Reconocer los errores

La obligación de reconocer los errores

Todos cometemos errores. Los hemos cometido y los cometeremos. Errar forma parte de nuestro aprendizaje vital. Aprendemos más de las caídas que de los triunfos. Reconocer los errores siempre es el primer paso para dar soluciones y saca un provechoso aprendizaje.

El gran pensador chino Confucio afirmaba que “quien comete un error y no lo corrige, está cometiendo otro error”. Así que cuando cometemos algún tipo de fallo o errores, debemos asumirlo, analizarlo, y si es posible solucionarlo. Debemos responsabilizarnos de nuestros actos.

De nada sirve echarle la culpa a otra persona, a una situación o simplemente al azar. Cuando cometemos un error, nosotros somos los máximos responsables. Negar nuestra responsabilidad sólo agrava el problema, y no soluciona nada, como veremos a continuación.

¿Y si negamos nuestros errores?

Cuando somos incapaces de reconocer nuestros errores, poniendo distancia entre lo sucedido y las consecuencias que ha habido, estamos cometiendo más errores, y por tanto no damos solución a todo el daño que hemos ocasionado.

Quien no reconoce sus errores cae en la trampa de querer negar un problema que él mismo ha ocasionado, del cual no ha aprendido nada, y es incapaz de reparar los posibles daños o consecuencias que ha creado. Eso sólo produce más dolor, tanto para la victima de los errores como para quien los ha cometido.

Si bien cuando negamos nuestros errores, tenemos una ficticia sensación de alivio momentáneo, pero como el problema está ahí, sin solucionar, al final irá creando en la propia persona que ha cometido el error, una gran ansiedad. Recordemos que, los problemas o errores no resueltos siempre acaban volviendo. Sólo lograremos librarnos de ellos, cuando los asumamos y los afrontemos.

Personas que no admiten sus errores

Equivocarse es inevitable. Es un hecho propio de nuestra imperfección Aprendemos a base de las caídas. Así que admitir y reconocer nuestros errores, debería ser un ejercicio natural que nos ayude a aprender y a ser mejores. Pero lo cierto que estamos sumergidos en una cultura, donde nadie asume sus responsabilidades acerca de sus errores.

Parece que algunas personas no están dispuestas a asumir sus equivocaciones de una forma natural, y pongan soluciones al respecto. No queremos quizás parecer inferiores, o mostrarnos vulnerables. Y de nada sirve una reparación leve y momentánea de los errores, sino que se requiere asumir toda la responsabilidad, y expresándola de un modo abierto, sincero y valiente.

Reconocer los errores es un hecho puntiagudo para algunas personas. Suelen ser personas narcisistas que no quieren mostrar públicamente sus imperfecciones, su ineficacia, y su vulnerabilidad emocional. Con ello estamos creando una sociedad mucho más rígida, compleja e insalubre, Nos hemos olvidado que admitir nuestros propios errores, es una oportunidad única para crecer y mejorar.

Personas que no saben reconocer los errores

Las personas que no son capaces de reconocer los errores nos pueden llegar a desesperar. Son personalidades muy rígidas que no llegan a comprender las consecuencias de sus actos, y darles el valor que pueden llegar a tener, tanto para lo bueno como para lo malo. Quien no admite sus errores no es capaz de aprender ni evolucionar de forma correcta y sana.

Quien muestras sus errores muestra sus imperfecciones. Es por ello que existen personas con un alto narcisismo, que son incapaces de mostrar que son vulnerables. No quieren mostrar esa supuesta debilidad. Prefieren aparentar una cierta efectividad y fortaleza.

Las personalidades narcisistas son aquellas que sólo mostrarán los logros, y esconderán los fracasos. Son personas que están en todo momento aparentando algo que no son: perfectos. Y quien intenta mostrarse fuerte, cuando no lo es, acaba por romperse al final.

También es posible, que una persona narcisista, no reconozca los errores por miedo al qué dirán. El reconocimiento ajeno es importante para este tipo de personalidades. Por tanto, una mala opinión les puede hacer mucho daño. Por ese motivo, siempre intentarán dar una imagen de suficiencia y efectividad.

