Perdonar a quien nos dañó
Antes de comenzar este artículo me gustaría lanzarte algunas preguntas acerca del perdón y perdonar. Ahí van:
¿Cuándo fue la última vez que alguien te pidió perdón cuando te hizo daño?
¿Cuándo fue la última vez que pediste perdón?
¿Cuándo fue la última vez que perdonaste?
¿Cuándo fue la última vez que te perdonaron?
Quizás no somos conscientes de la inmensa necesidad que tenemos de perdonar y pedir perdón. Haz la prueba. Quédate en silencio, respira, y di en tu interior: ¡perdón!
¿Qué has sentido?, el perdón es una palabra con tanto sentido que es capaz de aliviar nuestra alma del mal que nos hizo otras personas. Nos libera del mal ajeno. Es un acto necesario para nuestro bienestar psicológico y emocional.
Al perdonar nos sentimos aliviados. No tenemos por qué llevar tan pesada carga en nuestras espaldas. Al perdonar, dejamos toda la basura que alguien depositó en nosotros a un lado, siguiendo nuestro camino. El perdón es necesario.
La palabra perdón proviene del latín: per-donare, que significa “regalar totalmente”. Su significado es tal y como debería ser el perdón, es regalar a la otra persona la oportunidad de deshacer todo el daño que ha hecho.
Perdonar se convierte así en un acto generoso, que permite al otro poder equivocarse, y abrir una puerta a la reconciliación. Es un acto puramente curativo, que nos ayuda a aceptar nuestras heridas, saber que nos daña, y cómo podemos actuar para hacer frente a ese dolor.
Por otro lado, perdonar no es olvidar. Es un error muy común. No podemos borrar de nuestra mente todo lo negativo y malo que hemos vivido. Es imposible. Por tanto, debemos acertar las cosas tal y como han sido, y sacar un aprendizaje de todo el dolor sufrido.
¿Qué necesitamos para perdonar?
- Aceptar lo ocurrido. El primer paso es tener presente todo lo que hemos vivido y sufrido. Saber la causa de nuestro dolor nos permite afrontarlo de un modo más efectivo.
- Quizás debemos ponernos en los zapatos del otro para saber por qué ha hecho lo que ha hecho. De ese modo podremos llegar a entender su comportamiento, y podemos perdonarle más fácilmente.
- Recuerda cuando te han perdonado a ti. A veces has sido tú quien has dañado a otras personas, y habrás obtenido su perdón. Todos tenemos el derecho a errar, y posteriormente reparar el daño que hemos hecho. Por ese motiva acepta el perdón de quien te hirió.
- Expresa tus emociones. Debes siempre expresar cómo te sientes a quien te ha hecho daño. Tiene que saber que su comportamiento y sus palabras te dañaron. Tiene que ser consciente de aquello que ha hecho mal.
- Toma la decisión. Tú eres quien decides finalmente perdonar o no. Pero no dar el perdón significa cargar con todo ese daño, con todo ese rencor. La vida es demasiado corta para tener que soportar tanto peso. Libérate con el perdón y continúa viviendo.
Perdonar a quien nos hirió
Cuando alguien nos ha hecho muchísimo daño, siempre nos preguntamos si esa persona que nos ha herido, intencionadamente o no, merece nuestro perdón. Ese dolor nos afecta sobre todo cuando quien nos hizo daño es una persona muy cercana, como puede ser un familiar, un amigo, o nuestra pareja.
El perdón favorece la reconciliación con quien nos hirió, pero no necesariamente se produce así. El hecho de perdonar en sí, es más bien un proceso que necesita tiempo para poder aceptar ese perdón de un modo sincero.
Perdonar significa que la perdona dañada reconoce aquello que ha sucedido, y aun sabiendo que la situación puede no estar justificada, y la persona que ha causado el daño no merece ser perdonada, toma la decisión de hacerlo. Por tanto, es una decisión personal. Puedes perdonar o no, eso dependerá de tu modo de gestionar el dolor emocional.
Tipos de perdón
Podemos encontrar tres tipos de perdón:
- El perdón episódico: relacionado con un daño u ofensa particular dentro de una situación concreta.
- El perdón diádico: propensión por el perdón dentro de una relación, pudiendo ser familiar o sentimental.
- El perdón disposicional: la disposición de una persona a perdonar a medida que pasa el tiempo, y a través de diferentes situaciones.
El perdón y la incapacidad de olvidar
En nuestra vida, todos hemos sufrido miles de desilusiones. Han podido darse a nivel de pareja, con nuestras amistades, o con conocidos. Son experiencias tan negativas que han dejado huella en nuestro interior.
