La desesperanza y la tristeza

Cuando la vida se vuelve en contra, y se van acumulando las adversidades, las decepciones y la tristeza, favorecen la aparición de la desesperanza. Esta emoción es fruto del cansancio mental y la fatiga emocional. Si llegamos a sentirnos vacíos y sin esperanza, ello repercutirá en nuestro estado anímico, y en todo nuestro organismo.

La desesperanza puede llegar a ser un “gran martillo” que nos golpea tan fuerte, que es capaz de destrozarnos las ilusiones, nuestras motivaciones, e incluso, nuestras ganas de vivir. Se alimenta de la amargura producida por los malos momentos. Si caemos en ese pozo oscuro y desolador, nos costará mucho volver a salir a flote. Por ese motivo, es importante remarcar la actuación terapéutica antes los primeros síntomas. Un tratamiento temprano, es esencial para no caer en la más profunda tristeza y apatía.

Tenemos que entender que cuando alguien sufre este tipo de emociones, sufre una pérdida del significado de su propia vida. Es algo realmente peligroso, debido a que no encontrar otra salida, pueden optar por una acción tan terrible como es el suicidio. Es por ello importante la intervención terapéutica con tal de ayudar a la persona remontar, y evitar así que caigan en un abismo emocional.

La desesperanza como respuesta de la tristeza

Todos hemos vivido malos momentos en los cuales nos hemos sentido profundamente tristes, y desanimados. Esa tristeza, sin gestionar adecuadamente, puede llevarnos a un estado tan profundo de desolación que no contemplaremos la posibilidad de una salida de ese estado. La esperanza desaparecerá en el mismo momento que nos dejamos abrazar por la tristeza.

Quizás no seamos conscientes de la importancia de tratar la tristeza. Siempre que esta aparece es para decirnos que algo no va bien en nuestras vidas, y necesitamos cambios. Si miramos a otro lado, ese estado anímico se irá intensificando, y al final no podremos salir de ello por nosotros mismos. Con la aparición de la desesperanza, la percepción acerca de nosotros mismos, y de nuestro futuro, se oscurecerán.

Una persona sin esperanza sentirá una pérdida de significado de su propia vida. No le encontrará sentido a nada. Ello también afectará a la autoestima, y se experimentará una sensación de indefensión y vacío que agravará más la situación. La desesperanza hace que experimentemos también una gran apatía, cansancio físico y emocional, y un desinterés total por todo aquello que nos rodea y nos afecta.

Toda esta sintomatología nos afectará a nuestras vidas. Nos afectará en todos los ámbitos: en el trabajo, en nuestras relaciones sentimentales y sociales, y con nuestra familia. Además, no nos dejará avanzar, y llegaremos incluso a sentir una gran frustración y un alto pesimismo. Debemos tener más en cuenta este tipo de emociones, ya que nos pueden destruir sin darnos cuenta de ello.

La falta de esperanza nos puede destruir

Si estamos en un estado tan vulnerable que la desesperanza nos hace sus rehenes, debemos actuar con rapidez y ponernos en manos de un psicólogo que nos puede dar herramientas y estrategias, que nos ayuden a levantar nuestro estado de ánimo. Si dejamos que esta actúe con total libertad, nos irá hundiendo más y más en un oscuro agujero donde nos costará salir de él.

Al igual que ocurre con la tristeza, si aparece la desesperanza debemos dejar que se exprese. Escúchala. Seguro que lograrás identificar qué quiere decirte. Y una vez sepas qué cosas debes cambiar en tu vida, que te sirva para afrontar ese estado de ánimo tan bajo, actúa, y toma las decisiones que creas oportunas. No dejes nunca que la desesperanza actúe a sus anchas.

Todos sabemos que la tristeza es una emoción que cuesta afrontarla, ya que nos roba nuestras energías y nuestras ganas de vivir, pero no podemos mirar hacia otro lado. No se irá nunca por si sola. Debemos tratarla adecuadamente, y para ello debemos poner todo de nuestra parte. Si no lo hacemos, nos irá destruyendo todo lo que somos, lo que sentimos, y todo aquello que nos importa. Así que, hay que buscar ayuda, y poner todo de nuestra parte.

Cómo superar la desesperanza

Cuando nuestra tristeza se intensifica y no desaparece por si misma, podemos estar desarrollando una depresión. La desesperanza es un buen indicador que nos avisa de todo lo que estamos sufriendo. Es siempre recomendable solicitar ayuda profesional, ya que cuando más tiempo estemos bajo el yugo de la tristeza, más difícil será tratarla.

Si bien la tristeza es una emoción que nos indica que algo no funciona en nuestras vidas, y que debemos cambiar algo. Cuando sentimos la desesperanza, es porque esa misma tristeza se ha vuelto patológica, y tiene que ser tratada. No podemos vivir siempre en un estado de ánimo bajo. En ese momento, tenemos la obligación de tomar las medidas que sean oportunas. No podemos rendirnos ante la desesperanza.

Para poder combatirla debemos:

  • Identificar aquello que sentimos. Es importante que reflexionemos acerca de todo lo que estamos sufriendo y experimentando. Al ponerle nombre a que nos pasa, nos ayudará a afrontarlo de modo más eficiente.
  • Acepta tus emociones. Una vez identificado la problemática, debemos aceptarla. Está ahí, y ahora debemos tratarla. No podemos mirar hacia otro lado, e intentar que desaparezca por si misma. Ningún problema grave se soluciona solo. Tenemos que decidirnos y responsabilizarnos acerca de nuestra recuperación.
  • Realizar cambios. Si queremos superar una situación adversa, debemos realizar todos los cambios que sean oportunos. No podemos seguir haciendo lo mismo cuando ello solamente nos reporta dolor y sufrimiento. Realizar cambios nos ayuda a tener otras perspectivas, y a tener otras herramientas para afrontar la desesperanza con éxito.

Todos pasamos por momentos muy duros. Forma parte de la vida. La tristeza a veces aparece para decirnos aquello que debemos cambiar y desaparece, pero en algunos casos, ese estado de ánimo es permanente, dejando paso a la desesperanza. Cuando esto ocurra, debemos ser responsables con nosotros mismos, y buscar la ayuda que necesitamos. De ese modo podremos seguir adelante, y subir nuestro estado de ánimo, porque no tenemos que vivir con esa carga a cuestas. Debemos aprender a afrontar todas estas situaciones negativas. ¡Adelante!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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