Culpar a los demás de tus errores

Culpar a los demás de tus errores

Existen personas que son incapaces de aceptar sus responsabilidades, y siempre encuentran a alguien para culpabilizar por todo. Si eres una de esas personas que eres capaz de culpar a los demás de tus errores, decirte que eso es una posición muy cómoda y egoísta de no aceptar las consecuencias de tus actos.

Esconderse nunca es la solución para afrontar los problemas. Cuando nos equivocamos o cometemos fallos, debemos aprender de ello y en la medida de lo posible intentar reparar esos errores, pero nunca debemos buscar a alguien para responsabilizarlo de ello. Este hecho esconde una verdadera inmadurez emocional.

Y los errores son parte de nuestro desarrollo, y todos los cometemos. Forman parte de la vida, y de todos ellos, podemos sacar valiosas lecciones. No debes huir de ellos, e intentar culpar a los demás de tus errores, simplemente hay que aceptarlos, e intentar aprender de nuestros fallos. Debemos ser responsables con nuestras acciones, y no intentar escurrir el bulto. Nuestros errores son nuestros y debemos afrontarlos del modo más constructivo posible.

También está el hecho de querer culpabilizar a alguien para poderlo manipular. Culpar a una persona puede servir a un manipulador emocional a someterla, ya que alguien que experimenta un gran sentimiento de culpa, es capaz de hacer todo lo que sea para “reparar” el supuesto daño que ha realizado. En estos casos podemos comprobar que la culpa puede ser una herramienta eficaz a la hora de ejercer la manipulación sobre una persona. Al final, todo lo que no sea responsabilizarnos de nuestros actos, siempre es un acto tóxico. Lo maduro es hacernos los únicos responsables de aquello que hacemos, de nuestros aciertos y nuestros fallos. Y cuando cometamos algún mal acto, debemos aprender de ello, y en la medida de lo posible, hacer algo al respecto.

Quien culpa a los demás de sus errores

Las personas que no aceptar sus responsabilidades y frente a sus errores culpa a los demás, suelen ser personas con una personalidad inmadura, incapaz de gestionar las adversidades, y que percibe sus fallos como algo realmente negativo, que debe deshacerse de ellos como sea, es decir, culpabilizando a los demás. Es claramente personas con una personalidad infantiloide y egoísta.

No aceptar nuestras responsabilidades es propio de una personalidad inmadura, y esa inmadurez siempre nos llevará a desprendernos de nuestra responsabilidad, y actuar de modo egoísta. No saber gestionar nuestros errores y nuestros fallos es realmente un problema que nos puede llevar a acrecentar nuestra situación, y romper muchas de nuestras relaciones. Nadie estará dispuesto a cargar con nuestras responsabilidades, y ser incapaces de aceptarlas siempre nos llevará a tener conflictos graves con los demás.

Las personas narcisitas son capaces de culpabilizar a los demás de sus actos. Este tipo de personalidades se centran en ellos mismos, y los demás son percibidos como simples objetos para conseguir sus metas. Así que, no dudarán en culpar a los demás y de ese modo escapar de las consecuencias de sus actos. Porque al final culpar a los demás de nuestros errores es intentar huir de las consecuencias de aquello que hacemos.

Quien es capaz de culpabilizar a los demás de sus propios errores o fallos, lo hace para intentar escapar de sus actos y lo que conlleva, o para manipular a otra persona. Culpar a alguien puede destrozar emocionalmente a esa persona, ya que si se cree que es culpable hará todo por intentar reparar ese supuesto daño. Culpar a los demás es algo peligroso, tanto para quien culpabiliza como para la persona se quiere culpabilizar. 

Culpar a los demás de tus errores no es aceptar

Para afrontar cualquier tipo de dificultad o adversidad debemos primero identificar qué nos ocurre, y después aceptar lo que ocurrido. Una vez que hemos aceptado nuestro error o nuestros fallos, podemos saber cómo reparar ese daño, o al menos sacar valiosas lecciones de todo ello.

El hecho de culpar a los demás de tus errores no es aceptar, sino derivar nuestras responsabilidades a otras personas. Huir de las consecuencias de nuestros actos nos convierte en personas egoístas e inmaduras, capaces de dañar a personas cercanas y queridas con tal de no aceptar ni afrontar sus actos.

Culpar a los demás de tus fracasos

Lo más sencillo cuando cometemos un gran fallo es engañarnos y afirmar que la culpa es de otra persona. Gracias a eso podemos desprendernos del todo el peso que conlleva cometer un error, y de ese modo evitamos en cierta manera las consecuencias de esos fallos. Pero al final es convencernos de algo irreal e intentar no afrontar la realidad, ya que nos produce un gran dolor emocional. 

