No existe nada más doloroso para el alma que la traición. Siempre surge de las personas que queremos y confiamos. Es una de las experiencias más dolorosas que podemos experimentar. No importa si la traición es por parte de la pareja, de un familiar, o de un amigo. Cuando quiebran nuestra confianza, se abre una herida tan grande que tarda años en sanar, y en algunas ocasiones, esas heridas nunca se cierran.
A veces nos decepcionamos, e incluso nosotros decepcionamos a alguien con nuestro comportamiento. Pero esos pequeños errores son comprensibles, ya que se dan sin premeditación, y sin intención de dañar. Pero la traición se comete por la debilidad de quien las hace. Son acciones que se sabe que pueden dañar a la otra persona, y aun así se cometen. Existe una intencionalidad.
La traición daña y duele como nada en este mundo. Nos marca para siempre. Son actos deliberados, fruto del egoísmo de la persona que ejerce esos actos. La persona traidora rompe la confianza de la persona querida con tal de obtener algún tipo de beneficio. Es consciente que está fallando a su palabra y al compromiso que tenía con la persona que ha traicionado.
Tipos de traición
Existen diversos tipos de traición. Podemos incluso traicionarnos a nosotros mismos, como a las personas que queremos, fruto del egoísmo para conseguir un bien, aunque sea momentáneo, y haciendo un posible daño intencionado. Cuando hablamos de traición siempre se nos presenta mentalmente la traición sentimental o amoroso. Pero como vemos, no es la única traición que existe.
Son embargo, todas las formas de traición, tienen en común dos factores. El primero es la ruptura con un compromiso establecido, tanto implícitamente como explícitamente. Y por otro, encontramos la ruptura de la confianza de la otra persona.
Quien es traicionado, experimenta el dolor más profundo que esconde el engaño. Se siente humillado y decepcionado. No se ha tenido en cuenta ni sus sentimientos ni sus pensamientos. La otra persona ha decidido por ella. No hay nada más doloroso que sentirse un objeto en manos de una persona sin escrúpulos morales.
Personas que rompen las promesas
Las personas que, por conseguir aquello que anhelan y quieren, son capaces de manipular y traicionar a los demás, son personas sin ninguna moral. Podrían definirse como ilusionistas, ya que son capaces de prometer ciertas cosas para conseguir de mientras aquello que desean, y luego no cumplen nada de lo prometido.
Hay personas con una falta total de empatía que son capaces de manipular al prójimo para satisfacer sus deseos. Si tienen que traicionar a los demás para conseguir sus propósitos, lo harán sin ningún tipo de remordimientos.
Las personas necesitan crear vínculos afectivos y de confianza con los demás. El compromiso con declaraciones de intenciones para afianzar la confianza con las personas que queremos. Y de esos se aprovecha ese tipo de personas incapaces de tener en cuenta los sentimientos de los demás, y buscan sus propios objetivos, aunque tengan que romper esos vínculos afectivos, y la confianza de las personas que utiliza.
Las promesas siempre se realizan con intención de cumplirlas, y buscar la felicidad de la otra persona. Hay que las utiliza para manipular a los demás. Cuando las promesas se convierten en un arma de manipulación, las relaciones acaban rompiéndose, ya que se trasforma en una verdadera traición.
Traicionarse a uno mismo
A veces la traición no va dirigida hacia otra persona, sino a uno mismo. Debido a debilidades personales, somos capaces de actuar de forma contraria a lo que somos, y nos comportamos de modo totalmente opuesto a nuestro código ético.
Somos personas, y por tanto, somos imperfectos. Podemos errar y fallaros, pero actuar conscientemente de forma contraria a nuestra ética es traicionarnos de una manera rotunda. En esa traición perdemos parte de nuestra esencia, ya que hemos sido capaces de romper nuestra moral y nuestros principios para conseguir algo que deseábamos por encima de todo.
Si lo pensamos bien, en toda traición que podamos realizar, somos las primeras víctimas. Porque da igual si nuestra traición es a una persona querida, o a nosotros mismos. En todo acto de ese tipo algo muere en nosotros. Por ese motivo, debemos mantenernos siempre fieles a nosotros en primer término, y luego a los demás. No podemos perder nuestra esencia por un placer o deseo temporal, y sin importancia real.
Infidelidad, de la confianza a la traición
Cuando se descubre una infidelidad de pareja florecen una multitud de sentimientos como, por ejemplo: la desesperación, la humillación, la frustración, el dolor, la angustia, etc. El dolor es proporcional al compromiso adquirido dentro de la relación. Aunque lo cierto es que cualquier traición duele de la misma forma, la intensidad solamente dependerá de la duración de la traición.
