A lo largo de nuestras vidas nos topamos a menudo con momentos difíciles en los cuales nuestros niveles de estrés y ansiedad pueden verse alterados. Son momentos que nos pueden perturbar tanto emocional como psicológicamente. Si ello se prolonga, se produce irremediablemente un cansancio psicológico que puede mermar nuestra salud física y mental.
Cuando hacemos un gran esfuerzo o llevamos un tiempo realizando un sobre esfuerzo físico, notamos que nuestro cuerpo se agota y necesita reponerse para continuar. Es un cansancio palpable, en el cual notamos que nuestro cuerpo está resentido por el gran esfuerzo que hemos realizado. Pero no somos tan conscientes del hecho de que también existe un cansancio psíquico, afectivo y emocional. Nuestra interacción con el mundo externo hace que nuestra mente también trabaje continuamente. El estrés, la ansiedad, o cualquier otro trastorno que suponga un extra de nuestra actividad psicológica pueden desembocar en un cansancio psicológico que se va acumulando en nuestro interior, desembocando en el sufrimiento de emociones tan negativas como el miedo, la ansiedad, la tristeza, o la ira, entre otras.
Como todos sabemos, existe una unión entre cuerpo y mente. Cuando el cuerpo está agotado afecta a la mente y viceversa, es decir, cuando la mente está agotada afecta a nuestro estado físico. El cansancio psicológico puede desarrollar en la persona que lo sufre ciertas consecuencias físicas como cefaleas, insomnio, dolor muscular, desórdenes digestivos, hipertensión arterial, problemas dermatológicos, alteraciones del sistema inmunitario, etc.
Si el cansancio psicológico no se trata a tiempo, este se va acumulando y acumulando, y puede llevarnos a sufrir ciertas alteraciones psicológicas y emocionales que pueden afectar nuestra vida diaria, como puede ser la falta de concentración, la apatía, la tristeza, o la incapacidad de disfrutar de aquello que nos gusta.
Es inevitable sufrir a lo largo de nuestras vidas situaciones que suponen un alto desgaste psicológico. No somos inmunes a todo lo que nos sucede y nos rodea. La mente necesita descansar, y cuando nos exponemos a un sobre esfuerzo psicológico debemos emplear estrategias que nos permitan descansar la mente.
Para descansar psicológicamente debemos aprender a desconectar y alejarnos, aunque sea por un periodo breve de tiempo de aquello que nos sobrecarga la mente. En estos casos se recomienda realizar deporte, relajación, dormir, hacer actividades que nos gusten y nos tengan ocupados, como por ejemplo, pintar, hacer punto de cruz, leer, ir al cine, etc. Siempre hay que buscar actividades que nos sean divertidas y podamos centrarnos en ellas. Realizando dichas actividades podemos notar una mejora de nuestro cansancio psicológico, además de proporcionarnos sensaciones positivas.
En algunos casos, el cansancio psicológico es tan extremo que realizar las actividades antes mencionadas no es suficiente. Es en este momento cuando debemos plantearnos recibir ayuda profesional con tal de no prolongar más nuestro malestar psicológico y mental.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online