomar las decisiones que tú debes tomar. Así que, aprende a ser responsable y garantizarte tus necesidades emocionales. No dependes de nadie, por eso no debemos echar la culpa a los demás. Somos los responsables de nuestras decisiones, y somos responsables de nuestro destino. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online
Absolutamente cierto todo este análisis . Las personas nos apoderamos de situaciones que se vuelven un círculo vicioso de penas y tormentos pero no afrontamos que nosotros mismos lo Creamos , sosteniéndonos en relaciones o vínculos que no tienen más solución que apartarnos
Estimada Eli. Es cierto que a menudo no sabemos poner los límites necesarios, cosa que otras personas pueden aprovecharse de nosotros. Gracias por tu reflexión. Un saludo 🙂