Sentimiento de culpa
Somos imperfectos, y por ello cometeremos errores a lo largo de nuestra vida. Es un hecho totalmente inevitable. Los cometemos incluso cuando pretendemos actuar con la mejor intención, o elegimos la que parecía la mejor alternativa. Algunas personas logran pasar página, aprender de esos errores y seguir con su camino, pero existen otras personas que no dejaran de castigarse por aquello que hicieron mal. El no perdonarse a si mismo, lleva a esas personas a sabotearse una y otra vez, buscando un castigo que les permita redimirse de sus errores. Es una auténtica trampa mental que con el tiempo se acentúa y puede destruir psicológicamente a quien la sufre. Así es el peligroso sentimiento de culpa.
Necesidad de castigarse
La necesidad de castigarnos por los errores cometidos parte del sentimiento de culpa. Cuando cometemos errores, somos responsables de ellos, pero no culpables. Los errores, errores son. Son “accidentes” que han escapado de nuestra voluntad. No queríamos hacer daño, no queríamos perjudicar a nadie, ni hacer las cosas mal, pero podemos llegar a pensar que el haber hecho algo mal nos convierte en malas personas. Por ese motivo, la palabra “culpa” la desecharía en estos casos, cuando no teníamos la voluntad de cometer los errores que hemos cometido.
Muchos de los sentimientos de culpa tienen como punto de partida una baja autoestima. Cuando no nos valoramos, podemos llegar a creer que todo lo que ocurre es por nuestra culpa, y que por ello debemos ser castigados. Existe entonces la necesidad de purgar nuestros fallos.
Si el castigo no llega a través de las personas que nos rodean o del entorno en el cual ha ocurrido nuestro error, entonces seremos nosotros mismos quienes nos castigaremos por ello. Imponernos un castigo más o menos severo nos aliviará psicológica y emocionalmente porque tendremos la sensación que estamos pagando por nuestros errores.
Castigarse no soluciona nada
El hecho de castigarse a sí mismo no va a hacer que desaparezca el error. El sentimiento de culpa no sirve para nada. El autocastigo nos lleva a la falsa sensación de que nuestra penitencia hará desaparecer de un plumazo las consecuencias de nuestros fallos o errores. Pero castigarnos nos soluciona nada, es más efectivo pedir disculpas o intentar solucionar los errores que hemos creado, aprender de ello, y pasar página.
Cómo superar el sentimiento de culpa
- Acepta tus errores. Comienza a ver tus errores como parte de tu aprendizaje vital. Son inevitables y los cometeremos a lo largo de nuestra vida.
- Minimiza las consecuencias de tus errores. El hecho de castigarse no tiene efectos positivos ni efectivos a la hora de solventar nuestros errores. Valora las consecuencias de tus errores, e intenta minimizar sus daños. Una simple disculpa o un abrazo es suficiente en la mayoría de los casos.
- Exterioriza tus sentimientos. Habla con las personas implicadas o que han sufrido tus errores de cómo te sientes y que piensas al respecto. Ello te permitirá ver que ellos pueden ver tu responsabilidad en tu error de un modo diferente y menos severo. Te ayudará a no inculcarte a ti mismo un grado de responsabilidad que no corresponde con la realidad.
- Quiérete. En general podemos llegar a ser nuestros peores jueces. Hay que comprender que los errores los cometemos todos, y no por ello dejamos de ser valiosos para los demás o para nosotros mismos. No te juzgues en exceso. Reflexiona acerca de tus errores y saca un aprendizaje de ellos. No somos perfectos.
- Ten perspectiva. No podemos volver atrás, ni evitar el error que ya hemos cometido. El sentimiento de culpa nace de la visión que tenemos en ese momento de los errores cometidos, en vez de verlos con el prisma de la persona que éramos en ese momento. Hemos aprendido y evolucionado, y hoy en día no cometeríamos los mismos errores. Por ello evalúa que cometiste esos errores porque eras una persona con menos recursos, pero que gracias a esos errores has aprendido y evitarás de aquí en adelante cometer los mismos errores.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online