Qué son las discusiones en escalada

Qué son las discusiones en escalada

Todos hemos tenido alguna discusión con alguien en alguna ocasión. Al principio quizás todo se base en un intercambio de opiniones sin más, pero a veces esa pequeña discusión va ganando en intensidad llegando a convertirse en un gran conflicto que puede hace peligrar nuestra relación con la otra persona, y perdernos en un abismo de emociones tan negativas como es la ira o la rabia. Son las denominadas discusiones en escalada.

Realmente este tipo de discusiones esconden un auténtico peligro porque nos transforman, y nos hacen caer en emociones tales como la rabia o el rencor. Todo ello hará que nos volvamos más agresivos y digamos cosas que quizás jamás tendríamos que decir. También las discusiones en escala nos lleva a escuchar de la otra personas ofensas que pueden hacernos mucho daño, y hacer peligrar nuestra relación con esa persona, sea la relación del tipo que sea.

Una discusión mal gestionada nos puede llevar a la violencia más extrema, y es algo que no podemos permitir. Cuando damos nuestra opinión debemos hacerlo con respeto y tranquilidad, al igual que ocurre cuando escuchamos la postura de la otra persona. Todo intercambio de ideas u opiniones debe estar sujeto a una serie de normas de carácter constructivo, como es el modo de hacerlo o el respeto mutuo. Cuando se pierden las formas, esa misma discusión puede llegar al abuso, al insulto o la violencia física, y eso no lo podemos permitir.

Cuando perdemos el control, algo se rompe en nosotros. Tenemos que ser lo suficientemente responsables y maduros para establecer una discusión, sin dejar que todo se intensifique y acabe por convertirse en verdadero conflicto. Las discusiones en escalada esconde una necesidad por ejercer el poder sobre otra persona, y eso ya no es una discusión, sino la liberación de la violencia.

Qué esconden las discusiones en escalada

Toda aquella persona que pierde el control, y comienza a ser violento cada vez que alguien le lleva la contraria, es debido a que tiene serios problemas personales que debería resolver. Todos podemos sentirnos ofendidos en algún momento, o no estar de acuerdo con alguien, pero lo gestionamos de la manera más constructiva posible. Las discusiones deben darse bajo premisas tales como el respeto, o la escucha activa, nunca podemos permitir que ese intercambio de ideas u opiniones ganen intensidad y haga aparición la violencia.

Las personas que suelen discutir de un modo agresivo esconden problemáticas tales como la baja autoestima, la falta de seguridad en si mismos, la ansiedad, o la depresión. Cuando una mente está subyugada a estos trastornos, no puede mantener una discusión constructiva porque sus problemas aflorarán en ese momento, y su discurso ganará en intensidad, pudiendo atacar verbalmente e incluso físicamente a la otra persona.

Así que, si eres una persona incapaz de mantener una discusión tranquila y constructiva, deberías solucionar aquello que te empuja a perder el control. Y por el contrario, si eres una persona que puede intercambiar opiniones sin perder la compostura ni dejar que suba de intensidad, entonces no permitas que nadie te ataque o intente imponerte su voluntad. Toda discusión debe realizarse entre iguales y con el mayor respeto posible.

Cuando una discusión se vuelve violenta

Toda discusión en escalada nos lleva a un intento de anular y someter a la otra persona, es decir, se convierte en un deseo de poder, y eso siempre nos llevará a la violencia más absoluta. Si bien toda discusión constructiva debe estar sometida a unas reglas básicas de respeto y buenas formas, aquellas que aumentan en intensidad nos lleva a tener discusiones que al final hieren y hacen daño.

Las personas que se dejan llevar por las emociones y se meten en discusiones acaban siempre por utilizar la violencia verbal, e incluso física. No se puede discutir con alguien cuando estamos sujetos a la ira o a la rabia, ya que esa discusión deja de ser un intercambio de ideas y opiniones, y se convierte en un arma para herir a la otra persona, ya hacerle todo el daño posible.

Aparte de las emociones, que una discusión se vuelva violenta también dependerá de cómo percibamos a la otra persona. Si con esa persona nos une unos lazos afectivos siempre seremos más permisivos, pero si la otra persona la percibimos como un rival o un competidor podemos discutir con tal intensidad que podemos llegar a ser más violentos e hirientes.

Tenemos que entender que las palabras pueden hacer mucho daño. Si tenemos la intencionalidad de dañar o herir a la otra persona mediante nuestras palabras, las discusiones es una gran manera de hacerlo. Esto siempre ocurre cuando percibimos a la otra persona como una amenaza, y la agresividad se vuelve el único camino para poder vencerla. Una discusión puede llegar a ser tan intensa que puede dar paso a la violencia tanto verbal como física. Cuando se pierde el control, la violencia siempre aparece.

