Cuando confundimos tristeza con cansancio
A veces pasamos por temporadas en las cuales, cualquier actividad por pequeña que esta sea, nos supone emplear mucha energía y un gran esfuerzo. Son momentos en los que todo se hace cuesta arriba, y el transcurso de un día, se convierte en una gran odisea. Quizás lo que estemos sufriendo, no sea un cansancio extremo sin más, propio de un periodo de gran actividad, sino que se trate de algo más relacionado con nuestro estado de ánimo: la tristeza. Y como veremos en este artículo, lo que ocurre cuando confundimos tristeza con cansancio.
Cuando la tristeza se instala en nuestro interior, el estado de ánimo se ve seriamente mermado. Es entonces cuando comenzamos a experimentar ciertos síntomas propios de la tristeza, como la falta de energía, la necesidad de dormir más, alteraciones en el apetito, el cansancio, o la tendencia al aislamiento. Cuando nuestro estado anímico es bajo, va acompañado con una necesidad total de inmovilidad, ya que carecemos de la energía necesaria para afrontar nuestro día a día.
La tristeza es un estado emocional que es tan común que a veces lo pasamos por alto. Cuando experimentamos momentos de fatiga, no conseguimos relacionarla con ella. Creemos que ese cansancio debe tener cualquier otra causa, pero jamás contemplamos que puede tener algo que ver con sentir tristeza.
Nuestro estado de ánimo está estrechamente relacionado con nuestro estado físico. Cualquier alteración que se produzca a nivel psicológico o emocional, también afecta a nuestro estado físico, y viceversa. Es por ello que cuando nuestro estado de ánimo se ve seriamente dañado, afectará también a nuestro bienestar físico. Una de esas afectaciones las encontramos en el hecho de no tener la suficiente energía para afrontar nuestro día a día. Por ese motivo, la desesperanza aparece cuando confundimos tristeza con cansancio.
El cansancio puede esconder algo más
Cuando nuestro cuerpo no responde, y nos encontramos profundamente cansados, debemos encontrar su causa. A menudo se trata simplemente de cansancio físico, debido al propio desgaste del día a día. En otros casos, será el síntoma de alguna enfermedad. Pero es muchas otras veces, es a causa de un estado de ánimo bajo, es decir, por la tristeza.
Cuando confundimos tristeza con cansancio, siendo un hecho muy común, no sabemos cómo reaccionar. Si nos encontramos fatigados, lo normal es pensar que es por agotamiento físico, y nunca tenemos en cuenta las causas emocionales o psicológicas. Estar tristes nos empuja a un estado de apatía y desanimo tal, que perdemos también nuestra fuerza física. El cansancio en un síntoma muy común de la distimia y la depresión.
Realmente cuando existe una alteración psicológica también repercute en el plano físico, y viceversa. Se puede explicar la falta de energía en los momentos en los que nuestro estado de ánimo es bajo. Cuando experimentamos una baja anímica, la segregación de ciertas hormonas se ve alterada, como pasa con la dopamina. Al no recibir la cantidad adecuada de esta hormona, nos sentimos tristes, y realmente cansados. Nuestro cerebro interpreta esa alteración como la necesidad de descansar y reponerse. Es por ese motivo, que cuando no sentimos profundamente tristes, notamos una fatiga extrema, difícil de aliviar solo con descanso. Cuando confundimos tristeza con cansancio, no podremos afrontar adecuadamente ese estado de ánimo alterado, debido a no saber qué nos pasa realmente.
Debemos aprender a escuchar a nuestra tristeza
Si nos encontramos realmente cansados, sin una causa visible ni aparente, debemos reflexionar acerca de nuestro estado de ánimo. Cuando confundimos tristeza con cansancio, debemos escuchar todo lo que estamos sintiendo en ese momento. La fatiga constante nos puede indicar que necesitamos revisar cómo nos encontramos y que emociones estamos experimentamos.
Normalmente, la tristeza nos produce un gran rechazo. Todos la tememos, e intentamos acallarla con la esperanza de que desaparezca por si sola. A veces pasamos por un simple bache emocional que hace que experimentemos una profunda desesperanza. Pero, en cuanto todo mejora, también lo hace nuestro estado de ánimo. En otras ocasiones, esa misma tristeza aparece sin causa aparente. Esta es la más peligrosa, ya que puede ser el principio de un proceso depresivo. Sea como sea, debemos aprender a escuchar a nuestra tristeza. Siempre tiene algo que decirnos.
La tristeza es una emoción, y aunque popularmente tenga un carácter negativo, siempre aparece para indicarnos que algo no funciona en nuestras vidas. La tristeza se convierte en un buen indicador de que algo en nuestras vidas debe de cambiar. Por tanto, no debemos nunca mirar hacia otro lado. Debemos mirar a la tristeza a la cara, y preguntarle qué quiere decirnos. De nada sirve intentar huir. No podremos escapar de aquello que perturba nuestro interior.
Si te sientes totalmente agotado, y compruebas que tus fuerzas te han abandonado, mira hacia tu interior. Averigua cómo te sientes, y cómo está tu estado de ánimo. Es un momento de reflexión e introspección. En cuanto hagas los cambios que debas de hacer en tu vida, tu estado de ánimo subirá, y con ello, desaparecerá el cansancio extremo que padeces.
Cuando confundimos la tristeza con el cansancio, dejamos que la tristeza campe a sus anchas. Si el cansancio no tiene un origen físico, tendrá un origen psicológico, y por tanto, estará estrechamente relacionado con el estado de ánimo. Pon tanto debemos estar alerta antes las posibles señales. El cansancio, la apatía o la falta de energías son síntomas propios de la distimia o la depresión. Así que, si los padeces, ten en cuenta su origen, y escucha qué tiene que decirte tu tristeza. De ese modo podrás hacer los cambios que necesitas, subir tu estado ánimo, y volver a sentirte bien. Todo está en tu mano. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online