El enfado. Una emoción tóxica.

¿Qué es el enfado?

El enfado es una de las emociones más destructivas que podemos experimentar. Cierto es, que solo afecta a quien la padece, aunque los que estén alrededor a menudo tengas que aguantar ese estado de ánimo irritable, llegando incluso a romper o deteriorar relaciones. Enfadarse y no gestionarlo adecuadamente es realmente una bomba de relojería.

Todos nos hemos sentido frustrados, ofendidos, o nos hemos sentido mal por algún motivo. Pero lo realmente patológico es vivir permanentemente del enfado. Cuando una persona se enfada y ese estado emocional perdura en el tiempo, y su intensidad no se rebaja, es cuando es necesario plantearse incluso la ayuda psicológica.

Cuando una persona deja que ese enfado crezca en intensidad y se prologue en el tiempo, es porque existe una problemática de base que debemos identificar con tal de tratarla. Muchas personas no han aprendido a gestionar ese cabreo o el enfado, y se queda en ese estado sin lograr superarlo y seguir con su vida. Es un verdadero problema a tener en cuenta.

No podemos permitirnos quedarnos en un estado donde el enfado sea el protagonista. Ello afectará de forma directa a nuestro sistema fisiológico y cognitivo, quedándonos atrapados en una vorágine de emociones y pensamientos negativos que nos impedirán avanzar.

Enfadarse muestra nuestras carencias emocionales

Es una realidad, evitamos mostrar nuestro enfado en público. No queremos que nadie nos vea en ese estado y pueda juzgarnos por ello. El enfado es una emoción que se suele mostrar solo en privado. Nos da miedo expresar aquellas emociones negativas, y solemos hacerlo en la intimidad de nuestros hogares, en compañía de las personas más cercanas. De ese modo, esas personas se ven obligadas a soportar ese estado anímico tan negativo.

Quien se enfada, da igual el motivo, y no puede gestionarlo adecuadamente, esconde una gran carencia emocional. Quien se ha desarrollado y no ha sido de capaz de afrontar los estados anímicos alterados, tampoco sabrá cómo hacerlo en edad adulta. Es decir, aquellos niños que no consiguen aprender los recursos necesarios para gestionar sus emociones, tampoco sabrá cómo hacerlo ene dad adulta, al no ser que se ponga en manos de un profesional de la psicología.

Lo cierto es que el enfado es una emoción que nos puede servir para saber lo que molesta realmente a una persona. Es un gran indicativo de aquello que nos incomoda, y todo lo que tenemos que superar. Enfadarnos nos da la oportunidad de evaluarnos y afrontar todo aquello que nos detiene.

El enfado no es lo mismo que la ira

A menudo llegamos a confundir el hecho de estar enfadados con la ira. Cierto es que ambas son emociones que expresan desmedidamente una molestia. Pero no es lo mismo explotar que molestarnos por algún motivo. Son dos realidades muy diferentes.

La ira responde a una mala gestión del enfado y esté aumenta tanto en intensidad, que la persona acaba por explotar y arremeter con todo lo que se encuentra a su paso. Si ya el enfado cuando se prolonga en el tiempo se puede volver patológico, la ira es la culminación de esa falta de gestión emocional.

Cuando no somos capaces de controlar aquello que sentimos, las emociones se adueñan de nosotros. El enfado debe controlarse y gestionarse de forma madura y constructiva. No podemos permitir que ese estado derive en ira, y que lleguemos a explotar emocional y psicológicamente. Si no somos capaces de gestionar nuestras propias emociones, tenemos que buscar ayuda profesional.

Para superar el enfado debemos comprenderlo

Es vital conocernos, y conocer cómo funcionamos emocionalmente. Si logramos conocer nuestro modo de sentir y experimentar, podremos adelantarnos a las emociones negativas. Nos enfadamos porque algo nos molesta. Es algo que quizás solo nos moleste a nosotros, por ese motivo debemos identificar todo aquello que nos enfada, y cómo nos hace sentir. De ese modo podremos aprender a gestionarlo del modo más adecuado.

Tenemos que tener presente que ya no somos ese niño que patalea cada vez que se cabrea. Enfadarse significa también que debemos aprender a decidir y renunciar. Si algo nos daña, debemos identificarlo, y poner remedio al respecto. Eso significa decidir, y renunciar al enfado o no. Al final la expresión de nuestras emociones está en nuestra mano.

No debemos dejar que nuestras emociones nos dominen. Si algo nos enfada debemos aprender a superarlo. No podemos mirar hacia otro lado, y dejar que ese malestar se instale en nuestra vida para siempre. Si algo nos perturba debemos afrontarlo, y antes de ello debemos saber a qué nos enfrentamos. Por ese motivo, es esencial aprender a identificarnos a nosotros mismos, y cómo nos afecta las cosas.

Cómo afecta el enfado a nuestro cerebro

Cada vez que nos sentimos atacados u ofendidos, nos enfadamos por ello. Al caer en el enfado, nuestra amígdala recibe la información de todo lo que ocurre, y comienza a funcionar de forma intensa. Con ella se activa todo nuestro sistema nervioso, haciendo que reaccionemos ante todo lo que estamos sufriendo. En definitiva, nuestro procesamiento cognitivo se acelera patológicamente, haciendo que no pensemos con claridad, y solo pensemos en el ataque.

Todo nuestro organismo reacciona al propio enfado. Nuestro sistema límbico comienza a funcionar para hacer frente a la nueva situación adversa. Además, se dan ciertas alteraciones a nivel orgánico, como puede ser la elevación de nuestra temperatura corporal, la palidez en las articulaciones, o temblores, por ejemplo.

Cuando nos enfadamos todo nuestro organismo se ve seriamente alterado. Es una emoción tan negativa que nos llega afecta de forma global. Por todo ello, debemos aprender a gestionar adecuadamente los enfados, ya que nuestra salud se verá afectada.

Cómo superar los enfados

Una de las claves fundamentales para poder rebajar la intensidad de nuestro enfado, es reducir la intensidad de nuestro estado emocional, llegando a relajarnos. Para ello es esencial, que tomemos distancia de aquello que ha producido nuestro enfado. Es decir, tomarnos un momento para reflexionar, y darle la importancia que verdaderamente tiene aquello que nos ha enfadado. Seguro que nos damos cuenta de que no era para tanto, y que no merece la pena estar en ese estado emocional negativo.

Es importante tener nuevas perspectivas de todo aquello que nos sucede. En los primeros momentos, quizás no logremos pensar con claridad. Por ese motivo, no debemos actuar en ese preciso momento. Debemos dejar pasar el tiempo, y reflexionar acerca de todo lo que hemos experimentado. De ese modo lograremos distanciarnos emocionalmente de ello, y superar así nuestro cabreo.

Si no logras controlar ni gestionar adecuadamente tus enfados, sería recomendable que te pudieras en manos de un profesional que te pueda proporcionar las estrategias necesarias, para poder superar tus enfados. No puedes permitir que tus emociones más negativas controlen tu vida. ¡Adelante!

Daniel Molina. Psicólogo Emocional Online

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