A nadie le gusta fracasar, pero debemos aprender a aceptarlo. Los fracasos forman parte de nuestra vida, y gracias a ello aprendemos a no cometerlos de nuevo. Pero para sacar lecciones de nuestros fallos, debemos aceptarlos y afrontarlos de un modo maduro y directo. Debemos aceptar las consecuencias e intentar, si podemos, de subsanar el daño de nuestras acciones. Mirar para otro lado no sirve de nada. Nunca es útil. No debemos culpar a los demás de nuestros fracasos.

Culpabilizar para manipular

Culpabilizar a los demás y hacerse la víctima son las herramientas principales de los manipuladores emocionales. Gracias a estas tácticas consiguen dominar a los demás, y de ese modo, conseguir de ellos lo que desean. El objetivo de estas personas es siempre aprovecharse de los demás, y poder alcanzar así sus metas personales.

Sentirse culpable crea una sensación tan desagradable que la persona que lo padece hará lo que sea para reparar el daño que ha producido. Este hecho lo aprovecha el manipulador emocional para conseguir que sus víctimas hagan lo que desean. Mermar la autoestima de las víctimas propicia que estas sean más manipulables. Si una persona ve que por sus actos le ha hecho daño a alguien, hará lo que sea por subsanar ese daño.

Los manipuladores emocionales suelen culpabilizar a sus víctimas por todo, y utilizar el victimismo como método de manipulación capaz de someter a los demás. Hacer sentir culpable es la mejor forma de conseguir que otras personas accedan a nuestras voluntades, y que hagan todo aquello que queramos.

Cómo no culpar a los demás de tus errores

Para dejar de culpar a los demás de tus errores, deberías ser consciente de tus actos, y de las consecuencias que estos tienen, y asumir nuestras responsabilidades. Para ello, cuando cometamos algún error, fallo o fracasemos en algo, deberemos:

  • Aceptar lo ocurrido. Hemos cometido un error y eso no es el fin del mundo. Tenemos que asumir que nuestros actos nos han llevado a cometer esos errores. No somos perfectos, y debemos aprender a ser conscientes de nuestros actos y el impacto que tienen.
  • Reflexionar acerca de las causas. Tenemos que averiguar porque hemos actuado así, y qué errores hemos cometido. Averiguar las causas de nuestros fallos nos ayudarán a aprender de cada uno de ellos.
  • Asumir las consecuencias. Nuestros actos siempre tienen una repercusión y un impacto tanto en nosotros como en los demás. Tenemos que asumir ese hecho, y afrontar el eco de nuestros actos.
  • Sacar lecciones. De todo error, de todo fallo, y de todo fracaso siempre se puede aprender algo. Toda caída nos ayuda, y ese aprendizaje nos servirá en un futuro para no cometer los mismos errores. Es un aprendizaje necesario para nuestro desarrollo emocional.
  • Reparar el daño. Si con nuestros actos hemos podido hacer daño o hacernos daño a nosotros mismos, podemos intentar reparar el daño, o al menos no cometerlos de nuevo. No sirve de nada castigarnos por nuestros actos menos acertados, porque forman parte de nuestro aprendizaje vital.

Cómo no dejar que nadie nos culpe de sus errores

No podemos cargar con los actos y las responsabilidades de los demás. No podemos permitir que nadie nos haga sujetarle su carga. Para ello debemos ante todo establecer unos límites, y no permitir que nadie nos culpabilice por sus actos. Si lo hacemos, caemos en el error de dejarnos manipular y hostigar por alguien que no le importa lo más mínimo nuestras necesidades, ni nuestro bienestar.

Las personas que culpan a otras es siempre por una intención, ya sea manipularla o descargar toda la responsabilidad en sus víctimas. No podemos permitir que nadie nos manipule ni se aproveche de nuestro buen corazón, ni tampoco debemos bajo ningún concepto hacernos cargo de las responsabilidades de nadie. Cada uno debe ser responsables de sus actos y de sus acciones.

Al final esta clase de personas pueden culpabilizar a quien lo acepta. Nunca aceptes hacerte cargo de las consecuencias de los actos de otra persona. Al final cada uno es dueño de sus palabras y de sus actos. Si cometemos algún error o fallo es nuestra responsabilidad, y debemos intentar evitar las consecuencias de nuestros actos. Tenemos que aceptar lo ocurrido, aprender de ello, y seguir adelante.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

Scroll al inicio