Cuando nos embarcamos en una discusión debemos mantener la calma, y no dejar que emociones tan negativas como la ira nos embargue. Al final solamente se basa en un intercambio de ideas, y cada uno tiene su postura. Antes de dejar que las discusiones ganen en intensidad y se vuelvan en un arma para hacer daño al contrario, debemos concluirla. Las consecuencias de las discusiones en escalada pueden ser realmente graves, pudiendo crear conflictos insalvables dentro de una familia, en la pareja, o entre amistades.

Cómo tener discusiones constructivas

Las discusiones son necesarias y pueden ser enriquecedoras. Conocer otros puntos de vista, y tener otra información acerca de un tema determinado, nos puede dar una visión más global y constructiva. Pero siempre que discutamos debemos hacerlo bajo el prisma de compartir y dialogar, no de atacar, cuidando el modo y las formas. Y nunca perderle el respeto a la otra persona, ni dejar que la violencia haga su aparición.

Para mantener una discusión constructiva, existen una serie de recomendaciones que nos pueden ayudar a la hora de poder discutir sin dar paso a la violencia. Y entre esas recomendaciones encontramos:

  • Considerar a la otra persona como un igual. Si empezamos a considerar a la otra persona como un rival o un competidor, las discusiones irán ganando en intensidad hasta que se convierta en una auténtica lucha de poder. Si discutimos tenemos que hacerlo con respeto y no olvidarnos de los lazos que nos unen a la otra persona. No podemos dejarnos llevar por la ira o por la rabia.
  • Cuidar el modo de expresarse. Si queremos iniciar una discusión constructiva debemos cuida mucho las formas y el lenguaje que empleamos. También es conveniente que tengamos en cuenta aspectos como nuestro tono de voz, o nuestro lenguaje corporal. Es importante que nunca perdamos las formas porque eso querrá decir que hemos perdido el control de la situación.
  • Escucha activa. Es más importante escuchar que intentar imponer nuestras ideas u opiniones. Debemos darle la importancia que merece al mensaje de la otra persona, y para ello debemos callar y escucharle atentamente. Si lo hacemos podemos tener una visión más global de la postura de la otra parte, y podremos rebatirla con calma y tranquilidad. Intentar 
  • Evitar malos entendidos. Cuando estés en una discusión, procura que tu mensaje sea claro, y si crees que la otra persona no te entiende, pregúntale e interésate por ello. Así mismo, si no entiendes algo de lo que te dice la otra parte, házselo saber. No des paso a los malos entendidos. Ello evitará los conflictos.
  • No quieras tener la razón. Cada uno tiene su propia postura acerca de cualquier tema, y la nuestra no tiene por qué ser la verdadera. Todos percibimos las cosas a nuestra manera, y escuchar las opiniones de los demás nos permitirá tener una visión más global. Deja de querer tener la razón y escucha a los demás, podrás así aprender muchísimo.
  • Piensa en compartir, no en imponer. Toda discusión es un intercambio de ideas. Comparte las tuyas con la otra persona, y deja que ella comparta las suyas. No intentes imponerlas porque eso creará una resistencia tal que creará un gran conflicto.
  • No discutas enfadado. Evita discutir cuando estés enfadado o estés de mal humor. Esas emociones pueden llevarte a incrementar la intensidad de la discusión y generar una batalla con la otra persona. No merece la pena discutir en ese estado, ya que nos llevará a discutir de un modo violento.
  • Aprende a poner fin a una discusión. Si estamos discutiendo, y esa misma discusión va ganando en intensidad hasta llegar a convertirse en una auténtica batalla dialéctica, lo más importante en esos casos es dejar esa discusión o posponerla hasta que estéis más tranquilos. Discutir en esos momentos solamente generará más crispación.
  • Mantener una postura flexible. No podemos discutir siendo rígidos, sino intentando comprender a la otra persona, e incluso tener la habilidad de cambiar de opinión si estamos al final de acuerdo con los argumentos de la otra parte. Una actitud flexible evitará caer en la agresividad o en la violencia.

Es importante no dejar que ninguna de nuestras discusiones escalen hasta una intensidad muy elevada, ya que ello nos llevará a una violencia que se puede evitar. No merece la pena tener la razón si para ello debemos dejar a un lado nuestra paz, o romper una relación. Ninguna discusión vale tanto la pena, así que, debemos aprender a estructurar nuestro modo de discutir, y no dejar que nadie intente imponernos su postura. Si una discusión se descontrola, lo mejor es abandonarla. Ahora que sabemos qué son las discusiones en escalada, podemos aprender a gestionarlas. ¡Adelante!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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