Todos hemos sido dañados alguna vez. Son experiencias y vivencias que forman parte de la vida. Provocan en sí un gran dolor emocional porque nos sentimos traicionados. Aun así, somos capaces de perdonar cuando deseamos seguir con esa relación.
Pero perdonar no es olvidar. Y ese dolor queda siempre en nuestro interior. Y ese dolor habitualmente suele surgir cuando volvemos a revivir una situación similar a la que os dañó. Por ese motivo debemos hacer un verdadero ejercicio interior para perdonar adecuadamente. Si no, ese perdón será ficticio y momentáneo.
Antes de perdonar debemos llegar al fondo del problema. No es suficiente perdonar sin más. Cuando lleguemos a la raíz de la problemática, podremos afrontarla adecuadamente. Una vez comprendido y asumido los problemas, podemos llegar a perdonar.
Aunque lleguemos a perdonar a quien nos hizo daño, no lo podremos olvidar. Nuestro cerebro no tiene la capacidad de borrar lo vivido. Pero lo que sí podemos hacer, es gestionar ese dolor y vivir con ello. El tiempo mitiga todo el daño recibido.
¿Cuándo es conveniente el perdón o cuándo no?
Con el perdón, aparte de aliviar nuestra carga emocional, también nos ayuda a mantener nuestras relaciones y amistades. Perdonar siempre es la mejor opción, pero quizás exista un límite. Por tanto, ¿es adecuado perdonar siempre o deberíamos tener en cuenta algunos aspectos? Por nuestra salud emocional, todos deberíamos tener un límite a la hora de asumir el perdón. Entre los principales aspectos encontramos:
- La integridad y la autoestima. A veces, el dolor es tan profundo, que tiene tal coste emocional que es difícil aceptar el perdón. El daño que va directo a los sentimientos son los más difíciles de perdonar. Debemos entonces saber cuáles son nuestros límites, es decir, qué somos capaces de perdonar y que no. No permitas que nadie vulnere tu autoestima ni tu integridad.
- Perdonar siempre lo mismo. Podemos aceptar el perdón por aquello que te hizo daño en el pasado, y por un hecho puntual. Pero si vuelve a repetirse con la misma intensidad, y con los mismos resultados, es caer con la misma piedra.
- ¿Y si no perdonamos? En ocasiones, nuestro perdón llega por el miedo a romper una relación, sea de amistad, sentimental o familiar. Ese miedo nos hace perdonar. Pero es un perdón no sincero, basado en nuestros miedos. Debemos pensar entonces dónde están nuestros límites. No podemos tener una vida llena de engaños y mentiras. Debemos vivir íntegramente con personas que nos quieran y nos respeten.
Perdonar como acto de liberación
Como todos sabemos, cuando algo nos hizo mucho daño es porque la persona que nos causó ese dolor, nos importa. Tenemos que entender el perdón como algo necesario, que nunca debe ser entendido como vulnerabilidad, sino con la flexibilidad con uno mismo, con nuestras emociones y prioridades. En rencor solamente nos ata al pasado. No atrapa como prisioneros, y no nos permite continuar con nuestra vida. Por ese motivo, el perdonar es un acto de liberación de esa carga que no sirve para nada, únicamente para que sucumbir al dolor.
Existen personas que se aferran a ese malestar que les provoca revivir el pasado. De ese modo se estancan y les sirve de escudo para no exponerse a situaciones, y personas que les puedan hacer daño de nuevo. Quien opta por este tipo de vida, se quedará en soledad con su rencor, su odio, y su dolor. No podemos renunciar a todo lo bueno que hay en el mundo y en nuestras vidas.
Quien se escuda en su dolor, está construyendo un muro donde cada ladrillo es una experiencia dolorosa para esa persona. Llegan a convertirse en verdaderos expertos en escudarse en esa “zona de confort”, donde no ocurre nada.
No podemos construir muros. Siempre estamos expuestos a sufrir daños. La vida es así. Vivimos experiencias negativas y positivas. De lo bueno tenemos que disfrutar, y de lo malo, tenemos que sacar siempre una lección. El perdón es necesario para continuar y dejar de estar atados al pasado. Lo pasado, pasado está. Perdonar no significa olvidar, significa dejar a un lado lo malo para centrarnos en todo lo bueno que tiene la vida. Por tanto, ¡vive!
