Tenemos que aceptar la tristeza
Nadie nos enseña que hacer con las emociones. No nacemos con un manual que nos explique cómo funcionan y cuál es su valor en nuestra percepción del mundo que nos rodea y del modo de sentir. El funcionamiento de las emociones las vamos aprendiendo a base de experiencias. Aprendemos a base de ensayo y error. Vamos conformando nuestra forma de actuar ajustándola a las exigencias de nuestro entorno y a cómo nos sentimos dentro de él. Debemos aceptar la tristeza como emoción tan común que nos acompaña en muchos momentos de nuestra vida.
Todo estímulo exterior desencadena una respuesta emocional en nuestro interior. Ante situaciones peligrosas responderemos con miedo, o ante situaciones alegres nuestro interior responderá con alegría. Todos los estímulos tienen su reacción emocional propia.
Las emociones no pueden dominarnos y dejar que sean ellas las que tiren de nosotros. Debemos tener consciencia de ellas y del cómo y por qué las sentimos en una situación u otra de nuestras vidas. Ese control emocional forma parte esencial de una buena inteligencia emocional. En definitiva, siendo adultos debemos ser capaces de traer al plano racional la emoción o emociones que estamos sintiendo en un determinado momento o ante un determinado estimulo, y saber cómo gestionarla adecuadamente.
Alegría y tristeza
La alegría y la tristeza son emociones antagónicas, pero se necesitan mutuamente. Definiríamos la alegría como una emoción básica positiva que la persona experimenta cuando consigue una meta u objetivo vital. En cambio, la tristeza es una emoción negativa básica que sufrimos siempre que existe una pérdida personal y que nos asume en un estado anímico negativo. Igual que aceptamos la alegría y le damos la bienvenida, debemos aprender a aceptar la tristeza, porque al fin y al cabo, forma parte de nosotros, y de la propia vida.
Por tanto, la alegría y la tristeza son las emociones más básicas que tenemos y su influjo se basa en su positividad o negatividad, repercutiendo en nuestra vida y en nuestro bienestar. Todos aceptamos de buen grado la alegría. Es una emoción positiva, pero debemos aprender a aceptar la tristeza, ya que forma parte de nosotros y de nuestra vida. Debemos aceptar la tristeza.
Emociones positivas y negativas
Las emociones son necesarias porque nos transmiten en todo momento cómo nos sentimos. Son portadoras de información acerca de nuestros sentimientos ante cualquier estímulo externo al que estemos expuestos.
Lo que desconocemos es el hecho de que cada emoción tiene su lado positivo y negativo, y todo está en cómo gestionemos cada emoción. Por ejemplo, la tristeza llevada a su extremo negativo puede generar una alteración del estado de ánimo o incluso desarrollar una depresión. En cambio, la tristeza en su vertiente más positiva puede desembocar en una aceptación de la realidad. Es decir, aceptar lo que has sufrido, integrándolo en tu experiencia vital, y aprendiendo de ello.
No podemos resistirnos y huir de la tristeza. Debemos aceptar la tristeza. Es imposible. Está anclada dentro de nosotros, y solamente surgirá cuando estemos expuestos a una situación negativa que la saque a flote. El intentar esquivar dicha emoción es lo que nos hace enfermar. Debemos entonces aprender a gestionar la tristeza y sacarle partido.
Debemos acoger a la tristeza como el visitante que debe quedarse por poco tiempo. Nos aportará información y el aprendizaje necesario para nuestro desarrollo personal, pero debemos despedirnos de ella tarde o temprano.
Cuando aceptamos cada emoción nos damos cuenta de que no somos la emoción que estamos experimentando, sino que esa emoción forma parte de nosotros. Por tanto, no hay que luchar contra ellas, o contra aquellas que no nos gustan, como la tristeza, sino aceptarlas y vivir con ellas en paz.
Sufrimiento al aceptar la tristeza
Cuando experimentamos un acontecimiento doloroso y negativo, debemos saber que no podemos hacer nada por experimentar tal sufrimiento. Es inevitable sentir tristeza en esos momentos. Como hemos dicho, es necesario aceptar ese dolor primario. Pero podemos dejar a un lado el sufrimiento secundario, gestionando de manera correcta la emoción que estamos experimentando. Ese dolor secundario sería aquel que nosotros mismos nos infligimos al no poder aceptar la emoción que estamos sintiendo y llevándola al plano negativo.
Para sacar partido a la tristeza o a cualquier emoción negativa debemos aceptarla, y para ello existen cinco fases que nos iremos encontrando en dicha aceptación:
- Negación
- Curiosidad y tener interés por el malestar que estamos sufriendo
- Tolerar el dolor que padecemos en ese momento.
- Consentimiento o dejar que los sentimientos vayan y vengan.
- Reconciliación con la emoción que estamos experimentando. Ver el valor potencial de la nueva situación.
Lo sano emocionalmente es reconocer lo que estamos sintiendo y cómo podemos sobrellevarlo. Resistirse a ello solamente trae más dolor. Aquello que se resiste siempre persiste. Solo cuando estamos preparados para aceptar todo cambia, ya que significa que somos conscientes de que todo es como es, y forma parte de aquello que somos.
Recuerda que las emociones son transitorias y tal como vienen se van. Por lo tanto, cuando nos toque experimentar una emoción negativa, como puede ser la tristeza, deberemos aceptarla como parte de nuestro ser y llevarla al sentido positivo. Solamente de ese modo conseguiremos el ansiado bienestar emocional que todo necesitamos.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online