La depresión es un dolor que nos derriba, nos destruye y se aferra a nosotros con mucha fuerza. A veces viene acompañada de la temible ansiedad. Nos provoca miedo, hastío y desesperanza. Genera pensamientos que nos dañan, que menosprecian todo lo que somos, y todo lo que tenemos. Pero la depresión nos enseña valiosas lecciones, vitales.
Cuando padecemos depresión, todo nuestro estado anímico se ve seriamente alterado, y afecta inevitablemente a todas las áreas de nuestra vida. La tristeza se vuelve muy intensa, perdemos las ganas de hacer nada, y nos quedamos sin esperanzas.
El número de afectados cada vez es mayor. Quizás puede ser por el modo en el cual vivimos, por la genética o por factores fisiológicos. Sin importar la causa, decir que toda depresión tiene su tratamiento. Con tiempo y esfuerzo se puede superar.
¿Te apetece conocer más acerca de este trastorno del ánimo? Sí es así, te invito a que nos adentremos juntos a conocer más acerca de esta enfermedad. Espero que te pueda dar una pequeña guía para que comprendas las enseñanzas que puede proporcionarte la depresión.
La depresión nos enseña
Quien hemos sufrido una depresión, y hemos visto lo profundo que es abismo al cual nos empuja, hemos sacado valiosas lecciones que nos ha servido para salir reforzados de ello. De los momentos más oscuros debemos sacar el mejor aprendizaje vital. Si no es así, de nada habrá servido sufrir todo lo que hemos sufrido.
Antes de dictar todas las enseñanzas que nos puede aportar la propia depresión, quiero citaros la más importante, y es que todo pasa, incluso los peores momentos. Al final todo sigue, y debemos seguir adelante. El momento más oscuro del día es justo cuando la profundidad de la noche da paso al día. Es decir, los peores momentos dan paso a los momentos más valiosos.
La depresión nos enseña a no preocuparnos en exceso
Sufrir tal trastorno anímico nos puede enseñar a disfrutar del momento, y dejar de preocuparnos por cosas que quizás jamás sucederán. Es decir, de no anticiparnos a una preocupación que nos genere angustia. La preocupación excesiva por el futuro, y cómo gestionamos la incertidumbre, nos puede llevar a un estado de miedo recurrente, que nos llevará a padecer una depresión severa.
Nuestra existencia es caótica, y por mucho que queramos controlarla, es imposible. No podemos cambiar el pasado, ni prever el futuro. Lo único real, lo único que podemos vivir, es el presente, es el ahora.
Lo verdaderamente importante es crecer día a día, centrándonos en los pensamientos, las vivencias, y las personas que sumen, es decir, que nos aporten riqueza personal, un aprendizaje, y sobre todo alegría. Tenemos que decidir cada día cómo nos queremos sentir, y qué queremos vivir. Gracias a ello podremos desarrollar la capacidad de hacer frente a todas las adversidades que se nos presente. La actitud es lo más importante. ¡Tú decides!
La depresión nos enseña quienes somos
Cuando estamos en un momento crítico y las fuerzas nos abandonan, es cuando más fuerzas logramos reunir para salir de ese abismo. Al principio nos parece un esfuerzo titánico, pero poco a poco somos capaces de sacar la cabeza del pozo. No sabemos la fuerza que tenemos hasta cuando necesitamos usarla.
La depresión nos enseña a identificar nuestras fortalezas, y nuestras debilidades. Nuestros defectos y nuestras virtudes. Nos permitiría saber en qué queremos y qué no. Nos enseña a gestionar todo lo malo que nos pasa. Porque aprenderemos alejarnos de los lugares, de las personas y de las cosas que nos puede hacer recaer y ver como nuestro estado de ánimo baja.
La depresión nos enseña a aceptar la tristeza
Mediante la depresión entendemos que la vida se basa en momentos alegres y otros donde la tristeza está presente. La vida se compone también de éxitos y fracasos, de esperanza y desengaños. La felicidad no es permanente. Solo forma una parte de los momentos que conforman nuestra vida.
