El estrés nos hace engordar
Todos hemos escuchado eso de que cuando estamos nerviosos nos da por comer. La verdad es que científicamente es así, cuando nuestros niveles de estrés son elevados, nuestro cuerpo libera una hormona llamada ghrelina. Esta hormona es la encargada de generarnos apetito, y metabolizar las grasas y azúcares. Por tanto, podemos afirmar que el estrés nos hace engordar.
Cierto es que en momentos en los cuales nos encontramos muy nerviosos, nuestra hambre es voraz. Necesitamos comer como intento de apaciguar esa agitación que experimentamos. Normalmente, es un hambre que no responde a ninguna necesidad fisiológica, sino que se presenta como un remedio contra esa hambre nerviosa.
Cuando por ejemplo iniciamos una dieta, o dejamos de fumar, o simplemente nos encontramos por cualquier motivo muy nerviosos, nuestra hambre aumenta. Necesitamos en esos momentos ingerir alimentos hipercalóricos. Todo ello es debido a la imperiosa necesidad de apaciguar la secreción de la hormona que antes he mencionado, la ghrelina.
Qué el estrés nos hace engordar es un hecho demostrado científicamente. Por ello, al ser una de las causas más comunes a la hora de ganar peso, deberíamos contemplar la necesidad de cuidarnos emocional y psicológicamente, antes que iniciar cualquier tipo de dieta, ya que todo lo que nos afecte mentalmente nos afectará a nivel físico, y viceversa. Debemos tener más en cuenta nuestra salud mental a la hora de mejorar la física, porque si no sería una intervención incompleta.
Con todo esto, no cabe decir que, si quieres perder peso, no te ciñas solamente por la alimentación. Tienes que tratar aún más si cabe las causas psicológicas de tu aumento de peso. No le damos nunca la importancia que merece, pero estar bien psicológicamente, repercute positivamente en el buen funcionamiento físico y metabólico.
Diferencias entre el hambre normal y el hambre por estrés
Hay diversas diferencias que nos ayudan a distinguir cuando el hambre que sentimos es normal, o es causado por nuestro nivel de estrés o ansiedad. Esto nos ayuda sobre todo a identificar ambas clases de hambre, y poder afrontarlo de un modo más efectivo. Y entre dichas diferencias encontramos:
Hambre Normal | Hambre por estrés |
Aparece poco a poco. | Aparece de repente. |
Es un apetito que requiere ingerir cualquier tipo de alimento. | Es un apetito que requiere un alimento considerado antojo, como el chocolate. |
Podemos esperar para comer. | Existe una pulsión por comer ahora mismo. |
Dejas de comer cuando te encuentras satisfecho y saciado. | Sigues comiendo aunque estés ya saciado y te sientas lleno. |
Te sientes bien cuando terminas de comer. | Te sientes indigesto y culpable. |
Estás diferencias nos pueden ayudar a identificar qué clase de hambre tenemos, y cómo debemos actuar. Es muy importante saber siempre a qué nos enfrentamos para poder emplear las estrategias terapéuticas más efectivas.
Engordar por estrés y Ghrelina
Volvemos a hablar de la hormona llamada ghrelina, porque es verdaderamente importante para comprender como el estrés nos hace engordar. Cuando tenemos nuestro cuerpo necesita que comamos para reponer nuestras energías, segregamos la hormona ghrelina, para estimular nuestras ganas de comer. Esta hormona también nos ayuda a metabolizar las grasas y los azúcares. Además, regula en cierta manera nuestro estado nervioso.
Si estamos viviendo por cualquier causa, un momento en el cual nuestros niveles de estrés son elevados, la segregación de esta hormona se dispara, teniendo constantemente una sensación perpetua de hambre. Pero no es un hambre que se sacie con cualquier alimento, sino que necesitamos algo que nos sirva como una recompensa emocional, como es la comida hipercalórica. Ese tipo de comida nos hace ganar peso irremediablemente.
Es cierto que cuando estamos sometidos a un gran nivel de estrés, y el hambre emocional aparece, no se puede saciar, y esto nos crea más estrés. Es un círculo vicioso, difícil de romper. Para poder gestionar todo ese estado de nervios, y de ese modo, dejar de segregar dicha hormona del hambre, debemos ponernos en manos de un profesional que nos ayude a tener la mente alejada de ese estado de estrés nocivo y patológico.
El hambre por estrés desemboca en ansiedad
La ansiedad es la consecuencia del padecimiento de un estrés prolongado en el tiempo. Es decir, cuando estamos expuestos a un nivel alto de estrés durante un tiempo, ello hace que acabemos por desarrollar la temida ansiedad. La ansiedad con sus temidos ataques de pánico puede influir de manera notable en un aumento de peso.
Al sufrir ansiedad, nuestra necesidad de ingerir alimentos para intentar calmar nuestros nervios aumenta. Si intentamos controlar esa hambre, y mirar hacia otro lado, nuestra ansiedad también aumentará. Así que todo se convierte en un círculo vicioso del que sólo se puede salir con ayuda psicológica.
Cuando caemos en la ansiedad, es porque no hemos sabido cómo gestionar nuestro estrés, y esta situación nos ha llevado a un estado nervioso de gravedad. El estrés nos hace engordar, pero también nos hace enfermar. Por ese motivo, debemos tratar todo estado de estrés que no sepamos gestionar, y de eso podremos evitar multitud de alteraciones físicas y psicológicas.
¿Cómo afrontar el hambre por estrés?
Es cierto que, a la hora de ganar peso, influye muchos factores, como la mala alimentación, la falta de sueño, etc. Pero ante todo influyen los factores emociones y psicológicos a la hora de ganar algunos kilos. Todo aquello que nos afecta mentalmente, tiene su eco en el plano físico.
Para superar el estrés elevado, lo más efectivo es la terapia. Gracias a la ayuda psicológica podrás tener las herramientas y estrategias necesarias para reducir el nivel estrés, y de ese modo controlar las ganas de comer. Porque estar bien emocionalmente, se traduce en un bienestar físico.
Saber cómo gestionar el estrés nos ayudará a saber qué comer y cómo comer, y evitaremos todos esos alimentos que responden a un antojo emocional. No tenemos por qué caer en la trampa, y sentirnos culpables por ello. Si comemos alguna vez algún antojo no pasa nada. Además, puede ser hasta saludable. Pero no debe jamás convertirse en una costumbre. Así que, si has ganado peso, y quieres perderlo, antes de tirarte de cabeza por cualquier dieta, contempla la necesidad de un tratamiento psicológico, ya que simplemente, rebajando tus niveles de estrés, puedes perder peso, y tener la capacidad necesaria para comer saludablemente.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online