Huir de los errores es posponer los problemas

La huida es una de las estrategias más comunes de las personas que no quieren reconocer los errores. Creen que al huir dejan atrás los problemas, pero estos siempre los perseguirán, porque cualquier error o problema solo desaparecen cuando los afrontamos. Es decir, huir no soluciona jamás nuestros problemas, solamente los pospone.

Cuando intentamos huir dejamos mucho atrás. Dejamos de estar conectados a todo aquello que somos y queremos. No podemos huir de nosotros mismos, y de todo aquello que hacemos. Ni de nuestros aciertos ni de nuestros errores. No podemos estar eternamente huyendo de aquello que debemos afrontar. Si cometemos fallos, debemos sacar las lecciones que podamos de ellos, solucionar o reparar el daño que hemos cometido, y seguir adelante.

La aceptación de nuestros errores es la única forma de encontrar la plenitud y la paz que necesitamos. Podemos añorar, o quizás quedarnos atrapados en el pasado, o quizás ansiosos por un futuro que aún tiene que venir, pero en verdad, sólo tenemos nuestro presente, y en él debemos afrontar los problemas y vivir en paz con nosotros mismos.

Cuando cometas un error, perdónate

Reconocer los errores es necesario, porque nos acompañarán a lo largo de nuestras vidas. Un error puede llegar a ser una oportunidad de éxito o una experiencia dolorosa o de sufrimiento. Todo dependerá de cómo lo afrontemos. Es esencial mantener una actitud abierta y dispuesta a asumir los propios fallos, aprender de ellos y subsanar el daño realizado.

Es normal que al cometer un fallo nos juzguemos duramente. Es difícil retener esa voz interior que nos fustiga y nos recuerda en qué hemos fallado. Esa vocecilla puede llegar a ser una juez implacable que puede hacer que nos rompamos. Es por ese motivo que debemos aceptar que hemos errado, y mantener siempre una actitud encaminada a solucionar el problema, y dejar atrás nuestras propias críticas.

Esa vocecilla interior que nos recuerda constantemente nuestros errores y todas sus consecuencias, pueden llegar a dañar nuestra salud emocional. Es una voz tan crítica que hace que estemos siempre alerta para intentar no volver a caer, y ese hecho eleva, irremediablemente, nuestros niveles de ansiedad.

Para poder acallar esa voz debemos afrontar los problemas. Solamente así se superan. De nada sirve fustigarnos y recordarnos lo mal que hemos hecho. Si cometemos un error, debemos reparar el daño que hayamos causado. Después aprender de esa caída, y seguir con nuestro camino. Todos hemos cometido errores, y no por ello debemos castigarnos. Perdónate y sigue adelante.

Reconocer los errores nos ayuda a perdonar a los demás

Todos en algún momento de nuestras vidas, nos hemos visto en la situación de tener que perdonar, o ser perdonados. A veces nos dañan, y a veces dañamos. Todos podemos llegar a cometer errores que pueden dañar a los demás, o incluso, herirnos a nosotros mismos.

Puede que lleguemos a pensar que, si perdonamos a alguien, le estamos dando la razón, pero nada de eso es cierto. Quien perdona se está librando del mal ajeno. La persona que perdona librera su corazón de todo rastro de rencor. Se libra de esa pesada carga.

Cuando cometemos errores nos volvemos vulnerables, Hemos fallado, y eso nos hace más humanos. Si somos conscientes de nuestros fallos, podemos perdonar a los demás plenamente. Significará que aceptamos los errores como parte de la vida, y que debemos tomarlos lo más positivamente posible. De ese modo podremos superarlo y seguir con nuestras vidas.

Si no logramos perdonar, seguiremos atados para siempre a esa persona, de un modo destructivo y dañino. Es importante aprender a liberarnos de esas ataduras emocionales, y volver a vivir plenamente. Sin rencores ni ira. No vale la pena llevar a cuestas esa pesada carga.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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