¿Dónde nacen nuestras heridas emocionales?
Nuestras heridas emocionales más profundas son aquellas que surgen en nuestra infancia. Una etapa de nuestra vida en la cual se forma todo nuestro ser, todo lo que llegaremos a ser. Quien está roto por dentro cuando es adulto es porque en su niñez ya fue herido. Somos lo que somos por nuestras vivencias, por las buenas y por las malas.
La edad no nos protege del sufrimiento. Por muy pequeño que sea un niño o una niña, aunque no lleguen a comprender las situaciones, sí que son capaces de sentir el dolor y su impacto en su estado emociona. En la infancia se padece dolor, angustia, tristeza o miedo. Son emociones que forman parte de nosotros.
A medida que vamos creciendo, nuestra comprensión de todo lo que nos sucede es mayor. En ese momento, nuestras heridas emocionales del pasado ya han hecho mella en nosotros, y a eso se suman nuevas experiencias negativas que van anidando en nuestros corazones.
Todas esas experiencias se convierten en un modo de pensar y actuar muy nuestro. Un patrón de comportamiento que se repetirá siempre que revivamos situaciones dolorosas negativas. Todo ese dolor se ha alojado en nuestro interior, e influenciará nuestro modo de vivir.
Por ejemplo, si llegamos a sufrir malos tratos en la infancia, crecer sin padres, perder a alguien, vivir en un hogar destructivo, etc., son realidades que pueden herir irremediablemente a cualquier persona que se vea atrapado en esas circunstancias. Ese dolor hará que la persona se enfrente al mundo con ciertas desventajas, como por ejemplo, con una baja autoestima, con desconfianza, con una incapacidad de adaptación constante, etc.
Nuestras heridas emocionales más profundas
Nuestras heridas más profundas no son las físicas sino son aquellas que se centran en el alma. Ese daño lo hacen las palabras, las ausencias, las pérdidas o las falsedades entre otras cosas. Son heridas que no se ven a simple vista, pero son las que más duelen. Son heridas capaces de rompernos el alma, y destrozar toda nuestra vida.
La persona herida siempre comete el grave error de construir muros que le protejan de los demás, de todo lo externo que le pueda dañar. Son personas sensibles que moldean una vida que les permita no sufrir más. Pero eso no es así, nadie está a salvo de la propia vida, y estamos expuestos a ser dañados por muy grande que sea ese muro.
Decir que nadie puede vivir siempre a la defensiva. No podemos aislarnos del resto del mundo. Nuestra gran labor debe estar centrada en saber gestionar el dolor y los malos momentos. Sólo así podremos ir sanando las heridas y evitar que surjan nuevas.
Las heridas no pueden estar eternamente abiertas. Por ese motivo nuestras heridas emocionales deben ser tratadas en un momento u otro. Aparte de todos los consejos que pueda darte en este artículo, lo más importante es ponerse en las manos de un profesional que te ayude a sanar tus heridas emocionales, y sobretodo apoyarte en tus seres queridos.
Heridas emocionales infantiles que persisten en la edad adulta
Las dificultades que sufrimos en la infancia nos abren heridas emocionales que nos marcan en cierta manera cómo será nuestra vida cuando seamos adultos. Es decir, en cómo seremos, y cómo seremos capaces de afrontar todas las vicisitudes de nuestra vida.
A continuación repasaremos las principales heridas emocionales que pueden afectar a nuestro desarrollo personal en edad adulta, y son:
- Miedo a la soledad. Sentirse solos y abandonados en una de las sensaciones que más nos puede marcar en nuestra infancia. Ese medio hará que la persona sea incapaz de mantener relaciones sanas, ya que estarán basadas en el miedo a sentirse nuevamente abandonados y solos. Es una emoción que puede marcar todas nuestras relaciones a lo largo de nuestra vida si no es tratada adecuadamente.
- Miedo a no ser aceptado. El miedo a sentirse rechazado se puede convertir en una herida emocional muy profunda, ya que implica a que los demás no nos aceptan tal y como somos, y eso es un sentimiento muy dañino. Suele darse en la infancia, cuando las personas más importantes para el niño siempre le recriminan lo que hace y cómo se comporta, sin valorarle. Eso crea un sentimiento de inferioridad muy marcado capaz de crear una herida emocional muy grave.
- Sentirse humillado. Es una herida emocional que se genera cuando sentimos que nos demás nos critican y nos deprecian. Estos problemas se generan cuando en la infancia, al niño se le remarca que son torpes, pesados o simplemente se rían los demás de él. Todo ello destruye la autoestima del niño. Normalmente estas heridas generan personalidades dependientes en edades adultas, es decir, en personas que son capaces de tomar roles sumisos y de aceptación con tal de sentirse aceptados y valorados por los demás.
- Miedo a ser traicionados. Es un miedo que ha surgido cuando el niño se ha sentido traicionado por alguna persona muy querida, como pueden ser sus padres. Ello genera un sentimiento de desconfianza muy acentuado capaz de generar un personalidad en la edad adulta centrada en la envidia, la frustración y no sentirse merecedor de todo lo bueno que les suceda. Son personas que intenta siempre tener todo controlado, ya que no quieren volver a sentirse traicionados. Ello les da cierta confianza.
- Sentirse injustamente tratados. Son heridas producidas por progenitores fríos y distantes. El menor se sentirá siempre tratado de forma injusta y autoritaria. De mayores quien ha sufrido esta clase de daño, desarrollan una personalidad perfeccionista, falta de seguridad y una muy baja autoestima. Son perdonas con una gran rigidez emocional y mental.