Cuando una persona ha creído en una persona, y ha compartido con ella su vida, ante la infidelidad experimenta una ruptura de los cimientos que conforma su vida. Su vida presente y futura se ve truncada por culpa del comportamiento de la otra persona, que ha optado por romper su compromiso y la confianza para conseguir un placer momentáneo.
Normalmente, cuando existe una traición, todas las heridas pasadas se vuelve a abrir. Quedamos expuestos a la desesperanza y al vacío. Nos rompemos por dentro, y costará años volver a reconstruirnos. A quien jamás lo consigue. Todo dependerá de los recursos emocionales, familiares, y sociales. Si la persona traicionada tiene los suficientes apoyos, logrará salir del pozo donde se encuentra con tiempo y esfuerzo.
Algunas parejas, al descubrir una traición como es la infidelidad, deciden continuar con su pareja, e intentar perdonar lo ocurrido. Decir que es una situación muy difícil, ya que se requiere de un trabajo psicológico por ambas partes. La traición es un obstáculo muy grande para alcanzar de nuevo la estabilidad personal y emocional y, por ende, volver a tener una relación plena con la otra persona. Por ese motivo, para poder plantearse la continuidad de la pareja, se necesita de un tratamiento psicológico individual, y de pareja. Solo de ese modo se puede pasar página, si no la herida siempre quedará abierta esperando a la próxima traición.
La confianza se reconstruye con los hechos y no con las palabras. Cuando uno pide perdón, ese perdón debe ser activo, no puede ser simples palabras que quedan aparcadas, debe estar acompañado con acciones. Y todo ello requiere tiempo, mucho tiempo para pasar página y continuar donde la relación se rompió.
Cómo superar una traición
La primera herida que deja la traición es la desconfianza. Una vez traicionada, la persona puede empezar a desconfiar de todas las personas que le rodean. El dolor es tan intenso que no quiere volver a caer en él, y tomará todas las precauciones posibles para alejarse de ello. Para mitigar ese dolor, y no caer la desconfianza más absoluta debemos:
- Entender qué ha pasado. Es importante conocer las circunstancias en las que se produjo la traición. Debemos evaluar si existió una intención deliberada por traicionarnos o no por parte de la otra persona, porque las intenciones siempre cuentan.
- No debemos culpabilizarnos. Somos las víctimas de una traición, y nada hemos tenido que ver. La otra persona ha sido quien ha decidido comportarse tal y como lo hizo. Así que no tenemos que flagelarnos, y no asumir responsabilidades que le corresponde a la otra persona. Haz las paces contigo mismo.
- Aceptar la traición. Sí, ha ocurrido. Hemos sido traicionados. Ahora nos toca a nosotros decidir qué hacer con ella. Podemos perdonar o no. Dejar que nos dañe más o no, etc. Una vez que hemos sido traicionados, debemos buscar qué queremos hacer con ese dolor. Es decir, o tratarlo o cargar siempre con él.
- Darnos tiempo. Cuando hemos sido traicionados, debemos darnos un tiempo para gestionar todo ese impacto emocional que hemos sufrido. El tiempo nos hará ver todo desde otras perspectivas, y encontrar, de ese modo, las mejores salidas.
- Realizar un balance de lo ocurrido. Todos podemos fallar alguna vez. No debemos olvidar ese hecho. Lo importante es valorar la intencionalidad de la traición, y qué vamos a hacer. De igual modo, hay que valorar que nos ha aportado esa persona a nuestra vida, y si podemos perdonarla o no.
- Siempre opta por el perdón. Cuando digo esto, no quiero decir que sigas con la persona que te ha traicionado como si nada, ni que te olvides de lo sucedido, sino que tomes la decisión que tomes, la hagas bajo el perdón. La vida es demasiado corta para vivir con rencor. Así que, aunque no quieras seguir al lado de esa persona, perdónala y sigue tu camino. No te mereces vivir bajo el yugo de la rabia y el rencor.
Aunque la traición siempre duela y sea un trago muy amargo, no tenemos que dejar que ello nos traumatice. No nos merecemos eso. Si alguien ha optado por obrar mal, es su decisión, la nuestra debe ser salir de ello. Solo podremos recuperarnos de una traición con fuerza de voluntad, apoyo, tiempo, y ayuda psicológica. No tenemos que cargar con ese dolor para siempre.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online