Que el dolor no controle tu vida
A todos nos han dañado alguna vez en nuestras vidas. Incluso puede ser que nosotros hemos hecho daño a los demás en algún momento. Tanto si nos han dañado como si hemos dañado a alguien, ese acto ha podido ocurrir de un modo inconsciente o consciente. Es decir, puede ser intencionado o no. De cualquier forma, que el dolor no controle tu vida. No cargues con ese peso. Perdona a los demás, y perdónate a ti mismo.
Lo cierto es que cada persona da la importancia que para ella tiene, las circunstancias que vive. A cada uno le duele ciertas cosas más que otras. El grado de daño que podemos recibir es muy relativo. Todo dependerá de cómo lo percibimos. Pero si algo nos hace daño, debemos prestarle a ese dolor la atención que requiere. Cualquier herida emocional debe ser tratada para poder continuar, si no ese dolor controlará toda nuestra vida.
Es totalmente necesario que seamos capaces de liberarnos de cualquier dolor que no nos permita seguir con nuestras vidas. No podemos ser esclavos de él. La vida es demasiado corta para soportar esa carga. Que el dolor no controle tu vida. Es cierto que resulta muy complicado afrontar el daño emocional que podamos sufrir, pero es el único método para poder sanar esas heridas tan profundas en el alma. El dolor de pasado, si no es tratado, puede determinar nuestro presente. No lo debemos permitir.
Deja que tu dolor se exprese
Es una creencia muy generalizada el hecho de contemplar el dolor como algo negativo, y que debemos evitarlo a toda costa. A nadie le gusta sufrir, esa es una verdad universal, pero también lo es el hecho de que a menudo convivimos con el dolor. De ese daño emocional tenemos la obligación de sacar valiosas lecciones.
Existen dos posturas acerca del dolor: o intentar acallarlo, o dejar que se exprese libremente. La primera es irreal. No podemos callar nuestro dolor interior. Si no se trata siempre permanecerá allí, e irá presentándose en todas las situaciones adversas. Lo más positivo es dejar que ese dolor nos diga aquello que nos tiene que decir y enseñar. De ese modo podremos gestionarlo, y esas experiencias nos servirá para afrontarlo todo. No dejes que el dolor controle tu vida.
Es bueno afrontar el dolor. Lo es también cometer errores, y llorar para vaciar nuestro interior de todo ese sufrimiento. De las experiencias dolorosas tenemos que aprender. Si no no sirven para nada, solo para sufrir sin más. Es siempre positivo, aprender que nuestro viaje vital está lleno de subidas y descensos. Y esos descensos nos enseñan como tenemos que volver a levantarnos.
No permitas que el pasado siga haciéndote daño
Cuando estamos en una situación totalmente adversa y dañina, tenemos la sensación de que no podemos salir de ese pozo oscuro por nosotros mismos. En muchas de esas ocasiones, nosotros mismos tenemos las herramientas para salir de ello, y cuando no somos capaces de emplearlas es porque no hemos conseguido superar nuestro pasado.
El dolor del pasado siempre vuelve a nuestro presente cuando no ha sido tratado adecuadamente. Al no superar ese dolor quedará alojado en nuestro interior, y llegará a determinar nuestras experiencias presentes y futuras. Por eso, que el dolor no controle tu vida. No puedes permitirlo. El pasado no puede volver hacerte daño si no le dejas.
Sabremos que hemos conseguido liberarnos del dolor de nuestro pasado, cuando miramos hacia atrás, y descubrimos que es solamente un recuerdo, pero que ya no nos duele, ni consigue controlarnos. Antes de ir con esa pesada carga, debemos perdonar y perdonarnos, según sea cada caso.
Perdona y deja atrás el pasado
Cuando alguien consigue dañarnos, nuestra reacción inmediata es no querer perdonar a esa persona. Nos podemos llegar a sentir profundamente ofendidos, decepcionados, y dolidos. Es una reacción muy común, pero que esconde una gran desventaja.
La emoción que aparece después de que alguien no haga daño es el rencor. El rencor es una emoción que solamente nos destruye a nosotros mismos. La otra persona ni siquiera sabe cómo nos sentimos. Ese resentimiento nos va oscureciendo por dentro. Es una pesada carga que debemos dejarla atrás por nuestra propia salud emocional.
El rencor solo produce más dolor, y fomenta el daño que alguien nos ha hecho. Cuando alguien nos daña inconscientemente, debemos hablar con ella e intentar resolver la situación. Si alguien nos daña intencionalmente, debemos plantearnos alejarnos definitivamente de esa persona. Una persona que daña porque sí, debe permanecer lo más lejos posible de nosotros.
En un caso u otro debemos perdonar. Da igual, si esa persona nos ha hecho daño queriendo o no, tenemos que deshacernos de esa carga que supone el rencor. Y ello solo se consigue mediante el perdón. Perdona y sigue tu camino. Que el dolor no controle tu vida.
Cuando hablo de perdonar no me refiero a seguir como si nada con esa persona. Ni siquiera de permanecer a su lado, sino de liberarnos de esa carga emocional que supone tener rencor. Perdona, la vida es demasiado corta para dar paso a emociones tan negativas como es la ira y el propio rencor. No dejes que ese sufrimiento permanezca en tu vida.
También debes perdonarte a ti mismo. Nosotros a veces nos hacemos daño, o podemos hacer daño a los demás. En esos casos no seas muy severo contigo. No te juzgues demasiado, y perdónate lo antes posible. Todos fallamos y erramos, y no pasa nada. Aprende de tus errores, y remedia en lo posible el daño que has podido hacer, o hacerte a ti mismo. Es un hecho tan importante como es el perdonar a los demás.
No dejes que el dolor controle tu vida
El dolor, si no lo tratamos adecuadamente, acaba por controlar nuestras vidas. No obstante, siempre estamos a tiempo de afrontar ese dolor y recuperar el control. Al final somos nosotros mismo quien tenemos el timón, que nos permite dirigirnos hacia dónde queremos ir. No podemos vivir eternamente sumergidos en el dolor.
Tenemos que afrontar todo aquello que nos perturba y nos hace daño. Es muy importante, ya que tenemos que viajar por nuestra vida con una maleta, llena de sentimientos y emociones positivas y útiles. De ese modo lograremos desprendernos de todo aquello que no nos sirve y nos daña.
De todo lo sufrido debemos aprender. De ese modo podremos recuperarnos de ese dolor, y aprender a no caer en ello de nuevo. No permitas viajar con esa pesada carga. Que el dolor no controle tu vida jamás. No lo permitas. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online