Cicatrizar nuestras heridas emocionales del pasado
Es una necesidad superar y sanar todas las heridas que el pasado nos dejó en nuestro interior. La vida es demasiado corta para estar siempre revisando nuestro pasado. Hacer eso nos enturbia nuestro presente, y nos presenta un futuro totalmente negro. Por ese motivo debemos deshacernos de esa carga. ¿Y cómo hacerlo? Siento decirte que no existen atajos. Para sanar bien las heridas que nos ocasionó nuestro pasado tenemos que buscar ayuda profesional.
Superar el miedo que todos tenemos a soltar nuestro pasado es el único método de sanar nuestras heridas emocionales. Debemos dejar ir todo ese dolor. Lo pasado, pasado está, no debemos soportar tan pesada carga. ¡Atrévete a dejar atrás el pasado!
Soltar el pasado
Nuestras heridas deben ser tratadas en algún momento. No podemos vivir con esa carga eternamente. Un pasado difícil no debe condicionar nuestro futuro. Podemos romper ese círculo de una vez. Cuando somos adultos tenemos más herramientas para hacer frente a los malos momentos. Ya no somos los mismos que antes. Por ello debemos soltar el pasado, y dejarlo enterrado para siempre. El ahora es nuestro.
¿Cómo podemos entonces afrontar todo lo que hemos sufrido? ¿Cómo superar nuestro pasado? ¿Cómo sanar nuestras heridas? Para ello debes:
- Aprender a mirarte sanamente. Las heridas emocionales dejan malherida a nuestra autoestima. Para poder superar todo lo que hemos sufrido, debemos aprender a valorarnos tal y como somos. Es cierto que el dolor nos ha fortalecido y ha hecho que tengamos algún que otro muro que derribar, pero también nos ha aportado empatía, sensibilidad y una capacidad innata para superar todos los obstáculos que la vida nos intente poner en medio de nuestro camino.
- Perdónate y perdona a los demás. Antes de todo haz el sano ejercicio de perdonarte. No eres perfecto y seguirás errando siempre. Forma parte de nuestro aprendizaje vital. Así que no te exijas tanto y disfruta de tu maravillosa esencia. Eres una persona única. Lo eres todo. Luego podrás perdonar a los demás. Porque perdonar es liberarse. Perdonar te permitirá deshacerte de todo el mal que alguien depositó en ti. No vale la pena vivir con odio o rencor. Libérate y sigue tu camino.
- Aprende de los malos momentos. No todo va a ser felicidad en nuestras vidas. También habrá momentos muy malos que nos tocará vivir. De esos momentos saca valiosas lecciones, y sal fortalecido. No hay nada que no puedas superar. Y al final todo pasará. Así que disfruta de todos los buenos momentos, y aprende de los malos.
- Reconstruye tu autoestima. Nuestras heridas emocionales destruyen nuestra autoestima. Aprende avalorarte. Tienes defectos pero tienes muchas más virtudes. Aprecia todo lo bueno que hay en ti, y mejora aquello que puedas mejorar. Sé todo para ti mismo. Es hora que te quieras como nadie te ha sabido querer. Si tú te quieres, los demás también lo harán. Vuelve a reconstruir tu autoestima. ¡Lo eres todo!
Cómo curar nuestras heridas emocionales
Las experiencias negativas que vamos sufriendo a lo largo de nuestra vida, nos hieren emocionalmente. Son heridas que nos rompen por dentro, y puede estar ocasionada por multitud de factores, como puede ser la traición, la mentira, la humillación, el abandono, etc.
No podemos mirar hacia otro lado, ni intentar ocultar las heridas. Porque por muy profundas que sean, al final salen a la luz. Una persona herida acabará siempre actuando y sufriendo como tal. Por ese motivo, debemos en algún momento de nuestra vida, plantearnos el curar esas heridas que tanto nos dañan. Para ello como ya he dicho, no hay atajos ni tratamiento fáciles. Se necesita una guía proporcionada por un profesional de la psicología, y el apoyo de los seres queridos. También existen varios consejos que podemos seguir, como complemento de lo anterior, para curar nuestras heridas emocionales. Y son:
- Aceptar nuestras heridas emocionales. Las heridas emocionales están ahí. Nos acompañan desde siempre. Y debemos aceptar que nos dañan, que no nos dejan avanzar, y que debemos poner remedio. Tenemos que plantearnos dar solución a la problemática que estamos sufriendo.
- Perdónate y perdona a quien te hicieron daño. Debemos perdonarnos. Somos humanos, y hemos fallado mil veces. No pasa nada. No somos perfectos. Así que no te exijas demasiado y date permiso para caer de vez en cuando. También perdona a los demás. La vida es demasiado corta para vivir con rencores y odios. Libérate perdonando a los que te dañaron. Haz ese trabajo interior y sigue con tu vida. Ninguna de esas personas merecen que les des tu atención. Perdona y sácalos de tu mente. Te lo mereces.
- Deja que tus emociones se expresen. Si tienes que enfadarte, enfádate. Si te sientes triste, acéptalo. Si tienes miedo, intenta superarlo. Son algunas de las emociones que siempre se presentan en nuestra vida. No debemos reprimirlas, porque nos harán más daño. Simplemente acéptalas y deja que todo pase. Al final todas esas emociones negativas desaparecerán siempre y cuando, tú las dejes expresarse.
- Busca ayuda profesional. Las heridas emocionales siempre son tan profundas y llevan tanto tiempo acompañándonos que para sanarlas necesitamos estrategias que nos permitan verbalizarlas, comprenderlas y curarlas. Para ello se necesita la ayuda de una buena terapia psicológica.
- Busca apoyo en tus seres queridos. Explícales cómo pueden ayudarte. De ese modo podrán darte apoyarte tal y como lo necesitas. No te guardes nada para ti, y explícales qué te pasa.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online