Por qué no puedo dejar de comer
Nos alimentamos porque necesitamos nutrirnos para vivir, pero esa ingesta puede llegar a ser placentera si aquello que comemos nos gusta. Pero hay ocasiones en nuestra vida que no comemos para sobrevivir, sino porque lo necesitamos a nivel emocional. En esos momentos de gran angustia hacen que nuestras emociones nos empujen a comer en exceso, y es entonces cuando el hecho de comer se convierte en una auténtica necesidad emocional. Es entonces cuando nos preguntamos ¿por qué no puedo dejar de comer?
Todo ser vivo come. Alimentarnos nos ayuda a obtener todas las energías que necesitamos para que nuestro cuerpo y nuestra mente funcione. Pero hay veces que nuestro estado emocional es tan bajo que se puede desdibujar la línea divisoria que distingue el hambre normal del hambre emocional, y es en ese punto donde todo puede volverse peligroso y nocivo para la salud de quien lo padece.
Tenemos a nuestro alcance la posibilidad de satisfacer nuestro apetito de forma instantánea, y con cualquier clase de alimento. Un mal día, un estado de ánimo bajo, o padecer un alto nivel de estrés, entre otros factores, puede favorecer la necesidad de comer de manera compulsiva. Una necesidad que busca satisfacernos y rebajar nuestra angustia. Es entonces cuando nuestra hambre es voraz, y comenzamos a preguntarnos por qué no podemos dejar de comer.
Comenzar a comer de manera compulsiva respondiendo a una necesidad emocional es muy sencillo, solo necesitamos pasar por un mal momento o tener un mal día para vernos en la necesidad de comer, y no saciarnos con nada. Los alimentos nos ayudan a vivir, pero hay ingestas que solamente se realizan porque nos sentimos angustiados, y buscamos cualquier modo de rebajar esos niveles de angustia. La comida puede darnos placer, y en momentos en los que nos sentimos abatidos podemos intentar sentirnos mejor comiendo determinados alimentos. En este artículo descubriremos por qué no podemos dejar de comer.
Relación entre autoestima y no poder dejar de comer
Más que la idealización de una alimentación sana, sociedades como la nuestra apremian mucho más la apariencia física que la salud. Por lo tanto, todos en cierta medida queremos sentirnos bien con nuestro físico. Queremos ser como marcan los estandartes físicos marcados socialmente. Si no somos tal y como los demás quieren, corremos el riesgo que sentirnos rechazados y muchas veces incluso violentados. En la persecución de esas exigencias tiene mucho que ver la autoestima, y si no nos sentimos aceptamos puede hacer que nuestra angustia emocional se vea aumentada, sintiendo la necesidad de comer determinados alimentos cuando nos sentimos psicológicamente mal.
Cuando estamos tan preocupados por nuestro aspecto físico, nuestros niveles de estrés se elevarán, y nuestro estado de ánimo se verá afectado. Estos dos factores son ideales para empujarnos a una ingesta compulsiva de ciertos alimentos. Alimentos que suelen contener grandes cantidades de azúcar y grasas saturadas. Todo ello porque en los momentos en que nos sentimos mal con nosotros mismos, necesitamos de algo que nos aumente nuestro estado anímico, y nos rebaje nuestros niveles de ansiedad.
Una persona que no se siente bien consigo misma no será capaz de mantener una relación adecuada con la comida. Si algo le sale mal o ese día no se siente bien, puede comenzar a buscar el alivio que necesita comiendo. Además, si suelen ser muy exigentes consigo mismos y con su dieta, puede ser que sus niveles de ansiedad se eleven, y ello les empuje a querer comer sin saciarse. El problema es cuando la comida se convierte en una vía de alivio emocional.
Es importante sentirnos bien, y aceptarnos tal y como somos. No podemos caer en la trampa de percibir ciertos alimentos como un alivio emocional, ni tampoco que sean un método de castigo a uno mismo. Es crucial encontrarnos bien, y percibirnos de un modo positivos para poder percibir a los alimentos como algo necesario, y no como un placer que puede hacernos sentir bien en momentos malos. Es por ese motivo, que es necesario poder establecer una relación sana y constructiva con la comida. Comiendo sano, y comiendo dejando a un lado nuestras emociones, harán que nos sintamos bien de nuevo, y podemos mejorar nuestra salud tanto física como mental.
