El dolor que produce el odio
El odio es una emoción que experimentamos cuando alguien nos ha hecho un daño, que consideramos tan grave como para no perdonarle, e incluso buscar la oportunidad de hacer sufrir un dolor mayor o al menos, similar. Pero odiar a alguien no carece de un precio emocional, ya que algo de nosotros se perderá en el camino como veremos a continuación. Por esas consecuencias debemos aprender cómo dejar de sentir odio.
Una emoción como el odio, siempre surge de una experiencia traumática donde alguien nos ha hecho mucho daño. Un daño del cual no sabemos gestionar, y nos duele de un modo intenso. El dolor siempre hará que nuestro estado de ánimo se vea dañado por completo. A nadie le puede hacer feliz odiar, y esa clase de emociones nos puede sumergir en una profunda tristeza y amargura.
Además de comprobar como nuestro estado de ánimo se destruye por completo, el odio hará que siempre estemos en alerta, y estemos siempre a la defensiva, y también dispuestos a devolver el daño que esa persona nos causó si se presenta la oportunidad. Estar siempre en alerta hará que nuestra angustia se vea elevada, y nos sintamos realmente estresados. Odiar saca lo peor de nosotros mismos, y eso es un precio demasiado grande.
Al odiar favorecemos la aparición de emociones tan dañinas como la tristeza, la ira o el rencor. Dejar que esa clase de sentimientos y emociones se apoderen de nosotros, puede hacer que nuestro dolor se vuelva más intenso. Tenemos que entender que el odio solamente hacía daño a quien, lo experimenta, nunca a la persona del cual es objeto ese odio. Probablemente, la persona que es objetivo de nuestro odio, nunca llegue a enterarse de nuestros sentimientos hacia ellos. Por ese motivo, no vale la pena odiar, y debemos saber cómo dejar de sentir odio.
Qué es el odio
Podíamos definir el odio como una emoción que surge de una mala experiencia, donde alguien nos ha hecho mucho daño, y tenemos la voluntad de devolverle ese dolor. Es decir, podía ser similar a emociones como el rencor o el deseo de venganza. Odiar significa no perdonar, y por tanto, nos empuja a querer emplear la misma violencia o conducta dañina contra quien nos hirió.
Tenemos que comprender que odiar esconde el deseo explícito de dañar. Al tener la voluntad de hacer daño, ello nos acerca a quien nos hizo daño. No hay nada que produzca placer en la venganza, solamente genera más dolor y sufrimiento. No hay justificación a la hora de querer hacer daño a alguien, y eso es algo que debemos tener muy en cuenta.
Pero lo más colosal, es que la persona que se convierte en objetivo de nuestro odio, lo más seguro es que nunca sabrá que la odiamos, y que estamos esperando el momento de devolverle el daño que nos hizo. Por lo tanto, el odio simplemente nos atormenta, nos hace daño, y nos convierte en la sombra de quien fuimos. Es un precio demasiado elevado como para darle rienda suelta al odio.
El odio siempre se alimenta de otras emociones. Es decir, recibe influencias de emociones como la ira, el desprecio, la tristeza, o la angustia. Toda esta vorágine emocional es capaz de destruir todo lo que somos, sumergiéndonos en la obsesión de alcanzar una venganza, que creemos que nos aliviará algo nuestro dolor, pero que acabará por hacernos más daño. Ese odio nos convierte en la persona que nos hizo daño. Nos asemeja a ella y a su maldad, y eso siempre es negativo. Por todo ello, debemos aprender cómo dejar de sentir odio.
Diferencias entre la ira y el odio
Diferenciar la ira y el odio nos ayudará a comprender el alcance que tiene el hecho de odiar. La ira también surge, como ocurre con el odio, de una mala experiencia, donde algo o alguien nos ha hecho daño. Ese dolor hace que nazca en nosotros una rabia incontrolada. Pero la ira en estos casos es momentánea, y espontánea, mientras que el odio se va desarrollando con el pasar del tiempo, y no saber gestionar el dolor que alguien nos ha causado. Llegando a contemplar la idea de vengarnos, y dañar a esa persona, y “devolverle la misma moneda”.
Ambas emociones surgen de una falta de gestión emocional cuando alguien nos daña. La ira es una de las emociones más comunes, y se puede llegar a dominar, ya que es momentánea, es decir, fruto de un acontecimiento puntual. Pero el odio requiere que nos centremos en esa venganza, dejando a un lado nuestro bienestar psicológico. En este punto me gustaría citar la reflexión del pensador chino, Confucio, y dice así: “Antes de empezar un viaje de venganza, cava dos tumbas”. Es decir, cuando odias y quieres vengarte, en tu venganza, algo dentro de ti se perderá para siempre. El odio tiene como precio, que nunca vuelvas a ser la persona que antes era, y con ello, una parte de ti morirá en ese camino.
Cómo dejar de sentir odio
No podemos vivir siempre con odio. Es una carga muy pesada de soportar. Cuando odiamos, nos centramos en el dolor que hemos sufrido, y eso no nos dejará nunca avanzar. Dejar que esa clase de emociones nos embarguen, puede hacer que nuestra vida se convierta en un auténtico suplicio. Si alguien nos ha hecho daño, no debemos quedarnos con ese dolor. Deberíamos saber la importancia de soltar ese daño, y seguir con nuestro camino. Tenemos que aprender cómo dejar de sentir odio.
Sentir odio solamente nos hace daño a nosotros mismos. El objeto de nuestro rencor ni tan siquiera sabrá lo sentimos hacia ella. Esa persona seguirá con su vida, sin prestarnos la más mínima atención. Somos nosotros con nuestro odio, quien no dejamos que esa persona se vaya de nuestra vida, y nos siga haciendo daño. El odio solamente destruye a quien lo padece, y es algo que deberías plantearnos.
Para dejar de sentir odio por alguien, debemos simplemente perdonar. Sé que puedes sentirte consternada por mi afirmación, pero perdonar es la única vía para dejar de odiar. Cuando te planteo la idea de perdonar, no significa que olvides todo ese dolor, eso es imposible, pero lo que sí puedes hacer es detener todo ese sufrimiento, perdonando y siguiendo con tu camino. Es decir, es un perdón que te servirá a ti, no tienes ni que decírselo a esa persona, es perdonar para deshacerte de esa carga, y poder sacar a quien te hizo tanto daño, de tu vida. Perdona y sigue con tu vida. Una vida alejada de esa persona que solamente te hace daño. Odiar solamente hará que estés eternamente atada a esa persona, y no vale la pena. Así que, en estos casos, aplica el perdón, y no por quien te hizo daño, sino por ti misma. Apuesta por ti. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online