Perder peso y emociones
Las emociones juegan un papel fundamental a la hora de perder peso, como así lo confirma una encuesta realizada a 1328 psicólogos en EE. UU., por el Consumer Reports National Research Center (Abril 2013) en colaboración con APA (Asociación Americana de Psicología).
Según la mayoría de profesionales consultados, prestar atención al papel que juegan las emociones en la ganancia y la pérdida de peso es fundamental a la hora de afrontar con éxito una dieta.
Comer emocionalmente
Imagina por un momento que acabas de finalizar tu jornada laboral. Estás totalmente agotado. Además, ha sido un día terrible. Has discutido con un compañero. Tu jefe te ha llamado la atención. Y llegas a casa totalmente hundido. ¿Qué haces entonces? ¿Intentas desahogarte con quien esté delante en ese momento (tu madre, tu pareja…)? ¿O te diriges a la nevera y coges algo sabroso que te recompense ese día tan duro que has pasado?
Si eres del primer grupo, actúas de forma recomendable, es necesario poder argumentar con alguien tus problemas con tal de sentirte reconfortado. Las personas que se encaminan hacia la nevera, intentan sentir el consuelo emocional que necesitan mediante la comida.
En definitiva, el peso está ligado a las emociones, ya que estás pueden alterar nuestros patrones de ingesta alimentaria. Por ese motivo, si queremos perder peso debemos hacer caso a nuestras emociones. Un bienestar emocional se traduce en un bienestar físico.
¿Qué significa comer emocionalmente?
Comer emocionalmente es el uso de los alimentos como forma de afrontar las emociones en lugar de como forma de calmar el hambre. Todos hemos acabado una bolsa de patatas por aburrimiento, o hemos tomado más cafés de la cuenta mientras estudiábamos. Pero comer según las emociones que estemos experimentando en ese momento afectará a nuestro peso, nuestra salud y nuestro bienestar general.
La comida siempre ha sido culturalmente un signo de recompensa. Cuando un niño hace algo bien se le recompensa con chucherías. Crecemos con esos patrones de comportamientos alimentarios, donde la comida es la recompensa, y comer según qué alimentos en un momento negativo nos puede hacer sentir bien.
Es importante reconocer que nuestras emociones son las causantes de nuestros patrones de conducta alimentarias. Gracias a ellos podemos llegar a “desaprender” dichas conductas, con tal de no asociar bienestar emocional con comida. Si has tenido un día horrible o estás pasando por un mal momento, la comida no es la solución, ya que ella se encuentra en la argumentación de tus emociones, es decir, desahogarte con alguien cercano o tener ayuda profesional si se requiere.
Alimentos que nos “consuelan”
Diversos estudios indican que ciertos alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares permiten que en ciertas zonas cerebrales haya una actividad química que nos produce el consuelo momentáneo que esperamos.
En dichos estudios nos indican que las personas contentas prefieren las comidas más saladas (pizzas, galletas saladas, etc.), y las personas que sientes tristeza prefieren los helados y el chocolate. Por ello se sabe que el cerebro necesita de azúcares como recompensa cuando estamos tristes.
Hambre emocional
Todos somos, hasta cierto punto, comedores emocionales. Todos, por ejemplo, hemos encontrado un recoveco en el estómago para el postre después de una abundante comida. Pero en algunas ocasiones, comer emocionalmente puede generar serios problemas de salud, provocando aumentos de peso, ciclos de atracones, y dietas draconianas.
El gran problema de comer emocionalmente, aparte de los problemas de salud, es el hecho de que las emociones que desencadena ese apetito, siguen ahí una vez después del atracón, e incluso puedes llegar a sentirte peor por el hecho de haber ingerido un determinado alimento o una determinada cantidad de él. Por eso es importante reconocer el hambre física de la puramente emocional.
Rompe el ciclo para perder peso
Controlar la conducta alimentaria sujeta a las emociones implica que debes controlar tu estado emocional mediante otras formas, como por ejemplo reflexionar acerca del porqué se come ciertos productos en ciertas circunstancias. Ello te ayudará a reconocer qué te empuja a esas conductas alimentarias.
Puedes, por ejemplo, una vez que llegues a casa, preguntarte si tienes realmente hambre, o si quieres picar algo por otro motivo. Si todo apunta a que tienes hambre real, come algo saludable para aguantar hasta la hora de la cena. Pero si compruebas que tu hambre responde a un intento de consuelo emocional, piensa el porqué, evita comer productos poco saludables, y reflexiona si necesitas ayuda.
Para perder peso pide ayuda
Aunque lleguemos a entender qué nos pasa, muchos de nosotros seguiremos necesitando ayuda para romper el ciclo de comer emocionalmente. No es nada fácil, sobre todo cuando el hecho de comer emocionalmente ha provocado problemas de sobrepeso y autoestima.
Acepta toda la ayuda que necesites. La terapia psicológica es efectiva en estos casos donde para evitar comer en exceso o de un modo poco saludable se debe aprender a gestionar nuestras propias emociones. La ayuda médica también es necesaria para seguir un patrón dietético efectivo y tener un control médico al respecto. También puedes recurrir a la ayuda de un preparador físico con tal de hacer un deporte acorde a tus necesidades y que te ayude en el proceso. Puedes perder peso si te lo propones.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online
Muy interesante todo el artículo! Me sorprende , aunque es sabido que el estado de ánimo influye todo el tiempo!!
Gracias!!!!
Muchas gracias Mirta 🙂