Comer emocionalmente
Otra de las grandes causas que nos puede responder la pregunta “¿Por qué no puedo dejar de comer?”, es la necesidad de tener alguna recompensa si nos sentimos mal. Científicamente, está comprobado que la comida favorece la liberación de ciertos neurotransmisores que nos causan placer. Sabiendo eso podemos comprender que en los momentos más oscuros de nuestras vidas, busquemos algo de alivio comiendo. Esa ingesta emocional nos puede llevar a depender de la comida para sentirnos bien, aunque sea una sensación instantánea y pasajera.
Si cuando estamos realmente mal, ya sea por haber pasado un mal día, o por atravesar un mal momento personal, recurrimos a la comida para sentirnos bien, nuestra mente asociará la comida como un método de alivio, y no como una necesidad para sobrevivir. Por ese motivo, se recurren a alimentos más grasos y con más azúcar, porque esa clase de alimentación nos produce mucho más placer, y la sensación de alivio es más instantánea. Comenzar a regular nuestro estado emocional con la comida es tremendamente peligroso, debido a que estando mal no sabremos cómo parar, y se pueden dar desde atracones, hasta desarrollar un trastorno alimentario como la bulimia.
Tenemos que pensar que el hambre emocional no responde a ninguna necesidad biológica real. Es un tipo de hambre que comienza en la mente y no en el estómago. Por lo tanto, no debemos buscar su origen en una alteración física, sino en un trastorno de tipo psicológico, como puede ser el estrés, la ansiedad, o la depresión. Todo aquello que nos haga sentir mal nos empujará a buscar algo de alivio, aunque sea mediante la comida. Y una vez que desarrollemos una asociación entre la comida y sentirnos bien, ello propiciará la aparición de un trastorno de tipo alimentario.
Debemos tener en cuenta que la persona que busca un alivio o una gratificación instantánea para sentirse bien mediante la comida, es consciente de sus actos, y posteriormente a la ingesta compulsiva que haga, tendrá un acentuado sentimiento de culpa, además de sentirse profundamente avergonzadas. Por ese motivo, quien come de manera emocional suele hacerlo a escondidas, para que nadie vea lo que está haciendo.
Cómo dejar de comer emocionalmente
Si estás pasando un mal momento, o simplemente no te encuentras bien, y sientes la necesidad de comer ciertos alimentos, aunque no tengas hambre, es porque tienes apetito emocional. En ese momento necesitarás buscar ese alivio momentáneo que puede proporcionarte la comida, y deberías tomártelo como una señal de que necesitas ayuda, y necesitas cambiar algo en tu vida para volver a sentirte bien. Si tienes constantemente hambre emocional deberías:
- Dale el valor que tiene la comida. Tenemos que dejar de percibir la comida como un alivio o un consuelo cuando nos encontremos emocionalmente mal. Es importante que aprendamos a establecer una relación sana con los alimentos, y considerarlos como tal, es decir, como una forma de nutrirnos.
- Identifica tu hambre emocional. Cuando sientas hambre debes aprender a identificar si ese tipo de hambre tiene una causa biológica, es decir, necesitamos nutrirnos, o es una necesidad porque en ese momento nos sentimos mal. Es fundamental que sepamos identificar los dos tipos de hambre, porque de ese modo podemos emplear técnicas que nos permitan sentirnos más relajados, y alejarnos de la comida. Como, por ejemplo, la respiración diafragmática, que es una técnica sencilla de relajación que nos ayudará a sentirnos mejor, y de ese modo prescindir de la comida cuando tenemos hambre emocional. Tienes que aprender a regular tus emociones de otro modo distinto a la comida.
- Busca ayuda profesional. Es esencial que puedas tener ayuda psicológica. Tratar tu estado emocional es esencial para sentirnos mejor, y dejar de padecer hambre emocional. La terapia te dará todas las herramientas que necesitas para poder afrontar el trastorno que te lleva a padecer hambre emocional, y así poder tener una relación sana con la comida. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online