Cómo perdonarnos a nosotros mismos
La propia vida, a veces nos lleva a situaciones en la cual no actuamos todo lo bien que cabría esperar, o simplemente no actuamos con la claridad necesaria, y nos equivocamos. Errar es humano, y de hecho, cometer errores es parte esencial en nuestro aprendizaje vital. Tenemos que aprender a perdonarnos.
A veces son decisiones desacertadas, mala comunicación, o momentos que se tuercen por algún motivo. Pero nuestros errores siempre acaban anidando en nuestro interior si no somos capaces de pedirnos perdón a nosotros mismos.
Pedir perdón a los demás puede resultar más fácil que perdonarnos a nosotros mismos, ya que siempre seremos más rígidos con nuestros propios errores. En ese momento de autoperdón estamos solos, no nos dirigimos a terceras personas. Es un proceso interno en el cual solamente tenemos que justificarnos antes nosotros. Es un diálogo directo con nuestro propio ser.
Debemos darnos la oportunidad de ser quien somos. Con nuestras virtudes y nuestros defectos. Somos responsables de nuestras decisiones, pero también tenemos el derecho de errar y cometer miles de fallos, como lo hace todo el mundo. Por tanto, debemos aceptarnos tal y como somos, y dejar de exigirnos tanto. Hay que aprender de la experiencia interior que hemos vivido, y continuar con nuestra vida.
Si nos perdonamos, sabremos cómo enfrentarnos a situaciones nuevas o conocidas. Y lo haremos de un modo natural y emocionalmente sano. Perdonarse a uno mismo siempre es liberador. El perdón siempre nos ayudará a retomar el control de nuestra propia vida, a conocernos mejor, y sobre todo a ser más felices.
Cómo perdonar
Perdonar no es nada fácil. Pero cuando comiences a aceptar el perdón, dejarás atrás el pasado, y por tanto, podrás recuperarte emocionalmente. Y lo más importante, podrás sentirte feliz de haber soltado todo ese dolor, y haber liberado tu interior de las heridas que tanto dolor te producían.
Por ese motivo, debemos aprender a perdonar y sanar las heridas de una vez por todas. Para ello hay unos pasos principales que podemos seguir:
- Acepta que el dolor afecta tu vida. El perdón es liberación. Si decides perdonar es porque te lo mereces. No se trata de la persona que te hizo daño, sino de ti mismo. No debes cargar con ese dolor. Libérate de él y sigue con tu vida.
- ¿Merece la pena continuar con ese dolor? Plantéate esa pregunta. Quizás el dolor sea muy intenso, pero no puedes arrastrar con él para siempre. Debemos perdonar para avanzar. No quiere decir que olvidemos, sino que queremos seguir avanzando, y no queremos esas cadenas.
- Expresa tus emociones. Tienes que sacar al exterior todo aquello que está en tu interior. Es el mejor modo de curar tus heridas emocionales. Las personas de tu alrededor, podrán de ese modo saber cómo darte su apoyo. Libérate de toda esa carga que llevas en tu interior y expúlsala. La vida es demasiado corta para vivir con odio y rencor.
- Acepta tus fallos. Dentro de cada uno de nosotros existen emociones dañinas ocasionadas por no saber perdonar a tiempo, como es la humillación, la tristeza, el rechazo, y la decepción. Es importante que aceptes esas emociones, y trates de ponerte en el lugar de la persona que te hizo daño. Nadie es perfecto, y todos podemos errar. No seas tan exigente con los demás y aprende a empatizar. De ese modo podrás entender el porqué de su comportamiento.
- Deja atrás el pasado. El pasado solamente se supera perdonándonos, y perdonando a los demás. No podemos vivir en él. Debemos abandonar el rencor, y volver a ser dueños de nuestra vida. El perdón es un proceso que nos permitirá continuar, sin que el pasado afecte a futuras relaciones y vivencias.
Conclusiones
Como ya sabemos el perdón es necesario. No perdonar significa quedarnos para siempre en el pasado, sumidos en el dolor, en el rencor, y en el odio. No debemos soportar tan pesada carga. Por ese motivo debemos perdonar, no por reparar el daño, sino por librarnos de él, y seguir con nuestras vidas.
No podemos controlar el comportamiento de los demás, pero sí podemos gestionar como nos afecta las acciones de esas personas hacia nosotros. Tenemos que marcar los límites, es decir, tener claro y expresar a los demás que queremos y que no en nuestras vidas. Quien sobrepase esos límites, debe ser dejado a un lado, y continuar nuestro camino. Tu vida es tuya, y tú decides cómo vivirla y con quién. Todo se basa en decisiones. Así que tómalas, y avanzar. Deja el pasado, vive el presente, y mira al futuro. Todo está en ti.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online