Por tanto, no debemos frustrarnos pensando que tenemos que ser felices a toda costa. Es un objetivo irreal que solo nos aporta dolor y frustración. Debemos abrazar a la felicidad y a la tristeza de igual modo, porque ambos son estados anímicos y forma parte de nosotros.
Tenemos que buscar nuestro bienestar y nuestra felicidad, pero sin intentar ignorar la tristeza, ya que esta estará presente en muchas fases de nuestra existencia. Por tanto, hay que aprender a cómo gestionarla para que sus efectos sean los menos nocivos posibles.
La depresión nos enseña que no tirar la toalla
Las personas que hemos sufrido una depresión, por muy severa que haya sido esta, aprendemos que es posible salir de ella si contamos con la ayuda profesional adecuada y un buen círculo de apoyo social. Lógicamente, no va a ser una tarea fácil y rápida. Para salir de una depresión deberás poner todas tus energías en ello y darle tiempo al tiempo. Vale la pena no tirar la toalla. Nosotros somos nuestra propia salvación.
Los procesos de recuperación de una depresión son graduales y difíciles. El paso del tiempo se hace desesperante, y podemos caer en la más absoluta desesperanza. Por ello es necesario mantener la calma y la paciencia.
Tenemos que verbalizar todo lo que ocurre en nuestro interior, ya que es el método más efectivo para que los demás, nuestro círculo más cercano, sepan cómo pueden ayudarnos, y darnos el apoyo que necesitamos. Debemos liberarnos de nuestra carga compartiendo nuestras emociones con los demás.
La depresión nos enseña a mantener la calma
Aprendemos mediante la depresión que, en situaciones de crisis, es mejor parar, calmarnos y no tomar decisiones apresuradas. Siempre los malos momentos, aunque sean los peores, simplemente pasan, y la vida continúa.
Cuando hemos estado en lo más profundo del abismo, aprendemos a ser más generosos con los demás, y sobre todo con nosotros mismos. Aprendemos a ser más calmados y disfrutar de los buenos momentos. Nos ayuda a ser mejores.
El dolor que nos produce la tristeza más profunda nos ayuda a ser más generosos y compasivos con quien sufren la misma situación que nosotros. Si hemos sanado nuestras heridas, ello nos ayudará a comprender el dolor de las heridas de los demás.
La depresión nos cambia. Nos hace ver las cosas de otro modo, más pausado y maduro. El dolor nos transforma, y nos enseña a que tenemos que disfrutar de todo lo que tenemos, y con quien tenemos al lado. Las alegrías y la tristeza forman parte de la vida, y la vida siempre vale la pena. La depresión nos ayuda a valorar la vida. A valorar los buenos momentos.
Aprendamos de la depresión
La depresión es un dolor tan intenso que destruye a quien lo padece. Es como una gran bufanda que aprieta y asfixia a quien se ve atrapado por ella. Nos quita las ganas de vivir, y nos precipita a un profundo abismo en el cual no vemos la salida.
Mediante la depresión, padecemos tristeza, irritabilidad, apatía, desinterés, falta de concentración, alteraciones del sueño, trastornos alimentarios, sentimientos de culpa, incapacidad para tomar decisiones, pensamientos destructivos, etc. Todo ello dura algún tiempo. Son síntomas que padecerá quien sufra depresión. Es un proceso inevitable. Pero hay salida. Solo necesitamos tiempo y ponernos a ello mediante ayuda profesional y ayuda de nuestro entorno.
La depresión nos da lecciones como todo lo negativo que nos sucede en nuestra vida. Nos enseña por ejemplo a saber valorar todo lo bueno que hay que en nosotros y en todo lo que nos rodea, y alejarnos de todo lo malo, de todo lo que nos hace daño. Sacamos las más valiosas lecciones de los momentos más oscuros.
No debemos intentar ser felices siempre. Es imposible. La felicidad es un estado momentáneo como es la tristeza. Por tanto, debemos abrazar estas dos emociones de la misma manera. De la depresión también podemos aprender a disfrutar de todo lo bueno, y de sacar valiosas lecciones de los malos. Todo ello forma parte de nosotros. Forma parte de nuestra vida. Así que vívela, con lo buena y con lo malo, y nunca tires la toalla.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online